Decenas de maestros que no han recibido su pensión en Veracruz, no se cansan de manifestarse y exigir les paguen su dinero.
XALAPA, VERACRUZ.- María Antonia Rosas Ruiz, de 71 años llega a la plaza Lerdo con apoyo de su andadera. Sus pies hinchados incrementan las dificultades para avanzar.
Detrás de ella, viene una mujer evidentemente más joven cargando un banquito. No es su hija, es quien la cuida desde hace años; María Antonia se siente avergonzada porque este mes no le ha pagado por sus servicios. No tiene dinero.
María Antonia sale por tercera ocasión a la calle a protestar, tan solo en este mes de diciembre.
Ni sus dos operaciones en el fémur, la primera de ellas fallida, los años que lleva enferma de diabetes o su presión alta le han impedido manifestarse junto a otros jubilados.
Los 50 años que trabajó como docente de educación básica no fueron garantía para pasar su vejez tranquila, al menos no con el gobierno de Javier Duarte de Ochoa, donde se agudizó el problema de falta de pagos.
“No es justo. Aquí estamos los que tenemos confianza que esta lucha no va a ser de un día. El problema empezó hace tres años”, sostiene.
La maestra se siente ofendida porque además buscan criminalizar la lucha de los docentes.
Con respecto al gobernador tiene una opinión muy concreta: “no tiene ternura por la persona que le enseñó a leer. Él debió pasar por un maestro”.
La desesperación de María Antonia incrementa porque a su único hijo le quitaron la plaza que ella le heredó con la implementación de la Reforma Educativa; ella cree que se la quitaron porque siempre ha sido una mujer de lucha.
“Si Dios me manda a traer, me voy a quedar muy triste sabiendo que mi hijo se quedó desempleado”, señala mientras sus ojos se llenan de lágrimas.
“Me sentiría peor en mi casa. Si Dios me da vida yo voy a seguir aquí hasta que se resuelva. Hay que hacer una auditoría. ¿Dónde está el dinero?”, cuestiona al gobernador.
La docente se dice sumamente creyente en Dios. Y esa creencia es la que la ha impulsado a tener la esperanza de que las cosas van a mejorar.
“Al ratito me voy a cansar. Hago un receso y regreso. Así voy a estar. Ustedes como periodistas ayúdennos”, pide la maestra.
Huelga de hambre
Guillermo Jiménez Olivo hipertenso, diabético y con una arritmia cardiaca, quien dedico 40 años de su vida a dar clases tomó la decisión de ponerse en huelga de hambre.
“Estoy preocupado porque nos gobierna un delincuente”, señala el maestro quien afirma que su familia está en contra de esta medida porque es un atentado directo a su vida.
“Cuando mi esposa vaya y se refleje en el cajero mi dinero entonces yo me levanto y adiós. Si me quieren desalojar aquí yo me suicido y el responsable va a ser Javier Duarte de Ochoa”.
El profesor dice sentir vergüenza de quienes gobiernan en este momento Veracruz “a él lo puso Fidel Herrera como los gatos para que se tapen el excremento”, dice visiblemente molesto.
“Creo que vamos a tener que cambiar nuestro IFE por metralletas. Yo estoy dispuesto a dar mi vida por una causa noble”, dice.
La desesperación del maestro se mezcla con el enojo “yo no voy a ir a pedir mis alimentos a la tienda y decir fíame porque no me ha pagado Duarte; si no tengo para la cena de navidad de mi familia prefiero pasarlo aquí”.
“Es angustiante. Tengo un hijo de siete años en la primaria, en una escuela particular y me piden la mensualidad. Él quiere Día de Reyes, lógico. Prefiero suicidarme aquí”, insiste.
El hombre de 65 años lamenta estar en las calles y no en su casa:
“Creí que después de haber dado mi vida a la educación podría salir con mi familia aunque sea a Veracruz. Y así quieren evaluar a los maestros. Deberían evaluar al maricón de Duarte. Estoy muy molesto”, dice.
Ira e indignación
Josué Cruz Hernández de 81 años, intendente en escuelas de Ciudad Mendoza cuestiona dos cosas al gobernador:
“¿No considera que tiene padres también? ¿Que si Dios lo deja va a llegar a esta edad también?”
