La cadena de supermercados Wal-Mart ha basado su crecimiento económico en la explotación laboral de sus empleados, el pago injusto a sus proveedores y la corrupción en todos los niveles del gobierno, por lo que es urgente frenar dichas prácticas e investigar las actividades de la multinacional no sólo en México, sino en el resto del mundo, advirtieron integrantes de diversas organizaciones sociales.
Alfonso Bouzas, académico del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, advirtió en conferencia de prensa que Wal-Mart contrata a su personal en el Distrito Federal por tienda, no por región, y para ello recurre a tres asociaciones sindicales que compiten entre sí para ofrecerle a la compañía el pago de salarios más bajos.
Dichas agrupaciones, indicó, elaboran contratos colectivos de protección patronal que no cobran un peso de cuotas a sus afiliados, porque no responden a sus intereses, y donde fijan salarios que van de 66 a 160 pesos al día; con jornadas de ocho horas o más; horario y días de descanso cambiantes; derecho de cambiar al trabajador de tienda; polivalencia de funciones y posibilidad de rescindir el contrato en cualquier momento.
Esteban Conde, de la Unión de Trabajadores de Wal-Mart, explicó por su parte que debido a las pésimas condiciones laborales de la compañía, varios empleados comenzaron a organizarse de forma clandestina a partir de junio de 2006, y ante sus peticiones de salario digno y respeto de derechos elementales, se respondió con amenazas, acoso y despidos injustificados.
Si bien es cierto que la empresa tiene en México más de 230 mil empleados, apuntó, por cada 10 personas que se incorporan a ella, hay cuatro que la dejan, y esa rotación de personal de 40 por ciento –con un promedio de dos años de permanencia– se debe a que por dentro Wal-Mart está putrefacta.
Valeria Escorza, subdirectora de la Asociación Proyecto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, expuso algunas de las conclusiones del estudio Lo barato sale caro, realizado en 2005, entre las cuales figura el hecho de que Wal-Mart no paga ningún salario a sus empacadores; solicita pruebas de embarazo a las mujeres para ingresar y permanecer en la nómina, y obstaculiza el ascenso laboral de su personal femenino.
Christy Hoffmann, subdirectora de la organización mundial de sindicatos UNI, alertó que la trasnacional recurre a escala global a prácticas de corrupción para dominar el mercado de abastecimiento, violando en el camino los derechos más elementales de sus empleados, afectando el medio ambiente y quebrando a los pequeños negocios de la localidad donde se asienta, por lo que pidió una investigación sobre su forma de actuar en todo el mundo.
Víctor Báez, secretario general de la Central Sindical de Trabajadores de las Américas, lamentó que los contratos colectivos de protección patronal –90 por ciento del total en México– sólo empobrecen más a la clase obrera del país, y anunció que se pondrá en marcha una iniciativa internacional contra dichos esquemas, lo cual pondrá en el banquillo de los acusados a varias empresas.
Fuente: La Jornada
Se privilegia a Wal-Mart desde el poder público, acusa ONG
Favorable trato fiscal y tolerar violación de derechos laborales, ejemplos de favoritismo
Paga de impuestos 1.60 por cada 100 pesos que vende, cuando a Pemex se le cobra 55%
Cuando Wal-Mart plantó pie en México, en 1991, durante el gobierno del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, el trato desde el poder público a la empresa fue de privilegio. No se explica el vertiginoso crecimiento de esa empresa sin el apoyo desde las altas esferas gubernamentales, considera Enrique Bonilla, quien dirige una organización civil que ha buscado hacer conciencia pública del efecto de la firma estadunidense sobre el pequeño y mediano comercio y el mercado de trabajo en la economía mexicana.
Un trato fiscal favorable y hacer la vista gorda ante la violación de derechos laborales son dos ejemplos concretos del privilegio que la compañía recibió del poder público apenas llegada al país, según Enrique Bonilla, dirigente del Frente Nacional contra Wal-Mart.
