sábado, 5 de noviembre de 2011

Fracasó la cumbre del G20 en Cannes

Cannes, Francia.- La cumbre del G20 terminó en Cannes sin pena ni gloria, sin tomar decisiones importantes para apaciguar la actual crisis mundial y sin aportar una palabra de esperanza para reducir las tensiones económicas a nivel internacional.

Al cabo de dos días de reuniones, encuentros bilaterales, discusiones y minicumbres, los líderes de las 20 principales potencias económicas del planeta se despidieron de Cannes, en medio de un auténtico diluvio, sin haber conseguido ponerse de acuerdo sobre ninguno de los puntos principales de la agenda.

El único "acuerdo" fue la decisión de "seguir analizando" la posibilidad de ayudar a la eurozona a través del Fondo Monetario Internacional (FMI). Con ese objetivo, los responsables financieros del G20 estudiarán en febrero los mecanismos posibles. Eso coloca nuevamente al FMI en el centro del escenario político-financiero planetario.

La directora gerente de esta institución, Christine Lagarde, confirmó que, para cumplir con el mandato de la cumbre de Cannes, a fines de mes presentará al consejo del FMI la aplicación de unas "líneas preventivas de liquidez destinadas a países con buenas prácticas económicas, pero sometidos a presiones temporales". Lagarde también confirmó que el organismo continuará ayudando a los países del euro que lo requieran.

El "gran éxito" proclamado por el presidente francés Nicolas Sarkozy, organizador de la conferencia, fue -en realidad- un fracaso estrepitoso provocado en gran parte por la inesperada irrupción de la crisis griega en la cumbre.

Con el realismo que la caracteriza, la canciller alemana Angela Merkel reconoció que la conferencia -sobre la cual el mundo había depositado tantas expectativas- no fue siquiera capaz de llegar a un acuerdo para fortalecer los mecanismos de ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI). Incluso calificó de "incierta" la participación de ese organismo y de los países más poderosos del mundo en el Fondo Europeo de Emergencia Financiera (FEEF), que fue ampliado de 440 mil a un billón de euros por la cumbre de la semana pasada en Bruselas. Para totalizar esa suma, el FEEF espera obtener aportaciones externas de inversores públicos y privados. Por el momento, contrariamente a las esperanzas de Sarkozy y otros líderes europeos, nadie declaró su intención de participar en el fondo.

"¿Por qué yo tendría que contribuir al FEEF si ni siquiera ellos (los europeos) las tienen?", dijo sin ruborizarse la presidenta de Brasil, Dilma Roussef, resumiendo el sentimiento general.

Rousseff aseguró, sin embargo, que su país está dispuesto a realizar una contribución al FMI mediante "acciones bilaterales" para aumentar su capacidad de préstamo anual, que actualmente es de 396 mil millones de dólares.

Incluso el FMI no podrá invertir directamente en el fondo de rescate porque este organismo "sólo presta a países, no a entidades legales", explicó Lagarde.

En un artículo publicado el viernes por el diario británico Financial Times, el economista norteamericano Kenneth Rogoff fue más lejos al decir que "Europa no necesita la ayuda del FMI".

También el presidente norteamericano Barack Obama estimó, por su lado, que la UE estaba "en condiciones" de responder a la crisis: "Vinimos a Cannes para discutir con nuestros amigos europeos sobre la forma en que podían utilizar el plan que decidieron la semana pasada en Bruselas para resolver la crisis" y, "después de haberlos escuchado, estoy convencido que Europa está en condiciones de hacer frente a las dificultades", declaró.

En los oídos de los europeos, esa explicación sonó como un hábil pretexto para no poner la mano en el bolsillo.

Por su parte, los cinco miembros del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) "consideran que toda ayuda financiera a la zona euro debe ser efectuada a través del FMI".

De acuerdo con ese principio, el presidente chino Hu Jintao regresó a Pekín sin haber confirmado ni la intención ni el monto que su país estaría dispuesto a destinar para ayudar a Europa.

La decisión más concreta de la cumbre de Cannes fue colocar a Italia bajo la tutela del FMI. Una delegación del FMI viajará cada tres meses a Roma para analizar las cuentas del Estado y verificar si el primer ministro Silvio Berlusconi cumple con los compromisos de austeridad asumidos ante el Fondo y la Unión Europea (UE) para reducir su gigantesca deuda de 1.9 billones de euros.

El presidente mexicano, Felipe Calderón, que heredó ayer en Cannes la presidencia rotativa del G20, lanzó por su parte un llamado a la intervención del FMI en países europeos como Italia y España, para crear "una muralla de contención" que impida la propagación de la crisis griega.

El comunicado final recoge algunas decisiones menores, pero en ningún caso se obtuvieron avances significativos.

En relación al impuesto sobre transacciones financieras, llamada tasa Robin Hood o Tobin, Francia obtuvo el apoyo de Alemania, España, Argentina, Sudáfrica y Brasil. Pero fue imposible llegar a una decisión concreta debido a la tenaz oposición de Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países anglosajones.

Con respecto a la protección social universal, los dirigentes del G20 estuvieron de acuerdo en que "el empleo y la integración social deben situarse en el centro de toda acción y política, a fin de restablecer la confianza y el crecimiento". Sin embargo, el comunicado final se limita a crear "un grupo de trabajo del G20 que se ocupará prioritariamente del empleo de los jóvenes" y "alienta a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) a seguir promoviendo la ratificación y aplicación de las ocho convenciones que garantizan los principios y derechos del trabajo".

Otro tema espinoso era la regulación financiera. Si bien Sarkzoy había asegurado en 2008 que los paraísos fiscales "habían dejado de existir", el viernes volvió sobre la cuestión asegurando que "la comunidad internacional está decidida a terminar con ellos".

El presidente francés anunció que cada cumbre del G20 publicaría la lista de aquellos países que no cumplieran con las normas de transparencia financiera necesarias. El viernes mencionó a Antigua y Barbuda, Barbados, Botsuana, Brunei, Panamá, Seychelles, Trinidad y Tobago, Uruguay y Vanuatu, y añadió Suiza y Liechtenstein a esa lista.

Esos magros resultados muestran que, en el actual contexto de crisis y de pesimismo, resulta extremadamente difícil buscar reformas de fondo. Los dirigentes temen que si tocan un grano, se derrumbe todo el castillo de arena que sostiene la economía mundial.