Acompañado de su compañera de vida, afirma que es una burla la de la autoridad permitir que quienes dieron todo en favor de la sociedad ahora estén “parando carros” para que se le paguen sus pensiones.
Josué recibe sus pensiones desde hace más de 15 años. Durante ese tiempo, nunca hubo un problema con los pagos.
“Este ha sido el pior”, sostiene Josué quien ya tiene problemas para oír bien, además de sufrir de hipertensión.
“Aquí tenemos que estar ayunando. Ahorita ni para la renta tenemos, no hay para comer. No es justo”, recrimina.
El hombre, que si bien a simple vista se ve aún fuerte, piensa en todos los compañeros que salen a las calles y tienen enfermedades graves. Piensa en su esposa, que no debería estar pasando por esta preocupación.
“Debería estar en mi casa descansando, pero tenemos que estar aquí en la calle”, se lamenta.
“Se siente una indignación, una irá contra el gobierno. Tantos años de trabajo para venir a parar a esto, no es justo”.
Ver sufrir a la familia
María Enriqueta Jiménez es la esposa de Josué. Reprocha que los años de trabajo de su esposo y de cientos de personas no hayan servido de nada.
La mujer de 69 años, enferma de artritis desde hace cinco, rompe en llanto y por momentos cierra los ojos. Las lágrimas resbalan una tras otra cuando recuerda que Josué es hipertenso y ha pasado momentos seriamente complicados.
“A veces se encama y qué hago sin dinero. ¿Voy a salir a pedir limosna acaso?”, pregunta.
“Aquí está uno expuesto a muchas cosas, que lo insulten a uno, que le avienten los carros. Hay mucha agresividad viendo que el gobierno tiene la culpa de esto”, señala.
María tiene una mezcla de rabia y dolor cuando expresa lo que es vivir con la angustia de no tener dinero para ir pasando sus días:
“Es una ofensa. Y él –Javier Duarte- está violando los derechos de los trabajadores”.
Diciembre, época de perdonar y estar en paz se ha vuelto el infierno para ellos; las minutas se han incumplido en diversas ocasiones y para María Enriqueta, el gobernador solo merece una descripción:
“Es una rata descarada. Si siquiera tuviera tantita dignidad debería de bajar y hablar con ellos. Esa es su obligación”.
“Ojalá ya se largara”
Rafael Villar Aguirre, escultor y ex docente en la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana, multipremiado en los años 70 e impulsor de galerías jamás imaginó que sus 41 años de trabajo terminarían así.
“Después de entregar toda mi vida a la universidad y llegar a la jubilación, no puede ser que a estas alturas se preocupe uno porque no le llega su salario”, señala.
El maestro tiene 70 años y aunque sigue con la escultura, sabe que no todos los jubilados tienen la posibilidad de trabajar en algo más que les deje un ingreso extra.
“Nunca se había dado eso que no nos paguen. Hace un año aun tardaban un día en pagarnos y ahora hasta quince días o casi un mes”.
Para el docente, la incertidumbre es enorme y nunca imaginó tener que salir a la calle, a esta edad, a exigir lo que les corresponde “y ya no sabemos cómo protestar porque este gobierno se ha vuelto muy cínico”.
“Considero que sí contribuí de muchas formas y de la mejor manera a formar a las personas que están trabajando, creo que no nos merecemos esto”, lamenta.
El maestro dice que la única explicación que existe para todos los problemas que enfrenta la entidad es que el gobernador del estado “es ignorante”.
“Es ignorante y mentiroso. Vaya no tiene credibilidad. ¿Qué puedo pensar de un gobernador que dice una cosa y hace lo contrario? Yo nunca había visto una situación en el estado donde bueno nos traten así, y a mucha gente traten mal”.
El augurio del académico no es nada prometedor:
“Ojalá ya se acabara que se largue. Pero falta un año. ¿Qué vamos a ver en este año que nos falta? Es una sorpresa y creo que muy desagradable”.
Fuente: La Silla Rota| GABRIELA RASGADO MARTÍNEZ| Quadratín