AGUASCALIENTES. El menor presenció cómo golpeaban a su madre y torturaban a un hombre
Además de acudir a tercer año de primaria, como cualquier pequeño de ocho años, Cesarito recibió un curso intensivo y obligatorio de tortura, por parte de elementos de la Policía Ministerial.
Muy a su pesar, Cesarito o "El Pirringas", como lo conocen sus amigos del barrio, vivió algo que, en teoría, ningún niño debería vivir: presenció cómo 15 elementos de la Policía Ministerial irrumpieron en su domicilio, golpearon y amenazaron a su madre, además de que sometieron a tortura a un amigo de la familia que se encontraba ahí.
Con un rostro retraído, pero con la certeza del trauma que lo hicieron vivir, Cesarito relata con detalle cómo simplemente escuchó gritos, patadas en la puerta, y vio que sujetos armados entraron a su domicilio, a su cuarto y lo levantaron, al mismo tiempo que otro grupo sometía y golpeaba a su madre y a "su amigo", a quien le pusieron una bolsa de plástico en la cabeza y después lo sumergieron en un bote con agua.
"Llegaron y yo estaba dormido. A mí me tumbaron. El amigo de mi mamá, yo no lo conozco, pero le estaban pegando a él, le pusieron una bolsa en la cabeza y a mi mamá la estaban jalando de los pelos los policías y aparte a mí me tumbaron de la cama y me dijeron que me pusiera unos tenis y un suéter para que me llevaran allá.
"Luego nos llevaron allá y a mi mamá... nos metieron en una celda, a mí y a ella, y luego de rato nos dijeron que si queríamos Maruchan pero les dijimos que no queríamos y de rato nos llevaron a un cuarto con una sala y nos dijeron que si queríamos sándwich pero tampoco quisimos, ahí se acostó mi mamá a dormir pero yo no me dormí. Tenía miedo".
En su inocencia, Cesarito narra también, cómo le metían la cabeza en un bote con agua "al amigo" de su progenitora: "Al amigo de mi mamá le pegaban y le metían la cabeza en un bote de agua".
Pero esto no fue suficiente, ya que después de golpear a su madre y torturar a su amigo en su casa, y destrozarla, se llevaron a los tres, incluido Cesarito, detenidos a las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) en donde lo colocaron en una celda junto con su madre, mientras que "del amigo de su mamá", ya no supo nada.
Todo este infierno comenzó para Cesarito el viernes 29 de noviembre a las 7:30 de la mañana, cuando a los edificios marcados con el número 9 del fraccionamiento Pilar Blanco, arribaron un número indeterminado de elementos ministeriales a bordo de varios vehículos, encapuchados y con armas largas.
De acuerdo a la madre, Jessica de 22 años, en el lugar estaba en compañía de un amigo a quien conoce solamente como Ricardo, quien había ido a despedirse pues partía hacia los Estados Unidos.
"A mi hijo según ellos lo tapaban para que no viera, pero le tapaban la cabeza no los ojos, además era imposible no escuchar los gritos de dolor del hombre, toda la sangre que le escurría, así estuvimos un rato, a mí me gritaban que confesara dónde estaban las drogas y las armas y cada que les decía que yo no sabía nada, me gritaban, me golpeaban y me amenazaban con quitarme a mi hijo".
Tras haber torturado a "Ricardo" y golpeado a Jessica, los policías se dirigieron al edificio de la PGJE, ubicado en el López Mateos y Héroe de Nacozari, en el centro de la ciudad.
Luego de que la liberaran junto con su hijo, aproximadamente a las 8:30, Jessica se dirigió a su domicilio a encerrarse y dejó a Cesarito con su abuela, pues no podría imaginarse el que lo volvieran a detener, si los ministeriales regresaban por ella.
Desde el viernes en la noche, Jessica se encerró en su casa y posteriormente con otros familiares y amigos, sin querer ver a nadie. Fue hasta este lunes, cuando finalmente tomó la decisión de hablar ante los medios, para evitar que esto le vuelva a pasar a su hijo o a cualquier otro habitante de Aguascalientes, el abuso y los atropellos por parte de la Procuraduría General de Justicia del Estado.
Fuente: El Universal| Luigi Rivera