Explica: Wal-Mart paga 1.60 pesos de impuesto por cada 100 pesos que vende. En el otro extremo tiene a Petróleos Mexicanos, que es gravada con un impuesto equivalente a 55 pesos por cada 100 que vende. El otro caso es el laboral. La empresa estadounidense tiene a su servicio en las tiendas en México a personas a las que simplemente no paga un sueldo, como los empaquetadores en cajas y cuidadores de autos en estacionamientos, que laboran para la empresa sin otra retribución que las propinas de los consumidores.
¿A cuántas empresas se les dan esas facilidades? Wal-Mart las tuvo desde el primer momento, desde que llegó al país en el gobierno de Carlos Salinas, dice.
Wal-Mart plantó pie en México en 1991, al asociarse con Jerónimo Arango, un empresario mexicano que en 1958 tuvo la idea de vender todo tipo de productos en un mismo lugar a precios bajos y en grandes cantidades. Para ello, fundó Central de Ropa, marca que con el tiempo devino en Aurrerá, un término que en vasco significa adelante. En 1991, Cifra, controladora de Aurrerá, se asoció con la estadunidense Wal-Mart, empresa que, finalmente, en 1997 se quedó con todo el negocio.
Jerónimo Arango y sus hermanos Manuel y Plácido tienen una riqueza de 4 mil millones de dólares, según la más reciente actualización de la revista Forbes sobre los hombres más ricos del mundo. Jerónimo, de acuerdo con la publicación de marzo pasado, vive tranquilamente en Los Ángeles; Manuel es desarrollador inmobiliario, y Plácido, coleccionista de arte.
En 1998, el primer año después de que adquirió la totalidad del negocio en México, Wal-Mart tenía 496 unidades en el país bajo diferentes marcas: la propia Wal-Mart, Suburbia, Superama, Vips, entre otras. Una década después había duplicado su presencia: mil 472 tiendas, universo que llegó a 2 mil 95 a finales de 2011. De hecho, el año pasado la trasnacional abrió 365 unidades, es decir, una por día en promedio, según datos tomados de los reportes financieros anuales de esa empresa.
México es el país que más utilidades da en el mundo a WalMart, porque es el país en el que sus autoridades más se agachan, las que le dan más oportunidades y ello ha sido así desde que llegaron, planteó Bonilla, quien en 2004 comenzó a investigar sobre la compañía a raíz de que buscó abrir una tienda cerca de su domicilio en Atizapán, proyecto que a la postre fue impedido por la inconformidad vecinal. A ellos (la empresa) les va muy bien porque los tratan muy bien desde el gobierno.
En el primer trimestre de este año, Wal Mart reportó en México una ganancia de 4 mil 710.5 millones de pesos.
Bonilla asegura: el gobierno del (ex presidente) Carlos Salinas dio todas las facilidades a Wal-Mart cuando llegó a México. Fueron cosas muy concretas: un trato tributario risible que les permitió pagar 1.60 pesos de impuestos por cada 100 pesos de venta, mientras, por contraste, Petróleos Mexicanos paga 55 pesos por cada 100 vendidos.
También desde que llegó a México el gobierno volteó para otro lado respecto de la conducta de Wal-Mart como patrón. La empresa, en los últimos 10 años, se ha ahorrado el pago de sueldos por 84 mil millones de pesos, al tener a su servicio a personas a las que no retribuye con un salario fijo y prestaciones, como los empaquetadores –los populares cerillos– o a quienes trabajan en los estacionamientos. Los tienen como esclavos, es decir, sin salario. Esa cantidad que han dejado de pagar en un año equivale al presupuesto de la Secretaría de Comunicaciones, compara.
El crecimiento que ha tenido Wal-Mart en México, tan fuerte, no se explica sin la ayuda y apoyo de grupos políticos poderosos, dice Bonilla, quien organiza para el próximo primero de junio –fecha de aniversario de la compañía– una protesta afuera de la oficina corporativa de la empresa en el Distrito Federal.
Fuente: La Jornada