Al pie del Instituto Nacional Electoral (INE), Andrés Manuel López Obrador aseguró que la del 2018 será la última elección presidencial marcada por la sospecha de un fraude electoral.
En un mitin con cientos de simpatizantes, luego de formalizar ante a la autoridad electoral su solicitud de registro como candidato a la Presidencia de la República por la coalición “Juntos haremos historia”, se escuchó al tabasqueño:
“Esta será la última elección celebrada bajo la sospecha y el temor de un fraude electoral. A partir del sexenio próximo, nadie podrá falsificar la voluntad de los ciudadanos; el gobierno no utilizará el presupuesto para favorecer a ningún partido o candidato; las elecciones serán limpias, libres y no habrá compra de votos”, lanzó al comprometerse a, en caso de ser elegido, garantizar un “auténtico” estado democrático de derecho.
Con su esposa a un lado, la bandera mexicana y las de los partidos PT, PES y Morena de fondo, se dijo convencido de la “necesidad” de establecer un gobierno honesto, bajo la guía que pretende representar.
“Nuestro propósito es iniciar una etapa nueva en la vida pública del país, con un presidente que no esté subordinado a ningún grupo de intereses creados y que solo tenga como amo y jefe máximo al pueblo de México”, lanzó.
Y se dirigió a las cúpulas de los poderes político y económico del país:
“Nuestros adversarios tendrán que entender que ningún grupo, por importante y poderoso que sea, podrá seguir conspirando contra la paz social en beneficio propio”.
Añadió: “El nuevo gobierno democrático garantizará las libertades y cada quien podrá dedicarse a la actividad que más les satisfaga y les convenga. Pero todos tendremos que ceñirnos a la legalidad vigente. Las nuevas reglas serán lo suficientemente claras”, dijo.
Entre esas reglas, destacó que bajo su administración podrán fluir los negocios, pero -según sus palabras y sin reparar en las formas-, se terminará con el influyentismo, la corrupción y la impunidad.
También habló de un presupuesto “realmente” público que dé preferencia a los pobres, de una justa distribución de recursos, de garantizar salarios dignos y terminar con privilegios de pocos sustentados en la opresión de muchos.
No obstante, insistió en difundir su mensaje de reconciliación, de fincar una autoridad moral y no perseguir a sus adversarios:
“Les aseguramos que, tras su posible derrota, no habrá represalias, ni destierro ni persecución para nadie. Lo que se necesita es justicia, no venganza. No odiamos a nadie. Sencillamente, deseamos con toda el alma el renacimiento económico, político, social y sobretodo moral de nuestro México”, fueron sus palabras.
López Obrador explicó que, según su plan de gobierno, la austeridad en el ejercicio del gobierno permitirá liberar recursos para financiar el desarrollo sin aumentar impuestos, sin endeudar al país y sin imponer a la población alzas “draconianas”, como calificó a los llamados gasolinazos.
“Acabaremos con la corrupción, con la impunidad y con los lujos en el gobierno. Habrá autoridad moral y política. Respetamos a quienes sostienen la máxima ‘ni perdón ni olvido’. Pero no la compartimos. Si hacemos a un lado el odio podremos caminar, con el emblema de la honestidad, hacia una sociedad mejor”, agregó.
De ser electo, López Obrador se comprometió a realizar, cada dos años, una consulta ciudadana para determinar si los votantes quieren que siga, o no, en el cargo. “El pueblo pone y el pueblo quita”, aseguró.
Fuente: Proceso