¿Qué te pasa, Aristegui?, algunos cuestionan en lo que suponen es una “traición a la izquierda”, parafraseando el “¿Qué te pasa, Televisa?” que la periodista pronunció en mayo contra un desplegado de la televisora en su contra. La verdad es que nada le pasa. Quien quiera ideología en un periodista, lo verá en la calle.
por Alberto Buitre
Colaboré con Carmen Aristegui a finales del año 2007, cuando ella aún conducía el noticiario radiofónico estelar de Televisa en Cadena W. Derivado de la violenta represión a pobladores del municipio de Zimapán, Hidalgo, por su resistencia a la imposición de un tiradero de desechos tóxicos, la producción del noticiario me pidió hacer un reporte al aire del conflicto. Reporté el abuso policiaco y aprehensión ilegal de 47 pobladores, entre ellos, niños y mujeres, además de la tortura a un líder de ese movimiento. La nota quedó ahí y a continuación, la producción sólo contó con las versiones oficiales de Gobierno del Estado. Y sin embargo, los hechos violentos continuaron al punto de la instauración de cercos de granaderos federales en el lugar para permitir la operación del tiradero sin permisos ni del pueblo ni del Ayuntamiento. Pero la producción de Aristegui no volvió a tomar las llamadas.
Un mes después, en enero de 2008, Televisa echó a Aristegui de W. La empresa y el consorcio español
Grupo Prisa, socia mayoritaria de Televisa Radio, decidieron prescindir del que entonces era el noticiario radiofónico más exitoso en México. Poco después, CNN arropó a la periodista y casi enseguida, Aristegui encontró un nuevo espacio de radio en MVS, al lado de la familia Vargas, uno de los principales socios mediáticos del hombre más rico del mundo, Carlos Slim, y adversario empresarial de Emilio Azcárraga, dueño de Televisa, en la disputa de una tercera cadena de televisión y del apoderamiento de las comunicaciones. Entonces Aristegui tomó partido.
Las cosas entre Aristegui y MVS estuvieron bien hasta febrero del 2011, cuando la empresa decidió echarla en una obediencia política-financiera. Desde la Presidencia del país se presionó para escarmentar laboralmente a la periodista por haber hecho eco de los cuestionamientos al presunto alcoholismo de Felipe Calderón. Pero una semana después y sin que haya quedado claro en qué términos ni negociaciones, Aristegui volvió a la titularidad de su noticiario.
A partir de entonces, la periodista asumió su papel como alfil en una lucha intermonopólica entre Slim, su nuevo jefe, y Azcárraga, su antiguo patrón. Su noticiario está manufacturado para poner el dedo sobre la llaga de Televisa y su círculo político. Fue el caso de Enrique Peña Nieto durante la campaña presidencial y así ha sido con otros, otras, políticos, periodistas o empresarios que pululan alrededor del dinero de Azcárraga. Resultaba fácil considerarla una “periodista progresista” -o como el PRD y aliados la llamaban: “la mejor periodista de México”-, si como eje editorial tienes a un grupo de poder fáctico que detenta el 80 por ciento de las telecomunicaciones, lo cual le ha permitido someter desde alcaldes hasta el Presidente de la República.
Me es inevitable comparar la valentía de Aristegui en los términos de Lydia Cacho, recientemente autoexilidada, o Anabel Hernández, en la mira del narcopoder, o Guadalupe Lizárraga, víctima de acoso tras investigar el telón de fondo en los feminicidios de Ciudad Juárez. Carmen Aristegui sin duda es una periodista valiente, y con el respaldo de Carlos Slim, no debe ser tan difícil serlo.
El problema, en todo caso, es de quienes creyeron que Aristegui era una aliada política, una periodista “de izquierda”, tanto que hasta cercaron W Radio y MVS en las veces que la corrieron. Supuse para ellos algo más que agradecimiento por parte de la periodista, pero no fue así. En realidad, Aristegui no devolvió nada y la verdad es que no tenía por qué hacerlo. Es lo que es, una trabajadora tristemente alienada al moratorio en turno. Reclutada en cabina, ganando premios y cobrando mejor.
Me costó tiempo darme cuenta de ello, desde la época breve en que colaboré con ella. Por eso no me sorprendió la demanda que interpuso ante el IFE contra el Movimiento Progresista por el uso indebido de un audio de su propiedad. Y no me sorprendió tanto porque estos partidos sí usufructúan un material ajeno sin permiso de su autora, y porque la mentada autora, es cojonudamente desmemoriada con la coalición que la defendió y aplaudió en público y en privado. Es que, como dicen, que en política mexicana, tu amigo de hoy, es tu enemigo de mañana. La diferencia está en quién paga. ¿Qué te pasa, Aristegui?, algunos cuestionan en lo que suponen es una “traición a la izquierda”, parafraseando el “¿Qué te pasa, Televisa?” que la periodista pronunció en mayo contra un desplegado de la televisora en su contra. La verdad es que nada le pasa. Quien quiera ideología en un periodista, lo verá en la calle.
El autor es periodista Premio Nacional de Periodismo contra la Discriminación en México. Dirige la agencia de comunicación alternativa Desde abajo.
Fuente: Desde Abajo