sábado, 13 de julio de 2013

SRE: lástima Margarito. Otra enchilada frustrada. Gastón, impune retorno

De la euforia que en ella provocó el anuncio del Senado estadunidense sobre una reforma migratoria integral, la Secretaría de Relaciones Exteriores pasó al silencio absoluto tras el tajante cuan anunciado rechazo de la Cámara de Representantes de aquel país sobre el mismo asunto. En este caso, como relojería suiza, operó el mexicanísimo síndrome de la Batalla de Puebla, aquel que produce felicidad plena por la victoria en un combate, para inmediatamente después hundirse por perder la guerra.

A finales de junio pasado, el Senado del vecino del norte aprobó, tras avalar la militarización de su frontera sur, lo que presumió como proyecto de reforma migratoria integral, algo que fue considerado como una posibilidad para alcanzar el cambio más significativo en este rubro en más de 25 años, pues abriría la posibilidad de legalizar a millones de indocumentados y dar mayor número de visas a trabajadores inmigrantes.

Sin embargo, el mismo día de la citada aprobación –como puntualmente advirtió el corresponsal de La Jornada en Estados Unidos, David Brooks– las declaraciones de júbilo, festejos y ovaciones por el triunfo de este proyecto de ley en el Senado ahora se estrellan contra la muralla de la Cámara de Representantes, controlada por republicanos que podrían convertir esta celebración en un acto fúnebre para la reforma migratoria en las próximas semanas.

Dicho y hecho: dos semanas después de la eufórica reacción mexicana se confirmó que “el proyecto de reforma integral al sistema migratorio de Estados Unidos, que recibió un impulso con la aprobación en el Senado, halló este miércoles un esperado freno en la Cámara de Representantes, donde los más conservadores se oponen a la legalización de indocumentados… Hoy, los republicanos en la cámara declararon que en lugar de tomar la legislación defectuosa y apresurada del Senado, los comités de la cámara continuarán trabajando paso a paso y de una forma razonable para buscar una solución a lo que ha sido durante mucho tiempo un sistema roto, señalaron los líderes republicanos en un comunicado tras el encuentro” (La Jornada).

Aun así, la adelantada Secretaría de Relaciones Exteriores se abrazó a la decisión senatorial para celebrar el triunfo en una batalla, sin reparar en las anunciadas consecuencias que la llevarían a perder la guerra, y se apresuró a declarar que el gobierno mexicano da la bienvenida al avance que representa la aprobación por el Senado de Estados Unidos de una iniciativa de reforma migratoria integral en ese país. Asimismo, hace votos para que impere una visión compartida sobre el valor de los vínculos entre las sociedades, las complementariedades económicas en América del Norte, y el desarrollo de una frontera más moderna y eficiente. ¿Avance?

La ultrarreaccionaria Cámara de Representantes se encargó de lo demás. Así de sencillo. ¿Será consecuencia de haber encargado el despacho diplomático a un doctor en economía, de larga experiencia en el sector público, pero en el área financiera? No: síndrome de la Batalla de Puebla.

Y en espera del siguiente sueño de enchilada completa, el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP: Claroscuros en el panorama del envío de remesas a México) documentó que en mayo de 2013 el monto de las remesas fue de 2 mil 33.9 millones de dólares y registró una caída anual de 13.2 por ciento. De esa forma, el envío de remesas suma 11 meses consecutivos reduciéndose y acumula en el año una contracción de 10.3 por ciento, su peor deterioro desde la reciente crisis (en el periodo enero-mayo de 2009 disminuyeron 10.8 por ciento).

El retroceso en el monto de remesas en el quinto mes del año, aunado a la apreciación del tipo de cambio y la inflación (4.63 por ciento), tuvo un efecto negativo más profundo sobre los ingresos de los hogares mexicanos (una caída de 25.3 por ciento), precisa el CEFP. Esto es, si se consideran los pesos que los hogares en México captaron en términos reales, las familias dejaron de recibir, en promedio, 7 mil 772.2 pesos en mayo, lo que sin duda se traduce en menor consumo y deteriora el nivel de vida de los hogares mexicanos receptores de remesas.

Tal reducción en el envío de remesas está asociado a factores migratorios y laborales presentes en la economía estadunidense; no obstante, datos recientes de empleo para los mexicanos que trabajan en Estados Unidos dan cuenta de una mejora sustantiva en sus condiciones laborales: en mayo, la proporción de mexicanos laborando en aquel país alcanzó un registro máximo de 61 por ciento; además, en el segundo trimestre de 2013, los trabajadores mexicanos empleados de tiempo completo lograron un máximo de 11.5 millones y la tasa de desempleo fue de 8.6 por ciento, su menor registro desde el cuarto trimestre de 2008.

Para efectos internos, el desempeño de las remesas resulta alarmante no sólo en términos de la balanza de pagos, pues son una de las cinco principales fuentes de divisas al país, sino porque se han convertido en un complemento del ingreso de los hogares que las perciben. De acuerdo con el Conapo, en 2010 las remesas representaron entre 25 y 50 por ciento del ingreso familiar para una cuarta parte de los hogares mexicanos; incluso, para 53.7 por ciento de ellos las remesas constituyen casi una cuarta parte de su ingreso.

El CEFP subraya la importancia de identificar con claridad los factores que se encuentran detrás del deterioro del envío de remesas y adelantar su posible trayectoria, toda vez que se podrían requerir políticas adicionales para apoyar a los hogares y, quizás, al mercado laboral mexicano. Se debe poner especial énfasis en el aspecto laboral, dado que si Estados Unidos deja de ser una válvula de escape para la fuerza laboral mexicana, el mercado de trabajo de nuestro país enfrentará mayores presiones, y no hay que olvidar que aún mantenemos una elevada tasa de desempleo (4.9 por ciento en mayo), altos niveles de informalidad y bajas remuneraciones.

Las rebanadas del pastel

Va para tres años la muerte inducida de Mexicana de Aviación, y nadie resuelve nada, en medio del cochinero. Mientras los 8 mil 500 trabajadores de la aerolínea más veterana del país se quedaron sin chamba, sin pensiones y sin liquidación, Gastón Azcárraga –el impune responsable de todo esto, no sin la complicidad de sus amigos calderonistas como Javier Lozano y Juan Molinar Horcasitas, sin olvidar al tal Jelipe– no sólo se mantiene tan campante, sino que, para Ripley, pretende regresar al negocio (La Jornada, Gustavo Castillo y Fabiola Martínez).




Fuente: La Jornada | Carlos Fernández-Vega