Jóvenes fumando yerba, algunos con máscaras de cartón que asemejaban la hoja verde, participaron ayer en las manifestaciones que se realizaron a propósito del Día Mundial por la Liberación de la Mariguana, gritando consignas como “Queremos mota, queremos hachís, que no le haya costado sangre a mi país” y “Asesinos son ustedes, en la guerra contra el narco las que mueren son mujeres”.
Muchos de ellos portaban cartulinas en las que exigían “No más guerra contra el narco”, Legalización ya, Por un plan integral de salud.
Las pintorescas marchas, convocadas por la Asociación Mexicana de Estudios de la Cannabis, la Biblioteca Cannábica, Estudiantes por una Política Sensata de Drogas, las publicaciones Cáñamo y Dosis, entre otros colectivos, demandaron que se apruebe el uso libre medicinal, industrial y recreativo de esa hierba, y fueron acompañadas por batucadas.
En un pronunciamiento dado a conocer en el Monumento a la Madre por la columna que salió de la Alameda, demandaron la defensa de sus derechos como consumidores y que se apruebe el cultivo libre, ya sea individual o asociado, así como trato de respeto. Que no se nos considere ni criminales ni enfermos. Es importante para que pueda haber un diálogo entre ciudadanos, señaló Alberto Angles, uno de los organizadores.
Agregó que permitir la importación de la mariguana, aunque parece un paso importante para quienes requieren estos fármacos, la mayoría deben acudir a sistemas informales o ilegales para obtener el producto con el cual hacer el medicamento, y eso hace que mucha gente esté usando sustancias que puede que no tengan la calidad adecuada.
En cuanto a la reforma aprobada recientemente por la Cámara de Diputados sobre el uso medicinal, señaló que quedaron fuera puntos importantes, como que se deje de perseguir a los usuarios lo cual ahora no ocurre: aunque se supone que hay tolerancia, te pueden detener y llevar ante el Ministerio Público.
En La Ciudadela también se reunieron consumidores del enervante, encabezados por la federación de asociaciones civiles Mariguana Liberación Frente de Artistas y Organizaciones.
En entrevista antes de la marcha, que se dirigió al Senado, Alfonso Jesús García Pérez, coordinador legislativo de este colectivo, señaló que demandaron una mesa de diálogo pública con las autoridades federales, para que expliquen la reforma al artículo 237, que permite el uso medicinal de la mariguana, porque según su interpretación abre paso a que todas las personas recurran a ella.
También para que definan un protocolo para el uso científico. Añadió que el colectivo ya está produciendo y procesando información.
Juan Pablo García Vallejo, organizadsor y especialista, sostuvo que desde hace 17 años en México –a partir de que iniciaron las marchas por la liberación de este producto– los consumidores hemos perdido el miedo de que nos arresten, porque con base en la información, en documentación científica, hemos llegado a la conclusión de que no merecemos discriminación alguna.
Rechazó que los gobiernos y partidos políticos sigan desconociendo la presencia de una cultura cannábica basada en los derechos humanos sicoactivos, en la tolerancia, la interculturalidad, la protección de la ecología, la educación y la salud.
En esta congregación se repartieron copias de una Guía actualizada con los cinco usos legales de la cannabis, la cual señala, entre otras cosas, que empezarán a utilizar la Cannabis ruderalis, que posee menos del 5 por ciento de tetrahidrocannabinol, así como la indicus y sativa, las dos últimas sicoactivas. Pero, explicó, ésta no será para consumo humano, sino para complementar con reciclamientos la fabricación de papel. Asimismo, afirmó que se le darán usos homeopáticos y con la reforma se podrán desarrollar protocolos de investigación científica, que garantice que no haya epidemia de consumo.
Al final de la jornada ambos movimientos se mezclaron en el Monumento a la Madre, donde el ambiente incluía sonido con bandas en vivo de reggae. También se vendieron alimentos como panqués, galletas, chocolates y palomitas de maíz preparados con cannabis.
Fuente: La Jornada