Washington. Donald Trump, quien recientemente elogió los esfuerzos de China para presionar a Corea del Norte, denunció el jueves la posición de Pekín, que según él evita cualquier "solución amistosa" sobre el programa nuclear de Pyongyang.
"Atrapados CON LAS MANOS EN LA MASA", escribió el presidente de Estados Unidos en Twitter. "Muy decepcionado de que China permita que ingrese petróleo a Corea del Norte. Nunca habrá una solución amistosa al problema con Corea del Norte si esto continúa", agregó.
Si bien no blandió una amenaza de ataques militares, en los últimos meses Trump ha prometido "destruir totalmente" a Corea del Norte en caso de un ataque inicial del régimen de Kim Jong-Un.
No quedó inmediatamente claro si el presidente estadounidense se estaba refiriendo a pruebas, en posesión de Estados Unidos, del incumplimiento por parte de China de las sanciones internacionales.
El Consejo de Seguridad de la ONU endureció el 22 de diciembre las sanciones contra Corea del Norte por un voto unánime sobre una resolución de Estados Unidos, después de negociaciones entre Washington y Pekín, considerado el principal socio comercial del régimen norcoreano.
La nueva resolución, que denuncia las pruebas nucleares y de misiles de Pyongyang, se suma a las sanciones anteriores al reducir aún más las entregas de petróleo crudo y refinado, la mayoría de los cuales provienen de China.
En los últimos meses, el gobierno de Estados Unidos se mostró bastante satisfecho con los esfuerzos de China, que ha votado a favor de las tres resoluciones de las Naciones Unidas aprobadas desde mitad de año, endureciendo cada vez más las sanciones contra Pyongyang.
Washington está convencido de que solo una presión real por parte de China y un embargo petrolero estricto pueden hacer que Kim Jong-Un se doblegue y lo obliguen a negociar el abandono de su programa nuclear.
Pekín "ha aplicado algunas prohibiciones de importación y sanciones, pero puede y debe continuar haciendo más", dijo el miércoles el secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, en una columna del diario The New York Times.
Fuente: La Jornada