El mejor momento de los salarios y el empleo en México se observó al principio de la década de ios ochenta, cuando el país disfrutaba la parte final del boom petrolero.
La capacidad de compra de los trabajadores se redujo en más de la mitad en los últimos 10 años respecto a las décadas de los ochenta y los noventa.
En 30 años, el poder adquisitivo ha caído entre 70 y 80 por ciento, estiman especialistas.
Poder adquisitivo acumula una pérdida de más de 70% en 3 décadas
Déficit de tres millones de plazas laborales
Cifra récord en la informalidad; suman 13.4 millones
Quizá el mejor momento de salarios y el empleo en México los últimos 30 años ocurrió precisamente cuando EL Financiero abrió sus páginas al público, allá por 1981, cuando el país disfrutaba casi el final del boom petrolero, y aun no sufría los costos de las crisis que vinieron en años subsecuentes.
Después de ese periodo vino una historia de retrocesos en el poder adquisitivo de los salarios y en el crecimiento del empleo formal, estable y bien remunerado, ya que se situó por debajo de las necesidades de la población, y poco tardó en detonarse el fenómeno de la informalidad.
En los últimos diez años la capacidad de compra de los trabajadores se redujo en más de la mitad respecto a las décadas de los ochenta y los noventa.
Los especialistas estiman que actualmente el salario mínimo es aproximadamente un 30 por ciento de lo que era hace tres décadas, lo que equivale a una pérdida de su poder adquisitivo de entre 70 y 80 por ciento.
En otras palabras, cuando en 1980 con un salario mínimo se podían comprar 50 kilos de tortilla o 280 piezas de pan dulce o 18 litro.s de leche u ocho kilos de huevo, con el salario vigente (59.80 pesos) apenas se pueden adquirir cinco kilos de tortilla o 39 piezas de pan dulce o cuatro litros de leche o sólo tres* kilos de huevo, indica un estudio del Centro de Análisis Multidisciplinario de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Gerardo Esquivel, investigador de El Colegio de México, señala que el salario mínimo alcanzó su punto más alto en 1980, pero desde esa fecha "es difícil hablar de una etapa exitosa".
La crisis de 1982, producto del desplome de los precios del petróleo y altas tasas de interés, derivó en continuas devaluaciones y altos índices de inflación, que se tradujeron en el recorte de los salarios y la caída en el empleo formal.
José Luis de la Cruz, director del Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, dice que "es muy claro que el mayor rezago en cuanto a la creación de empleo se comenzó a dar en la década de los ochenta, cuando gobernaba José López Portillo, ya que la crisis evidenció la imposibilidad de crecimiento económico para generar empleo y detonó la informalidad".
Rezago
Ese "desequilibrio estructural" del mercado formal de trabajo no se corrigió los siguientes años, durante los gobiernos de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari, señala Julio López, consultor y autor del análisis "Evolución reciente del empleo en México", para el proyecto de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) denominado "Crecimiento, empleo y equidad: América Latina en los años noventa".
Calcula que para sostener la tasa de empleo en México y la situación demográfica, cada año deberían crearse al menos un miUón de nuevas plazas; sin embargo, durante los sexenios de De la Madrid y Salinas de Gortari (1982-1994) sólo se generaron alrededor de dos millones.
En 1983, la desocupación alcanzó una tasa de 8.2 por ciento, que desde entonces no se ha sobrepasado, con lo que se ha mantenido baja respecto al promedio de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), lo que Gerardo Esquivel explica de la siguiente forma: "Probablemente debido a la falta de un seguro de desempleo en México encontramos niveles bajos de desocupación contra países como Francia, España, Irlanda, Portugal o Estados Unidos, que reportan tasas superiores a 9 por ciento.
"No obstante, en esos países hay seguros de desempleo, que permiten á los desocupados mantenerse libres más tiempo, mientras que los mexicanos sin trabajo, ante la ausencia de ese beneficio, se ven obligados a emplearse de inmediato."
Pactos
Hasta 1987, las negociaciones salariales fueron libres. El expresidente De la Madrid puso en operación los llamados "pactos" económicos, acuerdos tripartitos entre representantes de los trabajadores, empresarios y el gobierno, con el propósito de controlar las presiones inflacionarias.
