domingo, 21 de julio de 2013

Otra vez, el agua profunda para Pemex | Incertidumbre y futuro energético

Otra vez, el agua profunda para Pemex : Antonio Gershenson

¿El director general de Pemex, lo mismo que otros altos funcionarios de la misma entidad, vuelve a señalar que se va a obtener petróleo de las aguas profundas. También se repiten las virtudes del gas de lutita o de shale, aunque han sido muy caros y su producción, en el primer caso, totalmente nula, y mínima la segunda, además de bastante sucia y agotadora de agua. Y hablan también de Chicontepec.

Hace más de 10 años, a principios del gobierno antepasado, se presentó al petróleo de aguas profundas como algo milagroso. Sin embargo, en estos más de 10 años, de las aguas profundas de México no ha salido ni una sola gota de petróleo, aunque sí se ha derrochado dinero a lo loco. Esa debe ser una causa: el dineral, porque no es fácil que se gaste muchísimo dinero sin obtener ni una gota de petróleo.

Del agua profunda, incluso a más de mil metros de profundidad, se hablaba de 15 años para empezar a producir. Ahora incluso ese plazo está en duda, si hablamos desde el principio. Es carísimo el asunto, porque además las costas –y ya no digamos los muelles– están muy lejos. Se ha estimado el costo de la perforación en aguas profundas en 10 veces más que la perforación normal.

Trataremos de mostrar cómo los jefes de las Aguas Profundas presumen de su trabajo. Dos perforaciones, Trion-1 y Supremos-1 otorgan mayor certidumbre a los recursos prospectivos del proyecto Área Perdido. Estamos ante una gran tabla de valores que tiene primero tres columnas de reservas, probadas, posibles y probables. Luego vienen otras dos columnas Recursos Prospectivos. Esto quiere decir que los prospectivos no son reservas, que estaban en las tres columnas. Y los recursos de agua profundas, entonces, no son verdaderos recursos y menos aún probados.

Luego hablan de reservas descubiertas –pero 3P– o sea que incluyen hasta las posibles, las cuales incluyen las que tienen 10 por ciento de probabilidad de existir. Hasta el momento, la gran mayorías de esas dudosas reservas son de gas natural. Y no son tan fáciles de extraer.

De su famosa profundidad, hay que sacar el gas en tubería, hasta los lejanos almacenamientos. ¿Quince años? Es posible, pero no es seguro.

Hay una posibilidad que puede frenar este glorioso proceso: ¿cual será el precio del gas natural en ese momento? ¿Y cuál será el costo de todo este proceso de producción, desde el gasto que ya se hizo durante más de 10 años?

El dinero que se gastó, según Pemex, la inversión total de 2002 a 2011, fue de 49 mil millones de pesos. Y por esta cantidad no se obtuvo hasta el momento nada de gas natural ni menos aún ni una gota de petróleo.

Vamos a darnos una idea de la precisión de las precisiones de jefes de Pemex en aguas profundas. Son 21 pozos en total y la mitad falló totalmente. El que tiene más recursos prospectivos, el CP Perdido, tiene entre 100 y 600 millones de barriles de petróleo crudo equivalente. ¿Mucha precisión, no?

Uno menor, Temoa, tiene entre 20 y 270 barriles. Más de diez veces de diferencia entre una y otra posibilidades.

Todos son recursos prospectivos, o sea que ninguno tiene ni reservas reales ni menos aún producción real.

Hasta aquí llegamos con las aguas profundas. Nos referimos de manera breve a los otros aspectos a los que se refirió el director de Pemex.

Ya hemos hablado de Chicontepec. Mencionamos sólo dos, que refutan a los funcionarios. El programa de este sitio para producción de petróleo fue de 79 mil barriles en enero, y subir hasta diciembre para105 mil barriles. La realidad fue lo contrario. Con un similar inicio, cayó a 65 mil barriles en julio. El programa para ese mes debía ser 96 mil barriles, por lo que la producción bajó frente a lo programado en 68 por ciento.

