Dos días después de la significativa marcha silenciosa en demanda de paz y seguridad en Morelos, que significó un duro reproche a la gestión del gobernador chucho-perredista Graco Ramírez Garrido Abreu, sucedió en Cuernavaca un episodio que en principio parecía estremecedor: el secuestro de una decena de alumnos de un jardín de niños. Durante horas, el golpe delictivo pareció confirmar el escenario de desastre que viven cotidianamente los morelenses a causa de los embates de la delincuencia organizada y de la ineficacia de las autoridades gubernamentales de todos los niveles.
Felizmente, la tragedia se conjuró con prontitud, pues policías estatales encontraron a los pequeños, no en una casa de seguridad ni un refugio preparado con profesionalismo criminal, sino en un hotel del centro de la capital del estado. En realidad, los niños habían sido llevados a ese hotel como medida de protección luego de que en un teléfono escolar se había recibido una llamada amenazante en busca de extorsionar a padres de familia y directivos del lugar. Los pequeños habían sido trasladados en taxis cuyos choferes estaban de testigos y el refugio escogido era un lugar totalmente público.
Sin embargo, el confuso incidente puso de relieve el talante oportunista del gobernador del estado, al manejar los hechos a su favor pretendiendo colocarse como exitoso salvador en un caso que no tenía las dimensiones sugeridas. El presunto secuestro infantil masivo habría puesto al gobernador Ramírez en graves circunstancias, pues habría exhibido el profundo grado de impunidad de la delincuencia en esa entidad, pero por el contrario, terminó siendo usado en términos políticos por el citado Graco, quien aprovechó el sombrío viaje para colgarse de manera propagandística al asumir que tan inusual acción delictiva contra niños era una especie de confirmación salvaje de que su gobierno está haciendo bien las cosas en materia de seguridad pública.
En Twitter, antes de informar que los pequeños habían sido encontrados y estaban a salvo, Ramírez escribió: ‘‘Rechazamos esta provocación de la delincuencia, es un desafío más para que no se siga deteniendo delincuentes. Ni un paso atrás’’. Una hora después, planteó: ‘‘Ya están localizados los niños. Ya tenemos detenidos. Los niños bien, a salvo. Ni un paso atrás. Seguiremos, somos más los que queremos paz’’. Pero aún más delator de ese conocimiento de la realidad, que no era tan grave y estaba bajo control, fue su primer tuiteo sobre el asunto: ‘‘Estamos actuando en coordinación para salvaguardar la vida de los niños que fueron sustraídos del kínder’’. ¿Salvaguardar o encontrar?, puesto que a esa hora del tuiteo de Graco la versión oficial era la del secuestro, misma que sostuvo con peculiar sentido del suspenso hasta que le puso punto final anunciando el ‘‘éxito’’ de su policía. ‘‘Salvaguardar’’ sugiere que desde un principio los pequeños estaban ubicados, aunque tal vez con cierto peligro.
Así fue que el mismo gobernador que había dicho un día antes que no tenía ‘‘varita mágica’’ para cambiar las cosas en Morelos, y que estaba ‘‘canijo’’ mejorar la seguridad pública, ahora catalogaba de botepronto, con una ansiedad declarativa sin fundamento en una indagación formal, que uno de los diarios agravios de la delincuencia organizada a la sociedad desprotegida era, en realidad, una suerte de reconocimiento de que la administración estatal combate tan exitosamente a esos grupos delictivos que éstos, desesperados, recurren a maniobras extremas, como la de ir contra unos niños.
También en territorio morelense, aunque en relación con otro expediente criminal, fueron encontrados los cuerpos de dos mujeres y uno de los socios del establecimiento de la Zona Rosa donde fueron ubicados por última vez los jóvenes de Tepito hasta ahora desaparecidos. Calcinados y con huellas de tortura, según los primeros reportes policiacos, los restos de Dartx Rodríguez Ledezma dan fe de la guerra entre grupos delictivos en la capital del país, donde el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, hasta ahora ha sido incapaz de ofrecer una relatoría de lo que pasó en el lugar llamado Heaven, que satisfaga a los familiares de esas personas desaparecidas y a los capitalinos en general.
A pesar de que justamente su principal experiencia administrativa correspondía a los terrenos policiacos y de procuración de justicia, Mancera se ha entrampado en el caso de los jóvenes desaparecidos, no solamente en términos de la indagación judicial en sí, sino, sobre todo, en cuanto a la capacidad de comunicación con su crítica e inquieta población presuntamente gobernada. El ex procurador Mancera no ha logrado inyectar confianza a los ciudadanos capitalinos luego de los sucesos que afectaron a una docena de jóvenes.
En Guadalajara, mientras tanto, fueron localizados los cuerpos de dos adolescentes que habían sido secuestrados el pasado 21 de junio en una plaza comercial del sur de la zona metropolitana. Con 15 años de edad, habían sido tomados, y luego asesinados, por subordinados de un jefe local del narcotráfico a uno de cuyos hijos los ahora difuntos habían molestado continuamente. El fiscal general de Jalisco, Luis Carlos Nájera, afirmó que los jóvenes salieron por su voluntad de la plaza Ciudadela y con engaños arribaron a una finca donde fueron ejecutados. El doble asesinato pone en evidencia la frágil apariencia de equilibrio de poderes (el gubernamental y el de los cárteles dominantes) en una entidad largamente controlada por el panismo y ahora bajo la administración del priista Aristóteles Sandoval.
En el candente estado de Guerrero, donde Ángel Aguirre Rivero trata de mantenerse flotando entre tanto problema, 17 personas fueron desaparecidas en el municipio de Cocula, algunas de ellas estudiantes de un Colegio de Bachilleres. Nada puede hacer la autoridad municipal, pues está absolutamente rebasada por los grupos delictivos. Allí, como en otros lados, los pobladores asumen que su única posibilidad es la autodefensa, dado que los gobiernos sólo están sirviendo para proporcionar declaraciones y enterrar la cabeza en la arena. ¡Hasta mañana!
Fuente: La Jornada | Julio Hernández López