Concluye este agitado 2011, y la aerolínea insignia del país, Mexicana de Aviación, se mantiene en el suelo (en todos los sentidos cabe esa acepción). Mientras los trabajadores de aire y tierra de esa empresa acumulan 16 meses sin cobrar un solo centavo, dos de los responsables de que línea aérea se mantenga en tal condición (Juan Molinar Horcasitas, ex titular de la SCT, actualmente en funciones de secretario de Acción de Gobierno del CEN panista, y Javier Lozano, ex secretario del Trabajo y ahora en pos de una beca plurinominal en el Senado de la República por el mismo partido político) gozan de cabal impunidad, al igual que el empresario Gastón Azcárraga y demás accionistas del reprivatizado consorcio.
Dieciséis largos meses, a través de los cuales la supuesta autoridad no hizo nada, más que boicotear la venta de la aerolínea a terceros, pisotear los derechos a los trabajadores y proteger al empresario Gastón Azcárraga Andrade, a quien el gobierno foxista le entregó, en calidad de regalo, Mexicana de Aviación. Tal vez por eso, y siempre con la esperanza de que se castigue a los responsables y que la empresa resurja, Miguel Ángel Yúdico, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de Transportes, Transformación, Aviación, Servicio Similares, presentó (26 de diciembre pasado) una denuncia de hechos “que pueden constituir la comisión de una pluralidad de delitos tipificados en el Código Penal para el Distrito Federal”.
Entre los presuntos responsables de ese cúmulo de delitos aparecen Andrés Conesa, ex presidente de la gubernamental Cintra (actualmente director general de Aeroméxico, también reprivatizada por Cintra); Mario Bouregard, ex secretario ejecutivo del IPAB-Fobaproa (ahora director general de Administración y Finanzas de la empresa Su Casita, una de las beneficiarias de la compra de bienes inmuebles al propio IPAB-Fobaproa); Mario Laborín y Francisco Gil Díaz, ex titulares de Nafinsa-Bancomext y Hacienda, respectivamente, en el sexenio foxista (actualmente, el primero, dirige un banco privado del que es codueño junto con Cemex, y el segundo preside una subsidiaria de telefónica trasnacional aposentada en México); Santiago Creel, ex secretario foxista de Gobernación y actual precandidato panista al hueso mayor) y desde luego los integrantes del consejo de administración del Grupo Posadas (a cuyos dueños Fox entregó Mexicana de Aviación), encabezados por los hermanos Gastón, Pablo y Enrique Azcárraga Andrade, entre otros.
La citada denuncia advierte que si Mexicana de Aviación, al momento de su reprivatización, tenía 160 millones de dólares en caja y un gran nivel de activos, entonces “¿cómo es posible que la empresa fue vendida por menos de lo que había en bienes y sin tomar en cuenta el valor de los activos? (la operación de compra-venta fue autorizada por el consejo de administración encabezado por Andrés Conesa, y con autorización del secretario ejecutivo del IPAB-Fobaproa, Mario Bouregard”.
Antes de la venta de Mexicana de Aviación al Grupo Posadas, subraya la denuncia, “el grupo financiero BBVA-Bancomer (reprivatizado y extranjerizado por el gobierno) mantenía casi 14 por ciento del capital de Cintra (consorcio estatal) y con varios asientos en su consejo de administración; la empresa financiera conoció a la perfección la situación de las aerolíneas, por lo que decidió vender en el mercado su participación accionaria y no esperar a la ‘exitosa’ venta de Conesa. Así, BBVA-Bancomer logró vender sus acciones en casi 8 pesos cada una y no en los 4 que logró Conesa, quien, por cierto, recibía un sueldo mensual superior a 60 mil dólares, además de haber pactado un bono adicional por entre 18 y 24 meses de sus ingresos si lograba vender las dos aerolíneas antes de que concluyera la administración” (la de Fox).
El “ganador” fue Grupo Posadas, presidido por Gastón Azcárraga, un consorcio con un capital nueve veces menor al del Grupo Mexicana de Aviación. En cuestión de días, tal grupo revendió, libre de impuestos, parte del paquete accionario a, entre otros, Ixe Banco (en el que participa el hermano de Juan Molinar Horcasitas) y Ángel Lozada, ex dueño de la cadena de supermercados Gigante. “Andrés Conesa tiene responsabilidad solidaria con la sociedad Corporación Internacional de Transporte Aéreo, hoy Grupo Aeroméxico, por la venta a todas luces en menoscabo ilícito del patrimonio de la compañía, por haber sido administrador y ya que esa venta dejó un beneficio o lucro indebido al comprador”.
La citada denuncia precisa que de la venta de Grupo Mexicana a Grupo Posadas “no se hizo notificación formal a los acreedores laborales de la misma, no obstante que de los estados financieros de Compañía Mexicana de Aviación resultaba un pasivo laboral de 265 millones de dólares. Los acontecimientos actuales acreditan que tampoco se estableció en parte alguna la obligación del comprador de garantizar esos pasivos ni mucho menos su capacidad económica para otorgar dicha garantía. Los trabajadores son acreedores del trabajo y del salario, no sólo del salario y nunca en la venta de Grupo Mexicana de Aviación se pudo garantizar la satisfacción de ese pasivo, pues Grupo Posadas era una empresa nueves veces más pequeña que Grupo Mexicana de Aviación. El pasivo laboral reconocido por Cintra a la fecha de la venta de Grupo Mexicana de Aviación era de 265 millones de dólares, suma que apareció reconocida en los estados financieros de la compañía en fechas previas a la venta y se ha vuelto insoluto a la fecha actual”.
El 20 de agosto de 2010, los accionistas del Nuevo Grupo Aeronáutico (así renombraron a Mexicana de Aviación), cuyos nombres aparecen en la demanda, “vendieron a Tenedora K el 95 por ciento de las acciones de dicho grupo. Tal venta no fue notificada a los acreedores, comenzando por los trabajadores. El nuevo adquirente no se comprometió a responder de los créditos y éstos resultaron insolutos. El pasivo laboral de Compañía Mexicana de Aviación, Mexicana Inter, Aerovías Caribe y Mexicana MRO. Que forman parte y son propiedad de Nuevo Grupo Aeroportuario, es de aproximadamente 4 mil 785 millones de pesos, sin tomar en cuenta los salarios que los trabajadores han dejado de percibir desde el 28 de agosto de 2010. Dicho pasivo se ha vuelto insoluto a la fecha”.
Las rebanadas del pastel
Pues nada, que el año se “gastó”, y no queda más que enviarles un fuerte abrazo y desearles un excelente 2012, aderezados con mi profundo agradecimiento por su atención a México SA. ¡Salud!, y a echar p’alante. Nos encontramos el lunes.
Fuente: La Jornada