viernes, 28 de febrero de 2014

Trabajadores informales ganan más que el promedio

Expertos sugieren que el reto de la informalidad no se encuentra en reformas o regulaciones, sino en crear mejores oportunidades y salarios suficientes para las familias.

Ramiro Fernández es un joven de 30 años que gana 13 mil 500 pesos al mes, pero no trabaja en ningún área administrativa o en empresa alguna, él al igual que 59.1 por ciento de la población pertenece al sector informal del empleo.

Su sueño era ser parte del Ejército Nacional y de hecho se enroló en dichas filas a sus 20 años; sin embargo desertó, luego de cumplir los tres años de rigor, porque el salario mensual le era insuficiente. Tan sólo le pagaban tres mil pesos.

Quiso hacer carrera en el Ejército como otros de sus familiares, “pero con el sueldo de aquel entonces no pude quedarme y decidí salirme”, dijo.

A sus 23 años, sin estudios y con un bebé en camino, Ramiro se empleó en diversas partes, siempre en el sector informal, hoy lleva seis años lavando coches en un centro comercial del norte de la ciudad donde trabaja en promedio seis horas al día.

Académicos e investigadores coinciden en que la falta de crecimiento económico, empleo protegido (con prestaciones básicas de ley como seguridad social) y trabajos bien remunerados son los principales factores por los que la informalidad ha crecido en México.

Berenice Ramírez, investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), afirmó que está demostrado que en el caso de México, la informalidad no es una opción, sino resultado de la expulsión del sector formal.

“El problema son los bajos salarios, para aquellos que ganan hasta un salario mínimo en una fábrica, en promedio mil 800 pesos al mes, puede ser que incluso gane más en el ambulantaje por ejemplo”, dijo.

Agregó que esto se puede solucionar si se modifica el modelo económico, se reactiva el mercado interno a partir de la inversión productiva, y se estructuran cadenas productivas al interior del país, “todo lo contrario a lo realizado en las últimas décadas”.

EL TAXI DEJA MÁS

Otro ejemplo es Ricardo Martínez. Tiene 40 años, trabaja en promedio 12 horas diarias de lunes a domingo y percibe al mes más de 100 mil pesos, 162 mil pesos para ser exactos, y no es director de ninguna empresa o funcionario de gobierno, y tampoco tiene maestría, mucho menos doctorado, él también forma parte de la economía informal del país.

Hace 16 años, adquirió junto con tres socios, un sitio de taxis en la Ciudad de México, para el cual invirtieron casi 400 mil pesos, “vendimos lo que teníamos, mi coche y los coches de mis socios, entre otras cosas, y los primeros cuatro o cinco años le sufrimos, porque no teníamos al 100 por ciento la ganancia, ya después fue diferente. Hoy esto da para comer a 90 familias, cada taxista de este sitio saca en promedio mil 300 pesos al día, y la cuenta que nos tienen que dar es de mil 800 a la semana”, dijo.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Micronegocios, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 5 por ciento de la población se ubicó en la informalidad porque no encontró trabajo, pero el otro 95 por ciento lo hace ya sea porque sus familiares se dedicaban a ello o porque encontraron un mejor nivel de ingreso.

“Eso nos confirma que la mayor parte de las personas que están en la informalidad lo hacen porque dentro de la formalidad de las empresas no ofrecen los ingresos suficientes para sostener a las familias”, dijo Omar Jiménez Sandoval, profesor del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey.

LA COCINA, BUENA OPCIÓN

Como el caso de “doña Mary”, que lleva 20 años vendiendo verduras afuera de un establecimiento de pollos rostizados. Su mamá también vendía verduras en los mercados y ella continuó con el mismo oficio. 

Compra su mercancía en Cuautitlán e invierte alrededor de 300 pesos por dos huacales de verduras de los cuales obtiene en promedio una ganancia de 200 pesos al día por 6 horas trabajadas.

“A veces se me queda la mercancía y las bolsitas de verdura prefiero regalarlas porque se echan a perder pa’l otro día”, dijo mientras limpiaba las espinas de los nopales para su venta.

De acuerdo con Jiménez Sandoval, académico del Tecnológico de Monterrey, a este segmento de informales por tradición se suma la realidad de que hay cada vez más profesionistas que han invertido mucho a su educación y que tampoco encuentran en la economía formal un empleo bien remunerado.

Otro ejemplo es un vendedor de flautas, que a lo largo del tiempo ha instalado varios puestos en diversos mercados de la Ciudad, que le dejan un promedio mensual de 123 mil 500 pesos, por los que no paga impuestos.

Fabiola Pineda es un ejemplo. Estudió gastronomía y comenzó a trabajar como jefa de cocina encargada de desayunos en un restaurante pequeño, para después quedarse también con el turno de las comidas.

Ante el bajo salario percibido (menos de 7 mil pesos al mes), junto con otra compañera que cocina postres, se dedican a hacer comidas o banquetes “por encargo”, tampoco pagan impuestos.




Fuente: El Finanaciero| Angélica Hernández