Para lograr que Felipe Calderón no se sintiera fuera de lugar en Washington durante la exposición de su ponencia en el marco de la Sexta Cátedra Henry Kissinger, fue necesario que llevara hasta ese sitio a los empresarios Roberto González Barrera, “el maseco”, el consuegro del profesor Hank González, el hombre que le hizo ver a don Felipe que Jorge Hank es inocente de los cargos que le han venido imputando –y es que el apellido también lo llevan sus nietos-, y a Manuel Arango, al titular de Hacienda, José Antonio Meade, al de Economía, Bruno Ferrari, y a Patricia Espinoza de Relaciones Exteriores, así como al embajador Arturo Sarukhan. Y sus temores no eran para menos ya que él mismo no puede engañarse de la forma en la que pretende que los demás lo estén.
En su ponencia, el inquilino de los Pinos presumió que gracias a su administración –bien dicho, porque no es gobierno- se ha podido lograr la cobertura universal de salud. Lo que no explicó es cómo le pudo hacer si ni siquiera ha levantado una sola clínica más, ni ha generado más plazas para médicos, ni enfermeras, si ha reducido sustancialmente el cuadro de medicamentos básicos, si tampoco se han construido más hospitales y mucho menos se han reequipado los ya existentes para tener más capacidad para atención. Eso no lo dijo. Habló de la reducción en la tasa de deforestación con la seguridad que da el pretender tapar el sol con un dedo ya que no ha transcurrido ni una semana de la masacre de ejidatarios que se niegan a que sigan explotando sus bosques, que tuvo lugar en Cherán, Michoacán, y que fue perpetrada por talamontes.
Mencionó el aumento en la tasa de tratamiento de agua y el aumento en el número de ingenieros que egresan de las universidades cada año en nuestro país. Sobre lo primero también pudo tener esas expresiones porque si alguno de los asistentes le hubiese puesto en la cara el número de chilangos, por ejemplo, que carecen del vital líquido y el porcentaje de los que lo reciben a cuenta gotas y tal información hubiese abarcado las extensas zonas que se vieron afectadas hasta el punto de casi desaparecer por la falta del vital líquido y lo que sucede en el Estado de México, en los miles de hogares que se asientan en los dizque modernos fraccionamientos, la respuesta se daría en el sentido de los que ahí gobiernan localmente son los culpables de todos los males por no tener la camiseta blanquiazul.
En cuanto al número de ingenieros que egresan de las universidades, también podría haber hablado y fuerte de los abogados, de los médicos, de los que estudian filosofía y letras o de los matemáticos, o de los administradores, o de cualquier otro que lograra concluir sus estudios siempre y cuando agregara la verdad más dolorosa: no encuentran empleo y andan deambulando por las calles con el título bajo el brazo. De eso está impedido de hablar y está tan cierto de ello que ya desde ahora adelanta que lo más probable es que sea recordado por la violencia y no por lo que él y solo él llama logros. “Yo creo que es probable que mucha gente se acuerde de estos años por la violencia y la delincuencia, de los crímenes”. Y habrá otros que no se van a acordar sino que nunca lo van a olvidar y de ello darán cuenta, inclusive, otras generaciones, la de los miles de huérfanos que ha “parido” su sexenio.
También dio muestras en Washington de lo que ya se ha dicho y reiteradamente. Otro fue el “peligro para México” y por lo visto también quienes criticaron a Andrés Manuel López Obrador se equivocaron de mesiánico, ya que el michoacano sin rubor alguno y ya habiéndose sacudido cualquier síntoma de respeto al estado laico, sostuvo: “pero yo creo que la vida o la providencia, llámelo como quiera, decide colocar a la gente acertada en el momento adecuado”, o sea que su llegada a la primera magistratura mexicana no es otra cosa que un milagro. ¿Sería la providencia o ese diablo que donde quiera mete la cola? Claro que además de las presunciones llegaron las quejas y los reconocimientos. Dijo que nunca esperó que enfrentaría la peor crisis económica internacional, tampoco tener que lidiar con el crimen organizado y muchos otros desafíos, lo cual explica su incapacidad para encontrar soluciones que repercutan en bienestar para los ciudadanos y resguardo del patrimonio nacional. Con lo dicho, Calderón demostró que nunca estuvo preparado para ser el presidente, para decidir el destino de una Nación con más de 110 millones de habitantes.
