sábado, 29 de septiembre de 2012

El petista Orive respaldó la postura del PRI y precipitó aprobación de la reforma

Su voto dio mayoría a postura que deja inamovibles privilegios de dirigencias sindicales
Sólo cuatro días ocuparon los diputados federales para dirimir el contenido de la reforma a la Ley Federal del Trabajo. Ayer al mediodía la aprobación del dictamen se precipitó cuando Adolfo Orive Bellinger, del PT, respaldó a PRI, PVEM y Panal en la postura de sostener inamovibles los privilegios de los dirigentes sindicales.

La comisión especial encargada de dictaminar la iniciativa reanudó ayer sus trabajos, una vez que su presidente, Carlos Aceves del Olmo, se repuso de un cuadro de fatiga que la víspera provocó la suspensión del trabajo en ese órgano camaral.

Al abordarse el artículo 371 de la propuesta, los representantes de PRD y PAN llevaron a la mesa sus respectivas propuestas para adicionar el contenido del texto y otorgarle dientes a la ley para obligar a todos los sindicatos a transparentar sus cuentas y democracia interna.

Para la panista Esther Quintana, debería protegerse la confidencialidad, autenticidad y libertad de los trabajadores al ejercerse el voto. Es una garantía social, íntimamente ligada a las libertades de expresión y asociación, dijo.

Rechazo a esquema corporativo

El perredista Martí Batres apremió a dar el paso histórico para dejar atrás el esquema corporativo y avanzar hacia la democracia. Todos debemos caminar hacia ella para establecer que el procedimiento para elección de los dirigentes sindicales deberá ser mediante voto libre, directo y secreto.

La réplica de Ricardo Aldana, ex tesorero del sindicato de trabajadores de Pemex (y ahora presidente del Comité de Vigilancia de esa organización gremial), pretendió ser lapidaria porque defendió las grandes prerrogativas que recibe. Incluso centró su alocución en la legalidad y en una realidad ajena a la que se vive en su organización.

Es un tema que molesta a los diputados. Que se lea el artículo tercero del convenio internacional 87 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), porque de ahí debemos partir, de la legalidad, y no podemos atentar contra la Constitución ni las leyes. Las luchas sindicales se han dado para que se les respete el derecho a elegir libremente a sus representantes y administrar sus bienes de la misma manera. ¡En esta propuesta hay criterios que se salen de la ley!

Con dureza e ironía y apuntando en dirección del responsable del escándalo conocido como Pemexgate, el perredista Silvano Blanco preguntó a los dirigentes sindicales del priísmo: “¿a qué le temen? Los sindicatos sí se preocupan por los trabajadores, utilizan adecuadamente el recurso público, pero ahí está el Pemexgate. No le deben temer a las dirigencias sindicales electas por el voto libre, directo y secreto”.

Para cerrar la pinza a favor de la protección de las actuales prerrogativas de las dirigencias sindicales, Fernando Salgado (PRI) presentó una reserva para que se conservara el texto propuesto por la comisión. Y ésta fue la que se votó. Se mantuvo la redacción original por 16 votos a favor y 14 en contra: PRI, PVEM y Panal conjuntaron 15 votos, más el que les otorgó de forma acrítica Orive.

La decisión del petista provocó enojo en el PRD, porque si se echaban abajo los términos del dictamen, y esa tendencia se conservaba en el pleno, al enviarse al Senado para su ratificación, éste lo regresaría con cambios al mismo artículo 371, y eso implicaría que el dictamen fuera al archivo legislativo.

Para Miguel Alonso Raya, la decisión de Orive fue una traición. Metimos juntos las reservas en acuerdo con Alberto Anaya y Ricardo Monreal. Esto equivale a lo que Francisco José Paoli Bolio hizo con el Fobaproa, cuando siendo presidente de la Cámara se salió a orinar y su voto faltante incidió en la mayor deuda histórica de los mexicanos.

Al concluir la reunión del órgano legislativo, Adolfo Orive dio muestra de no entender lo que había votado.

–¿Lo compraron en esta comisión? –se le preguntó.

–A mí no me compraron.

–Usted estuvo en desacuerdo desde el principio. ¿Por qué votar entonces a favor?

–Porque, se lo digo con todas sus letras: no vote con el PRI, vote con los sindicatos.

–¿Habló de esto con su coordinador, Alberto Anaya?

–No, el coordinador Anaya me dio la responsabilidad de participar aquí. Yo soy diputado, tengo la libertad de votar conforme a mi historia y mi conciencia.

–Sus compañeros de la izquierda lo están llamando traidor.

–Mire, este, no es la primera vez. Llevo 54 años siendo luchador social. Hay todas las diferencias del mundo. Si quiere le doy información sobre otro que me llamó traidor alguna vez, que se llama Sebastián Guillén, el subcomandante Marcos, y creo que al final se ha demostrado que he sido bastante más consecuente que Sebastián Guillén.

Ocho horas después, cuando su voto era un hecho consumado –y por reglamento éste no se puede modificar– envió una misiva a Aceves del Olmo, asumiendo su error.

Emití el voto contra la reserva a título personal y no del grupo parlamentario del PT. Por lo que al no reflejar mi postura la del PT, y después de una reunión llevada a cabo en el seno de éste, le informo que el voto de mi grupo parlamentario es en sentido favorable a la reserva (sic).


Se deslinda el PT de su legislador

La fracción del Partido del Trabajo no va con la posición que adoptó el diputado Adolfo Orive, dijo ayer el dirigente de esa fuerza política, Alberto Anaya, quien se dio a la tarea de convencer a su correligionario de cambiar el sentido de su voto.

Orive votó ayer en contra de incluir la democracia y la transparencia sindical en el dictamen de la iniciativa de reforma laboral discutida en la Cámara de Diputados. Esto, en oposición a la postura que adoptaron PT, PRD y Movimiento Ciudadano.

La decisión del petista Orive no sólo le generó criticas del frente legislativo de izquierda, sino también del PAN, que incluso lo calificó de traidor.

Consultado sobre el tema, Anaya se deslindó de la posición de Orive. El Partido del Trabajo no va con eso.

Luego de que Orive sufragó a favor de la posición priísta, trascendió que el propio Anaya se dio a la tarea de convencerlo para que cambiara el sentido de su voto.

Por medio de una carta, Orive reculó, pero por reglamento ya no era posible modificar el voto.




Fuente: La Jornada