miércoles, 28 de diciembre de 2011

¿Qué hacer con los recibos “locos” de consumo?

Las tarifas de energía eléctrica no se resuelven sólo modificando el montón de tarifas existente. Hay cambios, de un bimestre a otro, que pueden aumentar cinco o 10 veces. La cantidad de personas afectadas por este problema es enorme. Va más allá de lo racional.

La persona que atiende al público, simplemente exige que se pague (tenga el consumidor ese dinero, o no), y si no, se corta la luz. También es irracional. Ya ha habido colonias enteras que se sublevan contra del intento de cortar.

Mientras no haya de plano un cambio de gobierno, la solución racional (en tiempo de Luz y Fuerza del Centro había que hacer colas y demás, pero se iba armando una solución a los recibos “locos”) debe incluir personal externo a esas “órdenes de arriba” y con instrucciones muy diferentes de las actuales. Este personal diferente del actual debe tener los conocimientos necesarios.

En primer lugar, se deben analizar los recibos sucesivos, a ver si tenían un secuela lógica de un bimestre al otro. Por supuesto que si ahí está la solución, se resuelve.

En segundo lugar, se rastrean los recibos y se ve de dónde vino el error, para corregirlo de raíz. El sistema de cómputo también puede tener errores.

Hay que liquidar el sistema “automático” operado por una empresa privada, y donde ya se haya instalado, retirarlo e instalar un medidor nuevo, pero no “automático”. Este tipo de medidor hace mucho más difícil, si no es que imposible, lograr soluciones como las que proponemos.

Se deben ir registrando todos los errores registrados. A partir de esto, se deben identificar los errores de gran escala, para eliminarlos.

Es posible que los “errores” sean deliberados, pues no ocurren a favor del consumidor, sino siempre en su contra.

Una vez que se vayan detectando los “errores”, hay que identificar de quién o de quiénes vinieron, pues es muy posible que el dinero extra vaya a bolsillos selectos.
Además del problema de los recibos “locos”, se debe cambiar la estructura de las tarifas. En primer lugar, está la DAC, Doméstica de Alto Consumo. El cobro, ya con IVA, es de más de 4 pesos por kilovatio hora (kWh en el recibo). La tarifa doméstica normal cambia mucho, pero un caso intermedio costará poco más de un peso por kWh, así que la diferencia es enorme. Esto facilita el que haya saltos en los recibos, de un bimestre a otro.

No se trata sólo de que sea cara. Es fija, o sea que una residencia de superlujo paga lo mismo por kWh que alguien a quien le colaron, o se le coló, la DAC. Esta tarifa debe ser eliminada, y usar otra forma, escalonada y no fija, de cobrar a los de verdaderamente alto consumo.

Además de este caso, se debe simplificar la estructura de tarifas en general. Y revisar posibles tarifas de privilegio.

Las tarifas también deben cumplir la función de garantizar un importante ingreso a la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Y para que alcance, es preciso que se vayan eliminando, o se eliminen, los gigantescos pagos que esta entidad hace a empresas privadas a cambio de la electricidad generada con gas.

También se debe ir eliminando el contratismo para todo, que es muchísimo más caro que cuando la CFE llevaba a cabo las obras y otros trabajos con su propio personal. El costo de los contratos y de las obras será más caro aquí que en otro país, porque aquí incluye mordidas y similares.

La corrupción ha, también, propiciado que se compre a las trasnacionales electricidad a costa del uso racional del agua de las presas para generar electricidad, y a costa de generar inundaciones.

Es mucho lo que hay que cambiar, pero por lo pronto señalamos elementos muy nocivos que no deben permanecer.




Fuente: La Jornada