El golpe también ha sido evaluatorio. Una siniestra variante de la famosa prueba Enlace. Gracias a esa exploración colateral ha sido posible ver a la clase política titubear y refrenarse ante el mazazo dado a uno de sus más labrados personajes. Incluso, el aparato de control sindical elbista prefirió acogerse a los beneficios del pasmo, de la espera, de la lealtad declarativa a la jefa en prisión pero también, y sobre todo, de la cultural disponibilidad anhelante de la orden del superior en turno.
La restitución del presidencialismo atropellador, por la vía policiaca y judicial, no tuvo contrapeso. La versión pinolera de los hechos fue inserta en los medios de comunicación como verdad incontestable, machacona en los puntos de fácil explotación propagandística relacionados con vestimentas, bolsas y gastos irritantes. Los partidos de oposición prefirieron emitir boletines y hacer declaraciones cuidadosamente pensadas para dejar que corra el curso de la estrategia peñista. Morena y su máximo líder quedaron fuera de foco, ineficaces en esta coyuntura práctica y rutinarios en lo discursivo. En general, mucho parloteo, sin entrar al fondo de un asunto que va más allá de la persona específica que fue detenida y que puede ser la puerta de acceso autorizado para una oleada de autoritarismo prevista pero ahora con pase de viabilidad.
Indefendible es la profesora que simboliza corrupción, cacicazgo y frivolidad, pero los políticos y la sociedad han sido colocados mediante un golpe magisterial ante el espejo de su vulnerabilidad extrema, evaluados en su fragilidad y desorganización, expuestos a que manotazos similares desde el poder fluyan sin resistencia vertebrada. Y, en el otro extremo, la figura del ocupante de Los Pinos y de su equipo sombrío pretenden ganar puntos, recitando letanías de respeto a las leyes y promoviendo loas a valentías, voluntarismo e inmunidad a los chantajes. La fanfarronería del blindado Calderón ante los narcotraficantes es sustituida por la veneración al presunto tlatoani ejecutante de sacrificios políticos.
Peña Nieto reúne a los gobernadores del país para darse a sí mismo un respaldo fundado ya en el temor. Todos los gobernadores tienen en sus cuentas pifias y despilfarros suficientes para emprender acciones políticas y legales en su contra si desobedecen las instrucciones de una centralidad pinolera desatendida olímpicamente durante el par de sexenios panistas desinflados. Una gran mayoría de esos mismos gobernadores han aprovechado los cargos para enriquecerse a título propio, de sus familiares y allegados, así que la Carta a Elba Esther escrita este martes por la tarde tiene copia para todo aquel, sea del partido que sea, que pretenda saltar las trancas del combo estado de México-Hidalgo.
Escrita esta columna antes de que se supiera el resultado de esa reunión de Peña con los mandatarios estatales, es posible suponer que uno de los motivos de la cumbre habrá sido la fijación de un instructivo político para enfrentar las eventuales turbulencias locales a cuenta del encarcelamiento de Gordillo: cada gobernador deberá mantener bajo control a líderes y bases sindicales, haiga de ser como haiga de ser (por cierto, ayer hubo un nocturno Astillero Exprés sobre el golpe a la Señora de las Bolsas, disponible en http://bit.ly/15jL95e y hoy mismo habrá otro, sobre la reunión con gobernadores y el mensaje de EPN, que podrá ser leído en las cuentas astilladas de Twitter y Facebook).
Mientras tanto, el rebaño sindical gordillista procesaba sin aspavientos el destino carcelario de su pastora a la que horas antes se desvivían en vanagloriar. En Guadalajara, reunidos en un hotel a un lado de la emblemática estatua de La Minerva, los miembros de la élite del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación consumían el tiempo en espera de que desde el Olimpo conífero surgieran signos a obedecer. En los pasillos del Camino Real y en las mesas de cafeterías cercanas los delegados platicaban de mil cosas y atendían distintos asuntos sin mostrar deseos de insurgencia frente al golpe gubernamental, con los miembros del comité nacional sesionando a puerta cerrada y con el acuerdo arrodillado de facultar al secretario general, un Juan Díaz hasta ahora prácticamente borrado de la escena por el peso de la primera figura, Gordillo, para que acudiera a la ciudad de México a parlamentar con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien tal vez tuviera ya alguna propuesta o línea a seguir. Una faceta de la desgracia de los caudillos a la hora de la crisis es la inexistencia de cuadros bien formados para el relevo y, en dado caso, el combate.
¿En quién recaerá el Dedo Superior al pasar del modo verdugo al de elector? La hija Mónica Arreola Gordillo es senadora por capricho maternal y ocupa el segundo lugar en el organigrama del Partido Nueva Alianza, alias el Panal, aunque en los hechos desplaza sin miramientos al presunto presidente, Luis Castro. El mismo martes de la captura de Elba Esther dialogó con el secretario Osorio Chong y ayer eludió la confrontación con el gobierno federal, incapaz siquiera de alguna crítica u observación menor. Como ella, la plana mayor del gordillismo guardó silencio, en espera de negociaciones que le sean favorables para definir al sustituto de la gerencia sindical.
Los diputados del Panal gordillista también se guardaron. Pero la misma tarde del martes, antes de la detención de la chiapaneca, el presunto presidente del Panal, el citado Castro, se apersonó en San Lázaro para retirar de la coordinación de la bancada de ese partido a Lucila Garfias Gutiérrez, supliéndola con una probada guerrera merecedora de las confianzas de Gordillo, la también profesora María Sanjuana Cerda Franco. La destituida Garfias forma parte del elenco mexiquense: presidenta del comité de dirección estatal del Panal, fue diputada local y presidenta de la mesa directiva del congreso del estado de México y actualmente es diputada federal por la vía plurinominal, ubicable como @DipLGarfias en Twitter. ¡Hasta mañana!
Fuente: La Jornada | Julio Hernández López