La influencia de Joaquín Guzmán Loera en la zona delimitada como el triángulo dorado, conformado por los estados de Chihuahua, Sinaloa y Durango es innegable.
En el mapa de operaciones de la Procuraduría General de la República este triángulo geográfico ha sido ubicado como el principal punto rojo en el ámbito nacional, por su área de extensión y traslado de estupefacientes hacia Estados Unidos.
En el lugar se ubicó desde 2009 a familias enteras dedicadas a la siembra y producción de la droga bajo la influencia del cártel de Sinaloa. Pequeñas ciudades dotadas de televisión por cable y sistemas satelitales enclavadas en lo más profundo de la sierra.
La presencia de El Chapo se había hecho sentir tanto que el 2 de noviembre del 2010, el arzobispo de Durango había considerado a Guzmán Loera como un ser omnipresente, el prelado había advertido a los medios de comunicación que el jefe del cártel de Sinaloa estaba presente en todas partes, lo mismo caminando por las calles, cenando en un restaurante o en Tamazula.
Un año antes don Héctor González provocó un gran revuelo a nivel nacional al revelar, el 17 de abril que más delante de Guanaceví vivía El Chapo, “todos lo sabemos, menos la autoridad”, dijo en esa ocasión.
Hoy al confirmarse la detención de Guzmán Loera, la entidad vive una tensa calma, sin ningún pronunciamiento publico sobre el operativo realizado en el puerto de Mazatlán que derivó en la captura del líder del cártel de Sinaloa.
Fuente: Con información de Verónica Terrones, corresponsal de MVS