domingo, 2 de noviembre de 2014

Culpan a policías de matar a detenido y queman alcaldía en Campeche

Vecinos enardecidos por muerte de un detenido presuntamente a manos de policías estatales incendiaron el Palacio Municipal de Bolonchén

MÉRIDA.- Habitantes de Bolonchén de Rejón, Hopelchén, incendiaron las oficinas del Palacio Municipal de esa población -ubicada en la zona limítrofe con Yucatán- enardecidos por la presunta participación de policías estatales en la muerte de Dennis Abraham Canché Trejo, detenido el sábado pasado en un retén con alcoholímetro.

De acuerdo con reportes preliminares y de medios locales, Canché Trejo fue detenido por agentes estatales y al resistirse al arresto fue sometido a golpes

La Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) de Campeche dio a conocer que, ante los acontecimientos, tres elementos de la Policía Municipal de Hopelchén y tres más de la Policía Estatal Preventiva (PEP) se encuentran en calidad de detenidos a disposición de la Novena Agencia Investigadora del Ministerio Público Especializada en Delitos Graves.

A los agentes se les investiga por los delitos de homicidio calificado, lesiones calificadas y abuso de autoridad, tras la detención administrativa de tres personas, una de las cuales era Canché Trejo. El número de la averiguación previa es AAP/7250/9na/2014.

Canché Trejo, de 39 años de edad, era originario de Bolonchén de Rejón, Hopelchén, y vecino de San Francisco de Campeche. De acuerdo al reporte, falleció cuando era trasladado a un nosocomio de ese municipio.

El cuerpo sin vida fue trasladado al Servicio Médico Forense de esta institución (PGJE) en Campeche para practicarle la necropsia de ley y posteriormente será entregado a sus familiares.

Cabe destacar que los seis servidores públicos, fueron detenidos y puestos a disposición por la Secretaría de Seguridad Pública y Protección a la Comunidad (SSPyPC).

El gobernador Fernando Ortega Bernés, puntualizó al titular de la PGJE, Arturo José Ambrosio Herrera, actuar con firmeza en la búsqueda de la justicia.

Fuente: Excélsior| Eduardo Cabrera