Pero "los pactos significaron el sacrificio del poder adquisitivo de los trabajadores y el debilitamiento del mercado interno; incluso hubo costos muy altos que se trasladaron al desempleo en el sector público con la privatización de Telmex, Mexicana de Aviación, Aeroméxico, Minera de Cananea y todos los bancos comerciales", señalan Alfonso Bouzas y Gerardo González, expertos de la UNAM.
En el libro Perspectivas del trabajo en México indican que el desempleo generado por la venta de esas empresas impactó a 250 mil trabajadores, es decir 25 por ciento de la ocupación total del sector paraestatal a mediados de la década de los ochenta.
"La crisis, el empleo y los salarios en México", documento suscrito por Norma Samaniego, de la Facultad de Economía de la UNAM, establece que en la crisis de 1995 se combinó una caída en el empleo formal con un descenso en el salario.
Sin embargo, el efecto negativo en el empleo fue compensado con un repunte sostenido en la ocupación generada por los sectores exportadores, que permitió un fuerte crecimiento en trabajo formal entre 1995 y 2000.
Esa crisis, que coincidió con los primeros años del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) durante el gobierno del expresidente Ernesto Zedillo, causó una disminución de 6.2 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), y la tasa de desempleo pasó de 3.7 por ciento en 1994 a 6.2 en 1995, es decir un millón 677 mil personas desocupadas, basados en cifras del INEGI.
Se planteó la necesidad de recuperar el nivel de vida de los asalariados mediante la reducción de la inflación, y lograr así "el bienestar para la familia", pero el lema priista no bastó, y entonces vino "el gobierno del cambio", a cargo de Vicente Fox, quien se apoyó en el empresariado para crear al menos un millón 300 mil plazas al año.
Informalidad
José Luis de la Cruz refiere que fue desde 2000, con los gobiernos panistas, cuando el problema de la informalidad se vio "exacerbado" ante la falta de dinamismo económico e incentivos fiscales para impulsar la formación de nuevas empresas y trabajos formales.
Así, sin encontrar la fórmula para contrarrestar el impacto de la economía informal en el empleo, a México lo alcanzó la recesión global financiera, que inició a finales de 2008 y que llevó al país a perder unos 700 mil puestos, que, según la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), ya se recuperaron.
Norma Samaniego explica que, a diferencia de la crisis de 1995, en el caso de la recesión de 2008 y 2009 no habrá una demanda externa sólida que impulse "fuertemente" nuestras exportaciones, que genere empleos crecientes en el sector manufacturero exportador y nos ayude a superar rápidamente la caída de más de 6 puntos del PIB.
Los especialistas advierten que Felipe Calderón, quien se autoproclamó "el presidente del empleo" al ganar los comicios del 2006, enfrenta uno de los peores momentos en materia de empleo y salarios, que se agravaron con la crisis, pero que en realidad responden a un problema estructural que no ha sido atendido.
Saldo negativo
El saldo actual del mercado laboral, plantean los expertos consultados, es: imposibilidad de crear el millón de empleos que demanda cada año la Población Económicamente Activa (PEA), un déficit de tres millones de plazas, 2.8 millones de mexicanos sin trabajo, tasas de desocupación superiores a 4 por ciento, y una cifra récord en el nivel de informalidad, donde se desempeñan 13.4 millones de personas.
De la Cruz y Alberto Moritz, académico de la UNAM, coinciden en que el quinquenio de Calderón es un periodo de profundización del estancamiento económico en México, pues prácticamente la creación de empleos se dejó en manos de la informalidad, que hoy casi iguala en número a los 15 millones de cotizantes en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
En suma, los especialistas destacan que es mediante el trabajo y los salarios como las familias obtienen los ingresos que las alejan de la pobreza, pero la línea del tiempo muestra una vinculación entre salario y empleo que explica el porqué la pobreza se ha ido incrementando en los años recientes.
"Si el salario mínimo no hubiera tenido ninguna pérdida de poder adquisitivo desde la década de los ochenta, en la actualidad el salario mensual debería ser de aproximadamente seis mil 500 pesos, que iría con el ideal que marca nuestra Constitución", concluye Miguel Reyes, coordinador del Observatorio del Salario de la Universidad Iberoamericana.
Fuente: El Financiero