Otro ejemplo. En Chicontepec, en promedio se producen 27 barriles diarios por pozo. En varias partes del sudoeste, hay pozos que producen miles de barriles diarios, y el costo de producción es mucho menor.

El otro caso del que nos ocupamos brevemente, el del gas de lutita o del shale. Se derrocha agua, ensucia en serio, y los pozos duran muy poco produciendo. Se quiere poner como ejemplo a Estados Unidos, pese a que en ese país hay numerosos problemas con la población, con el agua y con el ambiente. Se quiere poner como ejemplo a ese país también en las aguas profundas, aunque ahí sí aumentó su producción.

Sin embargo, copiando a las aguas profundas que en Estados Unidos sí funcionaron y aquí acabamos en el desastre que ha sido en México, no quiere decir que copiando a la lutita en ese país vamos a producir mucho.

¿Por qué no seguimos nuestros propios ejemplos, los mejores de Pemex? Está por concluirse el pozo Xux 1DL, cuando los pozos de Tsimin, Kinbé y otros son muy productivos en esa misma área. Es muy posible que el nuevo Xux lo sea también.

Incertidumbre y futuro energético:  José Antonio Rojas Nieto

El panorama energético de nuestro país es delicado. ¿Cómo puede ser, si en el sexenio anterior las arcas públicas recibieron 375 mil millones de dólares de 2012 por concepto de derechos de extracción de hidrocarburos, excedentes petroleros? ¿Cómo explicarlo cuando –más aún– en los dos sexenios de gobiernos del PAN ingresaron 600 mil millones también de dólares de 2012 por esos excedentes petroleros? Estos ingresos fiscales de los gobiernos del partido azul corresponden –como bien me corrigieron mi error (de dedo, digo en descargo) algunos amables y comprensivos lectores– al 63 por ciento del total de excedentes petroleros recibidos del gobierno de López Portillo en adelante. Y sí, los gobiernos del PRI recibieron 37 por ciento restante.

¡Gran paradoja! ¡Industria petrolera débil, sostén financiero del Estado! ¡Y de una tasa fiscal del orden de 10 por ciento, una de las más bajas del mundo! Lo dice el Plan Nacional de Desarrollo. ¡Qué terrible! Por eso, es cierto que mi queridísimo amigo Gustavo Madero se equivoca en su propuesta de abrir todo a todos.

Y le digo: “de veras que sí, mi Gus…quienes desde hace más de 30 años han seguido las informaciones oficiales y los análisis de estudiosos del asunto energético de mucho respeto no pueden menos que asegurar que esa propuesta del PAN no sólo es inadecuada, sino regresiva. ¿Quién concentrará el poder que –pese a todo– proporciona un costo de producción del crudo todavía muy inferior al costo ‘marcador’ del mercado mundial? Esa propuesta ‘aperturista indiscriminada’ ni siquiera garantiza el fortalecimiento de la industria petrolera en nuestro país, como –según se asegura en el Plan Nacional de Desarrollo– lo desea el nuevo gobierno. Ah, y los partidos del pacto. Si tus asesores técnicos del PAN analizaran con cuidado, por ejemplo, el lamentable acontecimiento del derrame de petróleo en Macondo en el Golfo de México por la explosión de abril de 2010, incluido el juicio de Obama sobre el comportamiento de contratistas y reguladores –descubrirían un ‘cochinero’ (Obama dixit)– que en nada envidiaría al que denunciaste para el caso del manejo de fondos de desarrollo social en Veracruz”.

Bueno, pero lo único cierto es que el futuro de nuestra querida industria energética –petróleo y electricidad– es incierto. Golpeada por estructuras sindicales corporativas corruptas, por contratistas voraces y por una burocracia que muchas veces deambula y sobrevive sin compromisos de fondo con el sector, nuestra industria energética vive una de las más pobres etapas de su historia reciente, con una crisis financiera muy aguda.

