martes, 6 de diciembre de 2011

Desigualdad a galope. FC: un galardón más. OCDE: “¿calumnias?”

Pues nada, que Felipe Calderón ya tiene en la mira a otro que critica” los negros resultados de su estancia en Los Pinos y, por lo mismo, es de suponer que ya “explora todas las alternativas para proceder legalmente” en su contra, toda vez que ha realizado “imputaciones falsas y calumniosas”. Al ritmo que va, faltarán tribunales para atender el creciente inventario de instituciones y ciudadanos a los que el susodicho ya tiene fichados y que, según él, lanzan “verdaderas calumnias” y “acusaciones temerarias”.

Resulta que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos difundió un estudio (con términos y conclusiones similares a los divulgados por la Cepal una semana atrás) sobre la profunda desigualdad social en nuestro país, en el que subraya que “la brecha entre ricos y pobres alcanzó el nivel más alto de los últimos 30 años en las naciones integrantes de la OCDE. De ellas, México es la segunda con mayor desigualdad, pues en los últimos 25 años los ingresos reales de los hogares crecieron 1.7 por ciento para el 10 por ciento de los mexicanos más ricos, pero sólo 0.8 por ciento para el 10 por ciento más pobre. La desigualdad aumentó en México con respecto a 1985, y en la actualidad el ingreso del 10 por ciento de la población más rica representa 26 veces el ingreso del 10 por ciento de la población más pobre”.

Gancho al hígado al discurso del inquilino de Los Pinos, quien en su quinta tanda de cuentacuentos (domingo pasado, Campo Marte) no dejó de auto felicitarse por los “grandes logros” de su paso por la residencia oficial, y de celebrar que con los blanquiazules en lo que ellos mismos llaman gobierno “ha mejorado” el nivel de vida de los mexicanos. La semana anterior la Cepal otorgó la medalla de oro al calderonato, por ser México, junto con Honduras, “los únicos países latinoamericanos con incrementos significativos en sus tasas de pobreza y de indigencia”.

Apenas unos días después de tal galardón (con cifras al cierre de 2008), llegó la OCDE y al otorgó al susodicho la medalla de plata por el crecimiento de la desigualdad en el país, sólo superado por el que registra Chile, el clásico ejemplo, según presumen, de la “mayor eficiencia” neoliberal en América Latina. Así, dos premios a la ineficiencia calderonista en unos pocos días es más de lo que puede soportar el inquilino de Los Pinos, de tal suerte que ya tiene material en abundancia para “explorar todas las alternativas para proceder legalmente en contra de quienes realizan las imputaciones en distintos foros e instancias nacionales e internacionales”.

En su informe (Siempre más desigualdad: por qué la brecha de los ingresos aumenta), la OCDE advierte que “México tiene el segundo nivel más elevado de desigualdad de los ingresos en la población activa en la organización, justo por debajo de Chile y muy por encima de la media de la OCDE… En 2008 el ingreso medio del 10 por ciento de los hogares mexicanos con mayores ingresos era de 228 mil 900 pesos, 26 veces que el correspondiente al 10 por ciento con menores ingresos, que obtenía 8 mil 700 pesos”. La diferencia (promedio) es de nueve a uno en los países de la OCDE; en México de 26 tantos. Entonces, si dos años atrás ese fue el resultado (cuando oficialmente no había crisis y si llegaba no pasaría de “catarrito”) de la “encomiable conducción económica y la fortaleza de la economía mexicana” (Lagarde dixit), habrá que buscar embajada cuando se conozca el balance del bienio subsecuente, cuando la “crisis externa” (frase favorita del Calderón) sacudió a la de por sí endeble estructura social del país.
Al finalizar el pasado noviembre, la Cepal divulgó su Panorama social de América Latina 2011, en el que el organismo especializado de la ONU advierte que “Honduras y México fueron los únicos países con incrementos significativos en sus tasas de pobreza y de indigencia, de 1.7 y un punto porcentual en el primero, y de 1.5 y 2.1 puntos en el segundo. Debe tenerse presente que en el caso de México la comparación se realiza con respecto a la medición de 2008 y, por tanto, no refleja solamente la apreciable expansión de la economía mexicana en 2010, sino también la fuerte contracción del PIB per cápita observada en 2009 (-7.2 por ciento)”.

Y ahora la OCDE considera que ente los “resultados clave” de la política económica mexicana destaca que en los últimos 25 años (de la segunda mitad sexenal de Miguel de la Madrid a Felipe Calderón) la desigualdad en México (amplia de por sí) se incrementó de forma por demás alarmante, lo que tira al suelo (por si alguien tuviera dudas) la pomposa sentencia dominical del actual inquilino de Los Pinos: “se dice fácil, pero la nuestra, como quiera que se le vea, es una economía en crecimiento, con baja inflación y con generación de empleos...”

Desde luego que la OCDE no descubrió nada. Tampoco la Cepal. América Latina es la región más desigual del planeta, y México ocupa la segunda posición. Sólo hay que comparar cómo crecieron, en el lapso referido, las fortunas de los magnates mexicanos marca Forbes y paralelamente la miseria de millones de mexicanos; cómo el 10 por ciento de la población más rica del país acapara un ingreso superior al que obtiene el 70 por ciento de los mexicanos, y cómo, en fin, con presupuestos “históricos” y “fortaleza económica” (Calderón dixit) la pobreza avanza a paso veloz día tras día. Como dice José Angel Gurría, secretario general de la citada organización, por la profunda desigualdad “el contrato social comienza a fisurarse en numerosos países”.

Un comparativo que aporta el informe de la OCDE es el siguiente: en Alemania, Dinamarca y Suecia la brecha entre los ingresos más altos y los más bajos es de seis a uno; en Corea del Sur, Italia, Japón y Gran Bretaña se incrementa a 10 veces, “y sigue siendo muy elevada”; en Estados Unidos, Israel y Turquía la diferencia es de 14 tantos; en Chile (esa “maravilla” neoliberal con esencia pinochetista) llega a 27, y en el México de “para vivir mejor” a 26, con tendencia a empeorar.

Las rebanadas del pastel

No es un recuento completo, pero el Paseo de la Reforma está reservado para los festivales de Coca-Cola; en el Castillo de Chapultepec Televisa filma sus bodrios históricos marca Krauze; Timbiriche utilizó el Zócalo para sus presentaciones; el Ángel de la Independencia sirve para que artistas varios ofrezcan “conciertos populares”, y, lo más reciente, la Plaza de la Revolución para que Britney Spears mueva lo que de ella queda. ¿Qué falta? ¿Ninel Conde en el Hemiciclo a Juárez? ¿El Chente o Paquita en el Monumento a los Niños Héroes? ¿De a cómo los “permisos”?




Fuente: La Jornada