miércoles, 20 de febrero de 2013

Banderas de oportunidad. Reabrir Pasta de Conchos. ¿Castigar o simular?. Pullman de Morelos

El peñanietismo está en campaña de recolección de banderas políticas, sobre todo si son de izquierda o provienen de movimientos o protestas sociales insatisfechas. Plausible sería esa incorporación de propuestas ajenas, más si provienen de segmentos críticos u opositores a quienes hoy ocupan los equipales del poder, pero a condición de que esos lances no provinieran de un estéril sentido de oportunismo y no desembocaran en manoseos políticos, simulación justiciera y visión electorera.

Hoy ha tocado el turno al expediente Pasta de Conchos, que es uno de los símbolos más altos de la insensibilidad social del foxismo y del calderonismo, y de la protección retorcida a empresarios cercanos a los afectos económicos, políticos y electorales de las dos administraciones federales panistas. El secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida, especializado en acomodar la letra de las leyes a los deseos del jefe Peña Nieto, ha solicitado a la procuraduría de justicia, a cargo de Jesús Murillo Karam, especializado en acomodar la letra de las leyes a las necesidades de los grupos que convergen en el ex gobernador mexiquense, que se realice un nuevo peritaje en tierras coahuilenses para determinar si es viable intentar la recuperación de los cuerpos sepultados en aquella mina y si hay condiciones para dar continuidad a las averiguaciones previas relacionadas con el asunto al que el peculiar líder sindical minero de entonces y ahora, Napoleón Gómez Urrutia, ha clasificado como homicidio industrial.

La reactivación de ese caso criminal abre a Los Pinos una posibilidad de ajustar cuentas con un calderonismo que sostiene una resistencia despechada a los acuerdos a que han llegado el PRI y EPN con Gustavo Madero y la corriente contraria a ese felipismo. Si aún viviera, Carlos Abascal debería ser llamado a cuentas, pues fue el piadoso secretario de Gobernación en el tramo final del foxismo que ayudó políticamente a abrir sucursales del cielo en Oaxaca, Atenco y Pasta de Conchos. No está en vías de ser declarado santo por la iglesia vaticana, como Abascal, pero el yunquista Francisco Xavier Salazar Sáenz tiene gran responsabilidad en lo que sucedió en Pasta de Conchos luego del accidente fatal y también en las omisiones consentidas antes de que la tragedia sucediera. El ahora senador Javier Lozano Alarcón fue a nombre del calderonismo el enérgico secretario del Trabajo que sostuvo la desatención a los deudos, la protección al empresario Germán Larrea y la persecución al líder Gómez Urrutia, de cuya trayectoria y características se ha escrito ampliamente en anteriores entregas de esta colección de astillas.

Pero todo quedará en artificio propagandístico, rejuego mediático y aprovechamiento de circunstancias si la presunta voluntad política de hacer justicia en el caso de Pasta de Conchos solamente sirve para apretar tuercas al calderonismo resentido y para amagar a cierto empresariado antes afín a un régimen como hoy hay otros capitanes de empresa que son protegidos y beneficiados por la cercanía con el nuevo poder.

Astillas

Desde el campus Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana, una lectora comparte: “El pasado 15, en la Central de Autobuses del Sur, a las 12:46 horas, tomé el autobús número 122 con placas 161H5-2 de la empresa Pullman de Morelos con destino a Cuernavaca. Como es sabido de todos, someten a los pasajeros a revisión del equipaje y hasta fotografía individual, pero esas revisiones buscan todo menos armas. Saliendo de la central, dos hombres se levantaron de entre los pasajeros (uno de ellos estaba en el asiento 16, y lo sé porque yo iba en el 17) y a los gritos de ‘¡esto es un asalto!’ nos pusieron con las manos arriba y la cabeza abajo con gritos y groserías que nos aterrorizaron. No entiendo por qué el chofer del Pullman de Morelos en vez de ayudarnos a los pasajeros víctimas, ayudó a los asaltantes y detuvo el bus en la esquina de Tlalpan, subiendo a otros dos hombres con pistolas que acabaron de aterrorizar y de consumar este atropello. Los hampones no sólo se abocaron a despojarnos de nuestras pertenencias, sino que también abusaron de las mujeres al tocarles sus partes íntimas. Mientras todo esto ocurría, el autobús continuaba como si nada. Cuando los hampones terminaron de atropellarnos, con todo el tiempo del mundo para revisarnos muchas veces y hasta hacernos quitar los zapatos, se bajaron como si nada y el chofer del autobús siguió manejando como si nada hubiera pasado hasta que se detuvo en Acoxpa, a la altura del monumento a los héroes, en donde hay un puesto de control de Pullman de Morelos. Llegó la policía pero, como siempre, no ocurre nada. Yo personalmente fui a Pullman de Morelos a exigir que se me indemnizara o algo, una disculpa aunque sea, pero no obtuve sino evasivas del personal de taquillas y ningún responsable se presentó a atendernos”... Raúl S. Morales, a cuya esposa e hijo les habían dado cita en especialidades del Issste hasta dentro de 357 y 210 días, respectivamente, reporta: “el mismo viernes que se publicó el caso en Astillero recibimos una llamada oficial para programar nuevas citas, en marzo de este año (...) Mi esposa, después de recibir la noticia se alegró, pero posteriormente se quedó en silencio y al cabo de un rato me dijo: ‘Me quedé pensando en el señor que estaba delante de mí en la fila cuando me confirmaron la cita hasta el 2014; a él le dieron su cita dos meses después de la mía, es un adulto mayor, no creo que lea el Astillero y no creo que alcance a llegar…’” Y, mientras la secretaria de seguridad nacional de Estados Unidos, Janet Napolitano, recorre partes de la frontera con México, con las posibilidades de una reforma migratoria con más control gringo limítrofe como telón de fondo, ¡hasta mañana, viendo al acomedido PRD solicitar la liberación del general Tomás Ángeles que el peñanietismo desea!




Fuente: La Jornada | Julio Hernández López