En otro foro, en el de la reunión que sostuvo con miembros de la Cámara de Comercio de ese país, integrantes de la organización Mexicanos sin Fronteras se manifestaron frente a esas instalaciones con pancartas en la mano en donde resaltaron el número de víctimas que ha generado la lucha contra el narco y los pésimos resultados que arrojó el manejo económico durante su mandato, los cuales han logrado que se multipliquen los millones de mexicanos que sobreviven en una extrema pobreza. Ignorando totalmente lo que afuera sucedía, Calderón se dio el lujo de hablar de la migración y de que ésta llegó a cero en EU.
Sostuvo su dicho señalando que esto ha sido posible gracias a las oportunidades de empleo y a la cobertura de salud y educación que hay en el país lo cual lleva a los y las emigrantes a considerar hasta su retorno a México. O sea que los norteamericanos se vieron muy pero muy brutos en andar construyendo ese ominoso muro fronterizo, gastaron a lo tarugo en su levantamiento y están derrochando dinero en plena crisis económica pagando a un número mayor de guardias fronterizos y están asaltando a los Senadores exigiéndoles más presupuesto para equipos sofisticados caza indocumentados, ya que todo lo que necesitaban era a Felipe Calderón al frente del gobierno del vecino.
Si no se cruzan por miles todos los días hacia el vecino del Norte es por temor a perder la vida, por las leyes como la de Arizona, por las proliferación de gringos cuyas escopetas y mirillas solo buscan seres humanos para cazarlos impunemente, porque ya se ha cubierto y con creces la cuota de ahogados en el Bravo, porque no encontrarán empleo ni en EU ni en Canadá porque la crisis económica también alcanzó a esos países, porque en ambos han aprobado leyes que pueden llevar a la cárcel a los que contratan indocumentados. Y si hay quienes regresan es porque los deportan, nada de que ven espectáculos mejores en su país, sino todo lo contrario.
Tan ha dado resultados la política de freno a inmigrantes en los Estados Unidos que ahora en México es en donde vemos multiplicarse la presencia de centro y sudamericanos en diversas áreas de trabajos como el servicio doméstico, chóferes, empleados lava vajillas en fondas y restaurantes, pero también engrosando las filas de la delincuencias organizada. Eso se lo tiene que agradecer el señor Calderón a sus patrones y dizque socios del Norte. Eso por una parte, porque por la otra el Pew Hispanic Center revela que hay un retroceso en materia migratoria al que relacionan con las bajas en la economía estadounidense, con el aumento récord de las deportaciones, con los crecientes peligros en las rutas migratorias, con el aumento de la seguridad fronteriza y con el declive en la tasa de natalidad mexicana. O sea que Felipe de nuevo y sin recato mintió.
Claro que no todo resultó malo para el michoacano.
El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, hizo el compromiso de trabajar junto con el mexicano para que todo salga muy bien antes, durante y después de la cumbre de los líderes del G-20 que se realizará en Los Cabos, en ese centro de convenciones que se caracteriza por ser otro más de los monumentos a la corrupción de este sexenio, hermano de la Estela de Luz y del puente del narco. Como si le fueran a bajar los intereses, Calderón se dedicó a elogiar a Zoellick señalando que ha sido vital su contribución para el desarrollo económicos y social sostenido de México. Y los de afuera y los de acá no dejan de preguntarse: ¿cuál? En el clímax ya le ofreció a don Robert la condecoración de la Orden Mexicana del Águila Azteca. ¿La recibirá o nos llevaremos una sorpresa?
Fuente: Revista Emet