sábado, 18 de junio de 2016

Intolerancia tecnocrática

Luis Videgaray, titular de la SHCP. Foto: Raúl Pérez

Desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1984), los nuevos capitanes de la corrupción política han querido vendernos el cuento de que representarían un “nuevo PRI” más “tecnocrático” que vendría a reemplazar los “dinosaurios” del viejo partido del Estado. Hoy, casi 30 años después, a todos nos queda claro que la nueva generación de políticos entrenados en universidades privadas y extranjeras son peores que sus predecesores.

Los nuevos priistas son menos capaces, menos cultos y menos tolerantes. Luis Videgaray, José Antonio Meade, Emilio Lozoya y Armando Ríos Piter, todos egresados del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), son ejemplos del fracaso de la tecnocracia neoliberal en generar un desarrollo sustentable y equitativo en el país. Si bien han recibido jugosas recompensas por su servidumbre al capital y al imperio, han dejado en la ruina al pueblo mexicano.

La economía nacional hoy se encuentra desmantelada, fragmentada y al servicio de las grandes corporaciones trasnacionales. La pobreza y la desigualdad avanzan sin freno, ya tenemos más de 60 millones de pobres en el país, y el medio ambiente sufre bajo el avance de las empresas mineras, petroleras y de fracking en todo el territorio nacional. La devaluación del peso también hunde a la nación. Pero en lugar de estimular la economía y apoyar al pueblo en un momento de gran necesidad, los “tecnócratas” obedientes a Washington han anunciado, el pasado lunes, más recortes millonarios al gasto público y social.

La nueva generación de priistas también es más violenta, más corrupta y más apátrida que la anterior. A pesar de su corta edad, Enrique Peña Nieto tiene una de las almas más corroídas y desgastadas del país, evidenciada con su trato hacia los padres de familia de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y los miles de otros casos de violaciones graves de derechos humanos. Javier Duarte, gobernador de Veracruz, y Roberto Borge, de Quintana Roo, ambos derrotados en las urnas el domingo pasado, también son claros botones de muestra de los extremos a que ha llegado la podredumbre del nuevo-viejo partido de Estado.

No debe sorprender entonces que el rector del ITAM, Arturo Fernández, quien también funge como Consejero del Fondo Mexicano del Petróleo que administra el botín de la privatización petrolera, se haya lanzado con tanta saña contra los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y contra el nuevo partido ciudadano, Morena.

El pasado lunes 6, un día después de las elecciones, el jefe y guía de los tecnócratas declaró en un discurso durante la Reunión Nacional de Consejeros de BBVA-Bancomer que “la reacción y resistencia de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación ha sido como la que se espera de un animal herido de muerte, que lanza gruñidos y zarpazos a diestra y siniestra; se trata de una organización política que agrupa a un gremio radical formado en una ideología guerrillera, rémora de lo peor de nuestro pasado político”.

Con respecto al partido Morena, el rector afirmó que “el desvergonzado apoyo de un partido político a esta organización (CNTE), no debe sorprendernos y nos devela su calaña y el riesgo que significa esta fuerza política para el futuro de nuestra nación”, de acuerdo con Proceso.

Fernández apenas logra disimular su evidente clasismo y racismo. Al cuestionar la “calaña” de Morena y comparar a la CNTE con un “animal herido”, lo único que revela es su enorme ignorancia e intolerancia. Siguiendo el ejemplo de Donald Trump, Fernández abandona cualquier decoro y transparenta su odio para el pueblo mexicano en su conjunto.

Pero el señor rector va aún más allá de solamente escupir epítetos fascistas. También se lanza a la interpretación histórica al categorizar a la CNTE como una “rémora de lo peor de nuestro pasado político”. Podemos suponer que Fernández, quien se aferra a su puesto como rector desde hace 25 años al más puro estilo priista, se refiere a la larga tradición de educación popular, humanista y crítica surgida de la Revolución Mexicana y consolidada durante el sexenio de Lázaro Cárdenas del Río. Son precisamente los maestros más dignos de los estados del sur, como Chiapas, Oaxaca y Guerrero, agrupados en la CNTE, quienes mejor canalizan y dan continuidad a este importante legado histórico.

Al lanzarse en contra de los maestros rurales, es Fernández quien revive una de los peores momentos de la historia nacional: la guerra cristera. Al final de la década de los veinte, la Iglesia y la oligarquía llamaban literalmente a linchar a los maestros que implementaban la avanzada política de Estado de establecer la educación laica y gratuita en todo el país.

Frente al enorme apoyo ciudadano para los maestros en lucha y el imparable crecimiento de Morena, el sistema de intolerancia asesina y tecnocracia inculta ha entrado en pánico. Cada día queda más claro que quien polariza y violenta al país no es la izquierda ciudadana, sino la derecha oligárquica. Se consolida un nuevo bipartidismo entre los mismos de siempre y la esperanza del futuro. Tarde o temprano todos tendremos que definirnos frente a la historia.




Fuente: Proceso| JOHN M. ACKERMAN