Buenos Aires. Docentes y estudiantes cortaban el jueves varias calles de Buenos Aires en protesta por los bajos salarios y el ajuste presupuestario aplicado por el gobierno, en lo que promete ser una jornada de grandes movilizaciones para denunciar la crítica situación de la universidad pública.
Miembros de sindicatos docentes y federaciones estudiantiles bloquearon a primera hora algunas zonas de la capital. Por la tarde confluirán en la llamada “Gran Marcha Universitaria”, que se prevé masiva. Distintas ciudades del país también serán escenario de manifestaciones a las que se sumarán organizaciones políticas y sociales contrarias al conservador presidente Mauricio Macri.
La jornada en defensa de la educación pública viene precedida de huelgas durante cuatro semanas en 57 universidades, la toma de instalaciones educativas y el dictado de clases en la vía pública. Un centenar de colegios preuniversitarios se han plegado a las medidas de fuerza contra el drástico ajuste aplicado por Macri en distintas áreas del Estado.
Al gobierno “no le queda otra alternativa que tomar nota. No vamos a dejar que el ajuste pase por nuestros salarios y por la universidad pública”, dijo a The Associated Press Belén Almejún, secretaria general de la Asociación Gremial Docente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.
En el interior del combativo centro educativo, ocupado por los estudiantes, se han instalado grandes carteles que rezan “Sin ciencia no hay futuro” y “Ciencias exactas en crisis”.
Los gremios docentes exigen a Macri una actualización de los salarios de al menos 30% en consonancia con la inflación anual que reconoce el propio oficialismo. Aunque el gobierno está dispuesto a mejorar su oferta inicial de 15%, el diálogo está empantanado.
Los profesores exigen mejores salarios en un escenario de constante aumento de las tarifas de los servicios públicos y el transporte y los precios de los productos básicos, que se han disparado en los últimos tres meses a raíz de la fuerte depreciación del peso que el gobierno no consigue atajar.
El jefe de gabinete Marcos Peña dijo a periodistas que el Ejecutivo “está convencido de la importancia de la universidad pública” y que “ha duplicado el presupuesto universitario y está trabajando para resolver una situación salarial”. Macri se reunió recientemente con los rectores universitarios.
Los docentes y estudiantes denuncian falta de fondos para la investigación y la sustentabilidad de distintos programas a raíz de las políticas de recorte del gasto público que el Fondo Monetario Internacional exige a Argentina en el marco de un acuerdo sellado en junio por 50.000 millones de dólares para combatir la crisis cambiaria.
A su vez cuestionan que el presupuesto para las universidades nacionales de unos 107.000 millones de pesos (unos 2.600 millones de dólares) para 2018 se haya recortado en lo que va de año en 1.056 millones de pesos (26,4 millones de dólares).
Bruno Berardino, docente del departamento de Fisiología y Biología Molecular y Celular de la Facultad de Ciencias Exactas, afirmó a AP que pese a que “es un comentario común que los argentinos somos creativos arreglándonos con lo que tenemos... necesitamos avanzar para que no se vacíe la ciencia como se está vaciando”.
Berardino señaló que las universidades están sufriendo una “situación crítica” por la falta de subsidios para la investigación. El docente reconoció que hay problemas estructurales de larga data, “aunque la situación se agravó muchísimo desde que asumió Macri”.
Según la Federación Nacional de Docentes Universitarios, es necesario un aumento de fondos para que más de 20 casas de estudio que se han declarado en emergencia financiera puedan afrontar sus compromisos hasta fin de año.
La suba del dólar, de 112% en lo que va de año, ha recalentado la inflación, que según el gobierno será de 30% este año y para analistas de al menos 32%. La indomable alza de los precios ha acrecentado las protestas en demanda de mejoras salariales.
Al mismo tiempo la actividad económica se ha desplomado, acrecentando el descontento social.
Fuente: La Jornada