domingo, 9 de enero de 2011

Política de precios del panismo, estrategia antisocial

9 de enero de 2011
Marcos Chávez
Revista Contralínea


Mientras estuvieron alejados del poder, los neoliberales nunca se cansaron de acusar a los gobiernos "populistas" de que con la ampliación del gasto estatal y el déficit fiscal –empleados como instrumentos contracíclicos para impulsar el crecimiento, compensar la ineficiencia del mercado y de los empresarios y mejorar el bienestar social– sólo provocaban una mayor liquidez de la economía que, a la postre, redundaba en una inflación más alta, sin que se alcanzaran los objetivos señalados.

Los "agentes económicos racionales" –su responsabilidad en la actual crisis mundial y su esquizofrénico comportamiento durante la misma evidencian qué tan razonables son– saben perfectamente que sucederá lo anterior, y antes de que ocurra, todos ajustan a la alza sus expectativas, elevan sus precios y sus exigencias salariales para compensar la mayor inflación.

Una vez en el gobierno, desde 1983 a la fecha, los neoliberales han instrumentado los brutales programas desinflacionarios y de ajuste estructural, según el catecismo monetarista. Han recortado los subsidios a las mayorías al entregárselos a los empresarios y reducido el gasto público programable. Casi alcanzan el equilibrio fiscal.

Liberaron los precios y los dejaron al arbitrio –o las arbitrariedades, si se prefiere– de los empresarios y el "mercado libre"; abrieron completamente la economía para que el nivel de las cotizaciones externas se conviertan en el "techo" de los internos y fuerce a los productores a la competitividad. Castigan la demanda interna con el bajo gasto oficial, los altos réditos y la contención salarial, que han afectado el consumo y la inversión productiva, premiando la especulación financiera, la única inversión rentable, junto con las actividades de los monopolios y oligopolios.


El resultado es el estancamiento de 1983-2010, el gran rezago de la infraestructura productiva, la creciente desigualdad, pobreza y miseria, la injusticia, la delincuencia y la democracia abortada.

Sin embargo, la inflación se mantiene como una bestia indomable. Peor aún, los neoliberales han convertido a la política de tarifas públicas en un obstáculo de la desinflación y en un instrumento de inequidad social. El alza sistemática de los precios de los bienes y servicios estatales afectan los costos de las empresas orientadas hacia el mercado interno, su productividad y competitividad, agravados por los voraces réditos bancarios, el castigo de los consumidores, debido a la pérdida del poder real de compra de los salarios que inhiben la demanda interna y la entrada masiva de productos foráneos abaratados artificialmente por una paridad sobrevaluada y la reducción y eliminación de los aranceles.


Las dos últimas medidas son vitales para reducir la inflación. Mientras más bajo sea el precio del dólar estadunidense, menor será el importe de las importaciones. Por desgracia, el costo de la sobrevaluación y la especulación cambiaria y financiera, que ha provocado macro devaluaciones como en 1994 y 2008-2009 o la quiebra de empresas, es la incertidumbre y el estancamiento para el sector real de la economía.

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