Es, sin duda, una buena noticia. Porque hasta ahora las centrales de trabajadores lo único que han logrado ha sido hacerse cómplices de las maniobras del Estado para perjudicar a los trabajadores. No me extraña que haya sido el pleno del Sindicato Mexicano de Electricistas el que haya propuesto la idea bajo la influencia, sin la menor duda, de Pablo González Casanova, quien tanto ha hecho por el movimiento obrero.
Hay sindicatos muy importantes que al parecer se han unido a la idea, entre ellos los mineros, de Educación, la Alianza de Tranviarios, los sindicatos de trabajadores del transporte del Distrito Federal, los académicos de la Universidad Autónoma de Chapingo, e Independiente de trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana, el Consejo Nacional de Trabajadores y el Independiente del Metro entre otros, según leemos en La Jornada del viernes pasado. No faltarán, por supuesto otras agrupaciones que sigan los mismos pasos.
Es normal que esto suceda. Porque ante el fenómeno indeseable del desempleo, lo cierto es que las grandes centrales sindicales no han hecho nada positivo por impedir su desarrollo de acuerdo a su condición real de servidoras del Estado y por lo mismo del sector patronal.
Se vislumbra con ello la posibilidad de que se haga efectiva la solidaridad sindical como motivo de huelga hoy previsto en la fracción VI del artículo 450 de la Ley Federal del Trabajo, que siempre ha sido visto con terror por el empresariado y, desde luego, por las autoridades, porque es evidente que constituye el antecedente fundamental de la huelga general, método de lucha social que en tiempos remotos fue defendido nada menos que por Rosa Luxemburgo, lideresa inolvidable del movimiento obrero alemán.
Y es que la huelga general no sólo tiene un propósito social sino, esencialmente, un objetivo político, porque puede ser el pretexto para un cambio en la estructura de gobierno de cualquier país, con fuerza suficiente para superar decisiones de inexistencia que hoy constituyen el arma fundamental de los empresarios y del Estado frente el movimiento obrero.
Me complace que haya sido Pablo González Casanova, de la mano de Martín Esparza, secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas, hoy en lucha frontal contra el gobierno que, sin derecho alguno, deshizo la compañía Luz y Fuerza del Centro, despidiendo a miles de trabajadores que siguen combatiendo por su reinstalación. No hay que olvidar que el SME tiene una tradición histórica de lucha contra el gobierno, como ocurrió en 1916, siendo Jefe del Ejecutivo Venustiano Carranza, quien se atrevió a poner en vigor un decreto estableciendo la pena de muerte contra los trabajadores huelguistas, a quienes sometió a un jurado militar siendo civiles y violando con ello la Constitución de 1857, entonces vigente.
Finalmente, el 5 de febrero de 1917 firmó la promulgación de un decreto que puso en vigor la Constitución actual, que consideró al derecho de huelga como una garantía constitucional.
La nueva central tendrá sin duda alguna tareas muy importantes que llevar a cabo.
Fuente: La Jornada