Refugio Machado, campesino de Durango, sufre la escasez de las lluvias en la región y el desinterés de las autoridades para reactivar los cultivos .
DURANGO.En la zona del semidesierto de Durango se localiza Veinte Amigos, comunidad enclavada en el municipio de Cuencamé, sitio que durante muchos años ha permanecido en el abandono por parte de las autoridades federales y estatales. Desde hace tres años en el lugar surgió la idea de hacer producir la tierra para que los habitantes tuvieran alimentos y una mejor calidad de vida a través de la cosecha de algunos cultivos.
El objetivo no se logró. Hoy la población no tiene suficientes fuentes de empleo y los habitantes viven de lo que sus familiares envían de EU, a donde muchos se fueron a trabajar, revela Refugio Machado, un campesino del lugar.
Él dice que en los últimos años ha tocado puertas de diferentes dependencias estatales y federales, incluso de la Presidencia de la República para que sean escuchadas sus demandas y puedan ayudarlos. “Yo no les pido nada regalado ya le he enviado 15 cartas al gobernador de Durango y al Presidente para que me ayuden con facilidades para la compra de maquinaria y poder hacer producir el campo aquí en mi tierra.
“Yo les garantizo que puedo participar en la economía nacional y en la producción bruta de México”, aseguró. Incluso, comenta: “Con mil toneladas de frijol que levante para la crisis que existe en el país o mil de maíz para dejar de importar del extranjero, yo creo que son muy buenas para mejorar las condiciones que existen actualmente”.
Pero qué es lo que pasa en Durango, se pregunta y responde él mismo: “Hay una cantidad enorme de burocracia que administra los recursos y que obstaculiza la liberación de apoyos. Además hay organizaciones como la Confederación Nacional Campesina y otras que se cuelgan del presupuesto para la ayuda del campo y todo el dinero se queda en el camino”.
Para él, en las dependencias de gobierno no hay intención de contribuir con la economía de los pobres y las tierras están abandonadas por la burocracia y la falta de recursos. Y más cuando hay expresiones de algunos funcionarios, como el secretario particular del gobernador de Durango, Carlos Áviles Acosta, quien le respondió al solicitar una audiencia con el mandatario estatal que “vivir del campo es una ilusión”.
En Cuencamé sólo ha llovido una vez este año. La sequía es tan aguda que se puede mirar a los vaqueros en la orillas de las calles; no hay producción ni trabajo; no hay comida para las personas ni para los animales, de hecho la gente y las bestias comen menos de lo normal, narra Refugio Machado.
Sostiene que en este momento “los malos” se dedican a robar. A él le robaron un transformador de agua para regar las hectáreas que antes pudo cultivar. En este momento, agregó, las personas se dedican a robar los fierros de la vías, a quitar llantas; otros secuestran, y hay quienes viven de las remesas o de la venta gorditas, donas y tamales.
Con coraje dice que mientras haya funcionarios que vean al campo como una ilusión, México no llegará ninguna parte. “Debemos tener servidores públicos que no desprecien al campo, que le tengan amor para hacerlo producir como se debe”, considera.
“Muchos no se van a Estados Unidos porque tienen esperanza de que el gobierno los voltee a ver”, comenta. “Yo he ido al Distrito Federal y he querido hablar con el presidente Felipe Calderón, con los titulares de la Sagarpa y de la Segob, pero nada. Sólo he hablado con el titular de Atención Ciudadana en Los Pinos y la respuesta es que exponga la situación de Veinte Amigos, en mi estado, pero aquí no he sido escuchado. QuizÁ porque voy con sombrero y huelo a campesino y no me hacen caso”, se lamenta.
Fuente: El Universal