El turno de las protestas masivas en la capital del país tocó a campesinos en demanda de pago justo a sus productos y de una política oficial de rescate del agro. Constituyen uno de los segmentos sociales más golpeados por los reacomodos políticos, administrativos y fiscales, pero el centralismo mexicano y la predilección por la urbanidad los condenan a una condición cercana a lo invisible. Ni siquiera el retorno del PRI al poder les devolvió algo de la perversa relación que aportaba paternalistas subsidios y apoyos a cambio de votos. Una buena parte de las organizaciones de izquierda que han pretendido organizar a esas masas rurales se han entrampado en el clientelismo y las constantes divisiones. Y al dominio histórico de los caciques clásicos se agrega ahora el de los cárteles de delincuencia organizada que dan trabajo, promueven un asistencialismo caudillista y castigan salvajemente a los infieles o incumplidos.
El arribo de la realidad rural a la ciudad de México proviene de un esfuerzo de concordancia en el que participan seis organizaciones (CIOAC, El Barzón, CNPA, UNTA, CODUC y Unimoss) agrupadas como Frente Auténtico del Campo (FAC). Como sucedió con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y con la inmensa mayoría de quienes luchan por reivindicaciones sociales o gremiales, la aparición en la escena chilanga (causante de problemas viales que algunos medios y ciudadanos prefieren colocar como principal hecho, y no las causas profundas de esos desajustes), estuvo precedida de denuncias, solicitudes, papeleo, diálogos fallidos con autoridades despóticas o desatentas y, en el caso del FAC, de un desplazamiento carretero que en las ciudades de paso iba informando de sus exigencias y avisando de su destino final, que sería el Distrito Federal.
En las inmediaciones de la capital política y administrativa del país se repitieron las escenas de obstrucción policiaca a contingentes en protesta. Así lo han denunciado, en su momento, profesores, militantes de Morena y otros grupos trasladados en autobuses. La policía federal, o la mexiquense, en algunos casos, simulan revisiones y encuentran inconvenientes para que las unidades motorizadas sigan adelante. Eso sucedió ayer para tratar de frenar la llegada al DF de camiones, autobuses y tractores de la movilización campesina. En zonas céntricas de la capital del país, en tanto, la policía a cargo de Miguel Ángel Mancera practicaba las fórmulas de encapsulamiento que desde el primero de diciembre de 2012 se han vuelto usuales. La presunta ciudad de las libertades, languideciente orgullo nacional por sus políticas avanzadas, es ahora campo de prácticas de control de disidentes, con los granaderos y sus escudos plásticos elevados a la categoría de política de gobierno o de la falta de él.
Y sin embargo, la tensión y la protesta sociales crecen sin que los excesos policiacos de contención sean suficientes. En varios municipios mexiquenses se ha desbordado el enojo popular ante mortales agresiones policiacas a jóvenes (en la zona metropolitana de Guadalajara, específicamente en Zapopan, también fue asesinado un joven de 21 años durante una revisión). En diferentes ciudades continúan las protestas de profesores ante las modificaciones legales de control político y burocrático llamadas reforma educativa. Por ejemplo, en Xalapa ayer se vivió un enfrentamiento entre maestros que habían montado un cerco al recinto oficial donde habría de instalarse una nueva legislatura estatal. Los diputados locales veracruzanos tuvieron que llegar al lugar en un autobús que recibió pedradas y ante lo cual se desató la intervención de granaderos que arremetieron contra los manifestantes. El episodio veracruzano es uno más en el catálogo de rechazo ciudadano a las formas de representación política que dada su incapacidad para atender y resolver positivamente los problemas sociales generan manifestaciones de oposición que en el fondo son signos inequívocos de que ese sistema político está en una grave crisis a la que se le pretenden dar salidas militares o policiacas.
Otros cercos legislativos están por suceder. Andrés Manuel López Obrador ha convocado a sus seguidores, no sólo los afiliados a Morena sino a ciudadanos en general, a concentrarse alrededor de recintos legislativos en cuanto esté en sus momentos definitorios el proceso de aprobación de la reforma energética, en particular en la sede del Senado de la República. El tabasqueño es un riguroso practicante y defensor de los métodos pacíficos, pero los riesgos de violencia estarán presentes por el coraje popular acumulado, y a pesar de los llamados del ex perredista, y por las vertientes tradicionales de la provocación para generar incidentes que ayuden a la descalificación mediática inducida.
Sin embargo, el futuro de la mencionada reforma energética está en suspenso, y no a causa de las anunciadas movilizaciones del lopezobradorismo. Resulta que los panistas, aliados originalmente considerados para sumar votos y sacar adelante la mencionada reforma energética, andan con tales pleitos internos (entre calderonistas y maderistas) que un segmento está promoviendo el voto dividido en ese tema, con la idea de cobrarle a Los Pinos la afrenta de haber aprobado la polémica miscelánea fiscal sin tomar en cuenta sus propuestas e intereses y haberse apoyado en el perredismo-chucho.
Las primeras estimaciones del caso hacen prever que el número de panistas que votarían en contra de la reforma energética sería suficiente para impedir que el PRI y el PAN controlado tuvieran los sufragios suficientes para aprobarla. En ese contexto se comenzó a hablar de la posibilidad de que el punto se presente no en este alborotado periodo ordinario de sesiones sino en el que comenzará el año entrante, en espera de que las aguas panistas se sosieguen, pues de otra manera se correría el riesgo de una derrota aritmética. Por lo pronto, Gustavo Madero aseguró ayer que lo energético será tratado este año, en este periodo de sesiones. ¡Hasta mañana!
Fuente: La Jornada| Julio Hernández López