jueves, 14 de abril de 2016

Habitantes de Xochicuautla gritan “¡asesino!” frente a la “Casa Blanca” de Peña Nieto

La protesta contra Grupo Higa en la Casa Blanca de Peña. Foto: Eduardo Miranda

 “¡Peña asesino, asesino!”. El grito hizo eco en la calle Sierra Gorda de Lomas de Chapultepec, donde se encuentra la llamada “Casa Blanca”, propiedad del presidente Enrique Peña Nieto.

Alrededor de 50 personas, la mayoría de San Francisco Xochicuautla, Estado de México, se concentraron este jueves frente a ese inmueble para protestar contra la construcción de la autopista Naucalpan-Toluca, edificada por la empresa Autovan, propiedad de Juan Armando Hinojosa, dueño de Grupo Higa y contratista predilecto del presidente Enrique Peña Nieto.

Los manifestantes, superados en número por los policías federales y capitalinos que resguardaban la propiedad de la primera dama Angélica Rivera, en Lomas de Chapultepec, lanzaron gritos de coraje y rabia por las agresiones sufridas en el campamento Por la Paz y la Digna Resistencia que habitantes de Xochicuautla instalaron en junio pasado para impedir las obras.

Listos para cualquier enfrentamiento, los uniformados –alrededor de cien– se apostaron en cada esquina por la que se accede a la ‘Casa Blanca’ y no dejaron un solo hueco para que pasara alguna persona. Más tarde arribaron cuatro camiones repletos de elementos de la Policía Federal, quienes se plantaron frente al predio construido y financiado por el mismo Hinojosa Cantú.


Ningún tolete se accionó. El mitin fue pacífico, pese a la indignación e impotencia de los afectados. Con el llanto en los ojos, Celene Romero encaró a un granadero que se burló de sus palabras: “…Y los policías que están aquí se ríen, tienen el descaro de sacarme fotos, sinvergüenzas. Ustedes de nosotros viven, en vez de que nos apoyen, no lo hacen. Vean lo que está haciendo el gobierno, ahorita somos nosotros, al rato van a ser ustedes.

Tienen hijos. Vean mis lágrimas, son de lucha y de coraje. No me da vergüenza que te rías tú, ríete todo lo que tú quieras. Ríete, porque ahorita estás ahí, pero al rato quién sabe cómo estés viviendo…”

Con tres hijos pequeños, Celene denunció el desalojo en Xochicuautla y dijo que a su cuñado no le permitieron sacar sus pertenencias, sólo le dejaron una notificación que ni su nombre tenía. “Tuvimos que buscar un techo donde vivir. ¿Cómo es posible que nos manden a golpear y despojar así? ¿Cómo es posible que el pueblo no despierte? Somos gente de bien”.

Al finalizar, envuelta en lágrimas, Celene fue cobijada por dos mujeres. El granadero sólo movía los labios, sonreía y jugueteaba con su compañero de al lado.

Con el sol a plomo, en la esquina de Sierra Gorda y Sierra Vertiente los manifestantes alzaban sus pancartas blancas con consignas que rezaban: “Reinstalación de la Pridictadura, no la permitiremos”, “Higa corruptos, apoyados en la delincuencia de Los Pinos, despojo de sus tierras a México. Ya Basta”, “Grupo Higa y Peña Nieto, ladornes”, “Xochicuautla no se vende, se ama y se defiende”, “Alto al despojo, alto a la represión”.

Y al unísono los gritos: “¡Peña asesino, asesino!” y el tradicional “¡Zapata vive, la lucha sigue!”. También hubo para Hinojosa Cantú, a quien calificaron de “ratero” y “corrupto”. En el asfalto caliente quedó la leyenda con letras gigantes “PRHIGA” y abajo el dibujo de un excremento.

Y entre las policías de tránsito que formaron una barrera pasaban los vasos de plástico con agua para saciar la sed.

No se vio a gente con videocámaras, sólo algunos fotógrafos y reporteros que siguieron la marcha de los inconformes desde la Estela de Luz hasta Sierra Gorda, donde recordaron a los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa y el conflicto en Tila, Chiapas, así como al movimiento social de Atenco y al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

Bertha Nava Martínez, madre de Julio César Ramírez Nava, uno de los desaparecidos, se unió a la protesta. La mujer tomó el micrófono y exigió pruebas claras sobre el destino de los estudiantes normalistas:

“El gobierno dice que los estudiantes son de Los Rojos. Qué poca madre tiene este gobierno, cuando está embarrado hasta el cuello de mierda, porque este gobierno está con la delincuencia, no nuestros alumnos, no nuestros hijos. Nuestros hijos tienen la necesidad de salir adelante y no ser unos vándalos como tanto les llaman ustedes”.

Y recordó la ocasión en que los padres se reunieron con Peña Nieto: “Qué poca madre de él. Dijo que llegarían a las últimas consecuencias, ruede quien ruede. Pues tiene mucho miedo, porque hasta aquí los niños de (Miguel Ángel) Mancera están y sus guardaespaldas, como siempre. ¿De qué chingados tienen miedo de nosotros, si nosotros no tenemos ni un arma como ustedes?”.

Y otra vez los granaderos soltaron la risa.

–Ríanse. Hoy estamos abajo, mañana les tocará a ustedes. Acuérdense: arrieros somos y en el camino andamos. Hoy tienen esa oportunidad de reírse –reviró Bertha.

Y lanzó un mensaje para Peña Nieto: “Si quieren desaparecernos como a nuestros hijos, adelante, que lo hagan, pero también acuérdense que el mundo está viendo la atrocidad de Peña Nieto, están dando patadas de ahogado, pero qué bueno, porque solitos se echaron la soga al cuello y aquí vamos estar porque nos faltan miles y miles”.

Así transcurrió la tarde, sin violencia física, con los manifestantes y policías agobiados por el calor. Los federales descansando en los autobuses. Las sonrisas sarcásticas de los policías, y el miedo de las autoridades a que el coraje se desbordara en aquel lugar ubicado por Google Maps como “Museo de la Corrupción, Casa Blanca”.




Fuente: Proceso|  JUAN CARLOS CRUZ VARGAS