El hoyo por donde Joaquín Guzmán Loera se fugó de El Altiplano. Foto: Cuartoscuro.
Con la fuga de Joaquín Archivaldo Guzmán Loera del penal de alta seguridad de “El Altiplano”, que en palabras del Miguel Ángel Osorio Chong, Secretario de Gobernación, fue una “acción insólita”, no sólo “se echó a perder la visita de Estado a Francia del Presidente de México, Enrique Peña Nieto”, sino que también “se distrajo la atención de la apertura del sector energético de México del 15 de julio” y quedó un “rastro de preguntas dolorosas”, publica The Economist.
El semanario británico dice en su edición de esta semana que la principal de estas interrogantes es: “¿qué se puede decir sobre las instituciones de México, cuando su más famoso criminal pudo salir de una prisión federal que está protegida por una zona de exclusión aérea?”.
El medio critica además el que Miguel Ángel Osorio Chong, “quien fue enviado a su casa desde París para liderar la persecución”, sugiriera que el problema eran las reglas que permiten a los reclusos bañarse en privado.
“Eso, él lo sabe, es lo de menos. Todo apunta a la complicidad de funcionarios de la prisión, aunque no está claro si fueron sobornados [...] amenazados, o ambos”.
The Economist dice que después de este último “desastre” la presión se ha centrado en Peña Nieto para despedir a Osorio Chong, pero “hasta ahora, no hay ninguna señal de que lo hará”.
“Si se queda en el cargo, Osorio tendrá que apaciguar a un gobierno estadounidense enojado, cuyas agencias de seguridad fueron fundamentales para capturar a ‘El Chapo’ el año pasado. [...] Si el señor Guzmán es recapturado, Estados Unidos presionará para que lo envíen a una cárcel estadounidense, lejos de los lugares donde su pandilla ejerce el poder”, dice la publicación.
El medio asegura que si un funcionario de alto rango no es responsabilizado por el escape, “la inestable credibilidad del gobierno del señor Peña sufrirá más”. Dice que el Gobierno federal “ha sido siempre reacio a asumir la responsabilidad de la corrupción endémica y la debilidad institucional”.
Como ejemplo menciona la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa y refiere que “el gobierno culpó sólo las autoridades locales, como si ese tipo de corrupción no eran omnipresentes en todos los niveles del Estado”
Dice que aunque las autoridades pueden afirmar que en general México ha hecho un buen trabajo en los últimos años al mantener a sus prisioneros encerrados, la verdad es que la “espectacular fuga de ‘El Chapo’, impresionó a pocos mexicanos”.
Indica que incluso antes de que él se fugara “de lo que se supone que es la prisión más segura de México ya era conocido por ser aficionado a los túneles. Menciona que “durante décadas la organización del tráfico de drogas, con sede en el estado norteño de Sinaloa, ha hecho túneles para mover drogas, personas, dinero y armas a través de la frontera de México con Estados Unidos”.
“La pieza maestra subterránea del cártel es, sin duda, el túnel a través del cual el señor Guzmán, también conocido como ‘El Chapo’, huyó poco más de un año después de su captura. Casi una milla de largo, y lo suficientemente alto para que el barón diminutivo de las drogas lo atravesará sin agacharse. Estaba equipado con tubos de ventilación y una motocicleta montada sobre rieles, que al parecer fue utilizada para transportar los escombros. Éste iba de la ducha en su celda de la cárcel a una casa recién construida en una colina con vistas a la prisión y cercana a una base militar”, precisa el reporte.
Y agrega: ”Esta es la segunda vez que ‘El Chapo’ se ha escapado de una cárcel mexicana; en 2001 huyó vestido como un guardia de la prisión o en un camión de lavandería (nadie está seguro). Luego de su recaptura en 2014, el señor Peña, dijo que otro de escape sería ‘imperdonable [...] esto [su escape] agriará las relaciones con Estados Unidos, que había querido extraditar de México al Señor Guzmán después de su recaptura”.
Dice que la fuga de Guzmán Loera también plantea interrogantes sobre el futuro del Cártel de Sinaloa, “el más poderoso grupo de narcotraficantes del país, cuyos miembros son conocidos por matar y, a veces cortar a sus enemigos”.
“Incluso si el fugitivo es hallado, la mayoría de las preguntas se mantendrá, junto con la humillación que representó su desaparición”, dice.
Refiere que mientras que Guzmán Loera estaba tras las rejas, el Cártel de Sinaloa llevó a cabo sus negocios de manera normal, por lo que su regreso al servicio activo, si eso es lo que se propone, podría escalar guerras de la droga de México.
“Después de su fuga anterior el grupo se expandió en el territorio de otros traficantes. Eso provocó una guerra entre bandas y con la policía, que ha dejado quizás 100 mil personas muertas en los últimos ocho años. Hoy en día, muchos de los rivales de los sinaloenses se han debilitado por las detenciones y las muertes de sus líderes”, publica el medio.
Fuente: Sin Embargo| La Redacción