En el caso de la petrolera, a más de la declinación casi crónica –con débil freno en los últimos dos años– de la producción de crudo, se vive una situación muy crítica en el abasto y disponibilidad de gas natural. Esta afecta drásticamente las actividades industriales, aunque no sólo. Y es que en una acción un tanto riesgosa –por decir lo menos– se impulsó la sustitución del gas licuado del petróleo por gas natural en el sector doméstico. La colonia Roma, por cierto y por ejemplo, ya está toda perforada. Y no hay gas natural. ¿Por qué riesgosa, entonces? Por la falta de garantía firme de la disponibilidad de este gas natural. Y, de nuevo, ¿por qué esa falta de garantía? Por un lado, por la raquítica evolución de las reservas y la producción interna de este hidrocarburo que, además, se enfrenta con la necesidad fiscal de reinyectar el gas para extraer el petróleo de los excedentes que van al fisco.

Pero también –y como expresión de un fracaso del aliento a la competencia en este sector– la falta de desarrollo de una red de gasoductos capaz de permitir –a pesar de la ambivalencia y los riesgos del hecho– acceder a importaciones complementarias de gas natural de nuestros vecinos. Y es que no obstante que en términos de los últimos 10 años Estados Unidos concentra 22 por ciento de la demanda mundial de gas natural cercana a 300 mil millones de pies cúbicos al día, pese a su consumo actual de 70 mil millones de pies cúbicos diarios, viven un auge de este combustible del cual han dispuesto ya no sólo en volúmenes crecientes (hay, por cierto, un debate sobre su duración, dado su origen en las lutitas), sino en precios inferiores a las cotizaciones internacionales: apenas cerca de tres dólares por unidad térmica británica en 2012 en el marcador de Henry Hub, en Luisiana (hoy cerca de cuatro dólares).

Mientras que, por ejemplo, en la región Asia Pacífico, con casi 20 por ciento de la demanda mundial –también en los últimos 10 años– y un consumo actual diario cercano a 60 mil millones de pies cúbicos, la cotización en 2012 fue del orden de 16 dólares por la misma unidad, considerando el marcador de referencia para Japón y Corea, el famoso JKM (Japan/Korea Marker).

Finalmente, y para sólo dar otro ejemplo más, en la mismísima Europa que consume 33 por ciento de la demanda mundial, actualmente cerca de 105 mil millones de pies cúbicos al día (la mitad para los países de la Unión Europea), la cotización de los centros importadores fue del orden de los ocho dólares, resultado de importaciones por ducto que rondan los 37 mil millones de pies cúbicos al día, de Rusia con 33 por ciento, Noruega con 27 por ciento y noreste de África (Argelia, Egipto y Libia, principalmente) con 15 por ciento. Pero también de gas natural licuado hasta por cerca de 7 mil millones de pies cúbicos al día, con proveedores diversos.

Así, las llamadas en nuestro país alertas críticas de gas nos han puesto de frente a esta situación mundial, acaso como ya hace varios años el creciente y acelerado (y regresivo, me permito añadir) consumo de gasolinas y diésel para el transporte de nuestro país nos puso de frente a nuestra carencia de petrolíferos refinados y la necesidad de importaciones de Estados Unidos. Sí, hoy importamos poco más de 500 mil barriles diarios de gasolinas y diésel, equivalentes a poco más de 40 por ciento de un consumo cercano al millón 200 mil barriles al día, con una factura de importación cercana a los 30 mil millones de dólares en 2012. Bueno, todo esto para decir que vivimos momentos muy pero muy delicados. Y que a propósito de la ya tan mencionada reforma energética es preciso –como bien dice el Evangelio– ser prudentes como las palomas y astutos como las serpientes. Al menos. De veras.




Fuente: La Jornada | Antonio Gershenson | José Antonio Rojas Nieto