sábado, 23 de febrero de 2013

Advierten diputados de todos los partidos sobre efectos del poder supraconstitucional


En el centenario luctuoso de Madero, difieren sobre la democracia actual

Nueva Alianza pide fin de sistemas verticales; tras su regreso, el PRI debe entender que la política no es la misma, afirma Arroyo Vieyra

Al conmemorar el primer centenario de la Decena Trágica, tras la cual perdieron la vida Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, y derivó en los asesinatos de Serapio Rendón, Gustavo A. Madero, Adolfo C. Gurrión y Belisario Domínguez, las fuerzas políticas representadas en la Cámara de Diputados plantearon criterios diferentes sobre el significado de la democracia actual y coincidieron en la necesidad de enfrentar los efectos del poder supraconstitucional.

La mesa directiva del órgano legislativo, a cargo de Francisco Arroyo Vieyra, convocó al pleno de diputados; sin embargo, sólo llegaron 280 de los 500 que lo integran. Con ese escaso quórum inició la ceremonia. La Orquesta Sinfónica Juvenil Eduardo Mata, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), entonó el Himno Nacional.

Arroyo Vieyra visualizó en esa historia una ventana extraña donde se observan pasajes de todo tipo: escenas gloriosas y las miserias morales de los peores personajes.

“Hoy la libertad es la suficiencia de necesidad, y la renta que el Estado mexicano pueda construir a partir de un comercio más digno y de una productividad más democrática no puede ir a abonar la abundante panza de los odiados monopolios… la historia es pues una ventana extraña, en donde la normalidad democrática hace que un partido regrese al poder, pero que éste entienda que la política no es la misma. Que tenemos que ver hacia adelante mirando la ventana extraña para no repetir los errores del pasado y para construir un régimen que nos haga dignos a todos, que nos haga libres, por tanto, suficientes de necesidad.”

Así devino una serie de posicionamientos de todos los partidos. Lucila Garfias, coordinadora de Nueva Alianza, organización de la presidenta vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo, emprendió su discurso paradójicamente contra el exceso del poder y el autoritarismo, en momentos en que el magisterio no recibe el mismo trato de privilegio desde el poder:

Si no asumimos de manera plena la democracia y la libertad, y actuamos en consecuencia, podemos ser cómplices del ejercicio excesivo del poder. Por eso es necesario mirar al entorno social y asumir las responsabilidades que hoy la nación nos demanda. Con este llamado hacemos un exhorto para terminar con los sistemas políticos de decisiones verticales, que cunden a nivel nacional; aquellos que no rinden ningún tipo de cuentas y que se caracterizan porque no dan cabida al reclamo social.

Ricardo Cantú, del Partido del Trabajo, llamó a poner por encima del interés particular o de grupo, el de la nación.

Para Alfonso Durazo, de Movimiento Ciudadano, la lealtad en esta Cámara se la debemos a la gente cuyo voto nos trajo aquí, y no a figuras políticas que pretenden convertir la complicidad en mal sinónimo de lealtad política. Nada hermana a la lealtad política con la sumisión y mucho menos con la complicidad.

Tomás Brito, del PRD, criticó con una analogía histórica a Madero y a los dos presidentes del régimen panista. En los dos casos, tanto Madero en 1910, como Fox y Calderón en 2006 y 2012, pecaron de ingenuos y hoy tenemos de regreso al viejo régimen priísta, que tanto daño ha hecho al pueblo de México. Sí, los priístas y panistas me van a refutar que tanto con el priísmo y el panismo hubo avances y cierta modernización del país. Que no se les olvide que en ese entonces también hubo avances, y en septiembre de 1910 Porfirio Díaz estaba de fiesta y recibiendo honores de los mexicanos favorecidos por su política económica y de mandatarios extranjeros que le rendían pleitesía. Y tres meses después, en noviembre de ese mismo año, estalló la revolución armada del siglo XX.


El coordinador del PAN, Luis Alberto Villareal, respondió con un mensaje matizado con una retórica vieja. Nosotros seguiremos apostando por la libertad y por el fortalecimiento de la democracia, igual que lo hizo Madero hace más de 100 años. Por eso seremos quienes a la primera señal de regresión, levantaremos la voz desde esta tribuna.

No hay revolución política sin revolución educativa, señala Chuayffet; el atraso en enseñanza, de magnitud enorme, resalta

Georgina Saldierna

Al participar en la ceremonia cívica por el centenario luctuoso de Francisco I Madero, el secretario de Educación, Emilio Chuayffet, dijo ayer que el presidente Enrique Peña Nieto, igual que el apóstol de la democracia, quiere un México en paz, incluyente, próspero y con responsabilidad global, pero transformado por el único proceso de cambio social contundente: el de la enseñanza de calidad para todos.

El funcionario fue el orador oficial de la ceremonia, encabezada por el jefe del Ejecutivo y que reunió a familiares de Madero, miembros del gabinete y los presidentes de la Cámara de Diputados, Francisco Arroyo Vieyra, y del Senado, Ernesto Cordero Arroyo.

En la explanada Francisco I Madero de la residencia oficial de Los Pinos, Chuayffet Chemor señaló que el homenaje que la República le brinda al presidente asesinado en las inmediaciones de Lecumberri es útil para escuchar el silencio del pasado y para no renunciar a un impulso adquirido a base de experiencias.

Agregó que no hay revolución política sin revolución educativa, y ambas fueron hechas por Madero. Creó las primeras escuelas rurales de México, comedores escolares que alimentaban dos veces al día a 5 mil 800 niños, estableció dos escuelas de agricultura en el norte del país, reglamentó los planteles nocturnos, generó casas para estudiantes, hizo posible la ampliación de la educación superior y el apoyo a la cultura y a la educación indígena.

A nombre de los familiares de Madero, habló Enrique Madero Bracho, quien agradeció el homenaje a su tío y agregó que aún queda mucho por hacer de lo que el caudillo quiso lograr.

Tenemos aún cinco ejes fundamentales que son los mismos de hace 100 años: la inequidad social derivada de la pésima distribución del ingreso y de los altísimos índices de pobreza; la inseguridad social, el pésimo estado de la educación básica, la salud y la insuficiente calidad de la vivienda.




Fuente: La Jornada | Roberto Garduño