Es meritorio que con escasos recursos económicos, un aparato de poderes en contra y una marcada distancia de muchos ciudadanos respecto a lo electoral, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) haya podido cumplir con creces, en un mes y medio, el número básico de asambleas estatales (20, la del Distrito Federal ayer mismo, aunque de cualquier manera se cumplirá con el protocolo en 32) que conforme a la legislación vigente se necesitan para constituir un partido político nacional. Esa articulación ha sido posible en función del liderazgo personalísimo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y de la necesidad de una alternativa confiable que un sector de la izquierda mexicana experimenta ante el desempeño del Partido de la Revolución Democrática (PRD) bajo la conducción de la corriente denominada Nueva Izquierda (dirigida por Los Chuchos) y en particular a causa de la política de negociaciones del sol azteca a través del Pacto por México.
La institucionalización del lopezobradorismo con etiqueta propia reitera la expectativa de que por la vía electoral se pueda alcanzar el poder y transformar al país, a pesar de que en dos ocasiones anteriores se han confabulado en contra del tabasqueño esos poderes que no sólo siguen vigentes sino que, de la mano del priísmo reinstalado en Los Pinos, se ven fortalecidos y decididos a trazar un nuevo diseño de la nación a partir del reformismo peñista. El México en el que actuará el partido Morena será notablemente diferente a aquél en el que se incubó, como lo muestran, entre otras, las modificaciones en materia educativa, laboral, financiera, de competencia y transparencia, fiscal y, sobre todo, energética.
Además, los tres principales partidos que hasta ahora se han beneficiado del reparto de rebanadas del poder están en vías de aprobar una reforma político-electoral, cuyos términos, de manera natural, pretenderán mantener sus privilegios y cerrar el paso en la práctica al lopezobradorismo moreno mediante trampas en letra chiquita y con ambigüedades o insuficiencias normativas que deberán ser interpretadas y sentenciadas por el poder electoral federal, que también forma parte del engranaje que no desea cambios de fondo. El coordinador de los senadores priístas, Emilio Gamboa, ha anunciado que el anteproyecto de esa reforma será dado a conocer en los próximos días y que en él se plasmarán, entre otros, los objetivos de garantizar que en el plano legislativo se llegue a acuerdos entre partidos y que haya plena gobernabilidad.
La regidora del ayuntamiento de Guadalajara, Elisa Ayón, se ha ganado un lugar relevante en el muy competido anecdotario de la corrupta y autoritaria política mexicana. Asumiendo que la dirección de panteones de la capital de Jalisco le corresponde en términos personales por ser la integrante del cabildo encargada de esos asuntos (desviación patrimonialista que comparten muchos regidores en el resto del país, quienes toman como negocio propio todo lo relacionado con las áreas bajo su supervisión edilicia), la profesora Ayón regañó con altisonancia a empleados y pronunció algunas frases memorables.
Por ejemplo: “Si fuera la Virgen de Guadalupe, Dios me tendría en un pinche nicho en una iglesia y sería ‘Santa Elisa’, y persígnense cabrones. No soy ‘santa Elisa’, soy una mujer que me ha costado mucho trabajar por el bien de la sociedad. Tampoco les digo ‘ay no, yo soy la que no’... Ni madre, agarremos lo que tengamos que agarrar; repártanlo, no sean culeros...”. Así fuera solamente por esa virtuosa capacidad de síntesis del oficio político tradicional, y no solamente el priísta, de agarrar pero repartir, Santa Elisa de los Tres Colores ha alcanzado sus cinco minutos de celebridad. Otro momento sublime de su doctoral discurso le sirvió para definirse a sí misma y develar sus métodos multifactoriales de lucha: “Lo que sí soy es una hija de la chingada, eh, una hija de la chingada. Y vengo a decirles: como quieran, a putazos, a huevazos, a balazos, a mamadas, como quieran. Ya me harté. Por eso vine, eh, vine a agarrarlos de los pinches huevos a todos…” ( http://bit.ly/17hCkZq). Ante el escándalo, el PRI retiró a Ayón de la secretaría general del comité municipal de Guadalajara y la exhortó a dejar la regiduría, petición esta última a la que aún no se ha allanado la filósofa del agarrar pero repartir.
Mario González García lleva más de un mes en huelga de hambre en el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente del Distrito Federal. Activista del CCH Naucalpan, fue uno de los detenidos del 2 de octubre pasado. Asegura que no participó en los incidentes de ese día, pues viajaba en un autobús público desde Ciudad Universitaria y aproximadamente a las 15.30 horas ese vehículo fue frenado por policías en Cinco de Mayo e Isabel la Católica. Nos bajaron a todos los jóvenes de entre 18 y 23 años, entre ellos a mí, nos empezaron a revisar, yo sólo traía un celular y mis llaves, después de revisarme llegaron más de 50 granaderos, entre ocho y diez de ellos empezaron a torcerme el brazo derecho, a darme descargas eléctricas en mis costillas, me golpeaban en el rostro con la mano abierta, golpearon mis piernas con sus rodillas y me pegaron en el estómago, después me subieron a una patrulla con otras tres personas (...) nos dieron vueltas hasta que nos bajaron, no recuerdo dónde, para volvernos a esculcar, ahí nos empezaron a tomar fotos, me volvieron a golpear en el estómago y a dar más toques eléctricos en costillas y espalda; nos esposaron mientras nos decían que si nos gustaba andar quemando policías, nos amenazaron diciéndonos que nos iban a mandar a la cárcel y que ya habíamos valido madre por pinches anarquistas revoltosos. El breve testimonio de Mario, retenido en el reclusorio por considerarlo socialmente peligroso está en http://bit.ly/1aN9GFF y en http://bit.ly/1cMqCxK hay una síntesis del caso.
Y, mientras Arturo Nuñez ha rendido su primer informe de gobierno, con el fantasma de Granier y su banda sin el castigo adecuado, ¡hasta mañana, lamentando la muerte de Guillermo Tovar de Teresa!
Fuente: La Jornada| Julio Hernández López