Al menos 8 mujeres ya dieron a luz aquí y su estatus migratorio cambió, señala el subsecretario de Población de la Segob
Unos cuatro mil haitianos están haciendo su vida en Tijuana, Baja California, y ya no buscan entrar a Estados Unidos como era su plan inicial al llegar a la frontera norte de nuestro país.
Como las autoridades norteamericanas comenzaron a negarles refugio y a deportarlos de forma masiva a su país, los que esperaban pacientes en los distintos albergues o incluso dormían en las calles optaron por quedarse en México a vivir y trabajar.
El subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, Humberto Roque, informó que el Gobierno mexicano ha otorgado refugio a una veintena de haitianos. De ellos, ocho mujeres han dado a luz y su estatus migratorio ha cambiado por el hecho de que sus hijos ya son mexicanos.
Aunque aclaró que la “oleada” de migrantes de ese país ha “bajado considerablemente”, aún hay unos 3 mil 800 esperando que el gobierno de Estados Unidos les permita la entrada.
El pico más alto fue el año pasado cuando llegó a haber más de 14 mil, lo cual obligó a que la situación se considerara como “crisis humanitaria”.
“El gobierno mexicano ha promovido ante el gobierno de Estados Unidos que no retrase las solicitudes de refugio. Lo que hacemos es preparar una serie de fichas, para que no se acumulen ni las personas tengan que dormir en la calle esperando respuesta de las autoridades norteamericanas”, dijo el funcionario en entrevista con La Razón.
El fenómeno de aglomeración de migrantes de otros países, además de mexicanos y centroamericanos, en la frontera norte, se extendió el año pasado. Más de 16 mil 500 africanos fueron presentados ante la autoridad migratoria. De ellos, 13 mil 650 venían de la República del Congo.
También llegaron ciudadanos del continente asiático. El grupo más numeroso era de India, con más de dos mil 500. De Nepal fueron 903 y de Bangladesh 758.
Roque Villanueva precisó que es a través del Instituto Nacional de Migración que se busca “poner orden” a la estancia de aquellos en nuestro país.
Los canalizan a albergues que normalmente son de la sociedad civil, de las iglesias católicas y evangélicas, ya que el gobierno de México no los puede tener en la estación migratoria.
Para María Galván, trabajadora social del Centro Madre Assunta de Tijuana —albergue que funciona gracias a las donaciones de la sociedad civil—, el fenómeno de los haitianos y africanos que llegaron a México debe “sensibilizarnos a todos”.
“Debemos darles condiciones para reinsertarlos en nuestra sociedad; tal vez proveerles de una bolsa de trabajo y que, quienes quieran estudiar, lo logren”.
En entrevista con La Razón, relató que a los migrantes se les permite quedarse 15 días en el albergue; y luego se busca que puedan hallar cuartos o pequeñas casas en renta, las cuales usualmente cubren con dinero que les mandan de EU.
“Si aquí la hacemos, ya no nos vamos”
John Lazarre es un haitiano que salió huyendo de su país a los 22 años. Acababa de ocurrir el sismo de siete grados que destruyó la nación caribeña, por lo que decidió irse a trabajar a Brasil en busca de una mejor vida. Sin embargo, la crisis política y económica también lo orilló a buscar otra opción y vino a México tratando de cruzar a Estados Unidos.
Actualmente tiene 28 años, lo acompaña su esposa Gustave de 23 y ambos están tramitando refugio con autoridades mexicanas para conseguir de manera formal un permiso de trabajo. “Mi ilusión era llegar a Nueva Jersey, ahí tengo un primo y me ofreció entrar a trabajar a un restaurante. Pero ya me arrepentí; tengo a mi esposa embarazada de seis meses y no quiero arriesgarnos a que nos regresen a Haití. Si podemos hacerla en México, nos quedaremos aquí a darle una mejor vida a nuestro hijo”, relata en un fluido español que, dice, ha empezado a aprender en los últimos seis meses.
Cuestionado sobre la decisión de ya no tratar de ingresar a la Unión Americana, John relata que connacionales les han mandado decir que ya no lo intente.
“Me han dicho que me quede aquí porque muchos de los que ya entraron, los regresaron a Haití. Ésa sería mi peor pesadilla”.
Cuenta que su travesía desde Brasil tardó casi 20 días y los llamados “coyotes” los estafaron con dos mil dólares a cada uno. “Sufrimos mucho para llegar aquí. Mi esposa ya no quiere que corramos más riesgos y por eso trabajamos en una tortillería por las madrugadas para pagar la renta y la comida”.
John y Gustave son parte de los casi cuatro mil haitianos que al ver frustrada su idea del conocido “sueño americano” encontraron refugio en Tijuana, Baja California. Es decir, a unos cuatro mil 670 kilómetros de su ciudad natal.
Fuente: La Razón