Ciudad de México. Integrantes de la plataforma organizativa contra el aeropuerto y la aerotrópolis solicitaron por medio de un escrito una reunión con el virtual ganador de la elección presidencial, Andrés Manuel López Obrador, y con Javier Jiménez Espriú, quien se perfila como el próximo titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
En la segunda reunión de dicha plataforma participaron integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), representantes de organizaciones civiles, sociales y estudiantiles, así como residentes de las áreas colindantes a la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Dejaron en claro que su postura de que se cancele la construcción de la nueva terminal aérea “no es un capricho” y rechazaron el hecho de que “nos sigan pisoteando e imponiendo proyectos”.
Dijeron que cada vez más personas se suman a la plataforma y lanzaron consignas como “La tierra no se vende, se ama y se defiende”, La patria no se vende, se ama y se defiende” y “Ni hoteles ni aviones, la tierra da frijoles”.
En entrevistas por separado, Ignacio del Valle y América del Valle, del FPDT, confiaron en que López Obrador los escuche en concordancia con su aseveración de “primero los pobres”, pues dijeron que ya se ha reunido con empresarios, entonces no habría razón para que desoyera el llamado de “gente del pueblo” al diálogo para exponer su punto de vista sobre la nueva terminal aérea.
Ambos coincidieron en que no es sólo por las instalaciones del nuevo aeropuerto, sino por todo lo que se construirá alrededor de éste, como por ejemplo corredores industriales, lo cual puede no estar en el proyecto, pero que a postre se hará y será una causa más para “arrebatarnos nuestras tierras”.
América del Valle aseguró que la obra solo tiene un poco menos de “15 por ciento de avance” e Ignacio del Valle destacó los “daños ecológicos” que provocará la nueva terminal, la cual está en una zona de vocación lacustre, lo cual terminará por generar mayor gasto en obras de reparación ante eventuales hundimientos del terreno e inundaciones.
Los participantes insistieron en que la obra debe detenerse, que no es viable y que atenta contra el suelo y la cultura de los pueblos asentados en esa zona y alrededores.
Fuente: La Jornada