Los partidos ahora trasladan sus chicanerías al mundo online, señala investigadora
Si Ernesto Cordero fuera candidato en Estados Unidos podría ser más competitivo, al menos en Twitter, donde 70 por ciento –de una muestra de 500 seguidores– son de Estados Unidos, Francia y hasta Japón.
Los adeptos a Enrique Peña y Josefina Vázquez Mota son cientos de miles, aunque la mitad corresponde a cuentas fantasmas o mudas.
El sueño de cualquier político, de conquistar miles de seguidores en cuestión de horas o contar con ejércitos de trolls –los provocadores de controversias en Twitter–, se puede cumplir en las redes sociales. Se trata del ciberacarreo, logrado ya no con tortas y refrescos, sino con tecnología y grandes sumas de dinero.
Quien cree que hacer campaña en Internet es barato está equivocado. Por un ejército de 25 mil seguidores inventados en Twitter se pagan hasta dos mil dólares, y por 500 perfiles manejados por 50 personas se pueden gastar entre 12 mil y 15 mil dólares, según la casa de campaña de Santiago Creel.
Con bots, como se conoce a los robots programados por computadora u operados por personas reales, empresas dedicadas al manejo de redes sociales en México, Estados Unidos o incluso Asia logran crear la ilusión de que sus clientes gozan de mucha popularidad.
También usan estos bots para defender, criticar o trollear a los adversarios, como ocurrió en los debates entre panistas.
Detrás hay tecnología y una nueva industria que encontró un filón de oro: las ansias del político por ganar la batalla de la percepción en el mundo digital, el nuevo factor en las elecciones de este año.
Ninguno de los responsables de difusión o de redes sociales de las cinco campañas acepta valerse de esta engañosa estrategia. Pero también evitan revelar los nombres de las empresas consultoras que los asesoran, por tener contratos de confidencialidad.
Un análisis efectuado por La Jornada en Twitter refleja un crecimiento desmedido de seguidores, sobre todo en las cuentas de Enrique Peña y Josefina Vázquez Mota.
De 500 perfiles revisados en la cuenta de Vázquez Mota, 151 son huevos, como se conoce a las cuentas sin fotografía; otros 233 lucen imágenes, pero tienen las características de ser fantasmas: han enviado cero o no superan los tres tuits.
El diputado Agustín Torres, responsable de redes de la panista, califica de fraude el uso de bots, y se pregunta si fueron plantados por alguien. No sé quién esté dispuesto a pagar por esas cosas; te lo digo en serio, no le veo un valor; nosotros apostamos por la gente real.
Con Peña Nieto ocurre una situación similar: de 500 perfiles estudiados, 155 son huevos y 96 están inactivos.
Aurelio Nuño, coordinador de difusión del priísta, atribuye el incremento de seguidores (en promedio 100 mil cada mes) a la popularidad de Peña Nieto. Al plantearle que hay muchas cuentas aparentemente falsas, revira que deberá indagarse quiénes son los autores. Nosotros no lo hacemos, es una mala estrategia.
El nuevo encargado de redes del cuartel de Cordero, Javier Murillo, niega haber detectado bots. De hecho, él tiene apenas un mes en esta tarea; una empresa estadunidense perdió el contrato por no haber tropicalizado la estrategia al caso mexicano, explica Juan Ignacio Zavala, coordinador de mensaje y contenido.
Quizá por eso en el Twitter de Cordero hay 95 mil seguidores y no tantos huevos, pero de medio millar estudiado por este diario, 344 son usuarios de Estados Unidos, después de Francia, Japón y China.
Se podría decir que es el más internacional de todos, pero parece difícil que esos tuiteros le aporten votos en la próxima elección interna del PAN.
Algunos argumentarán que los llamados huevos son personas que abandonaron su cuenta, pero el crecimiento registrado en algunas cuentas durante ciertos periodos es atípico comparado con otros miembros de la Twitter-élite mexicana, como se conoce a los más éxitosos.
Hasta el primero de diciembre los números de seguidores de Vázquez Mota aumentaban en promedio 400 diarios, una semana después escalaron a 3 mil 500 y el 3 de enero, en plenas vacaciones, tuvo el pico más alto: 5 mil 354 en un solo día. Ahora suma más de 233 mil.
El presidente Felipe Calderón, cuya exposición en medios de comunicación es mayor, necesitó 10 días de diciembre para ganar los cinco mil seguidores obtenidos por la ex diputada en 24 horas.
A Peña Nieto le bastaron tres días para hacerse de 40 mil personas en su debut. Sin importar la poca actividad del priísta en Internet –apenas ha dirigido 191 mensajes–, ya acumula más de 350 mil seguidores, el récord más alto de todos los precandidatos, en apenas tres meses.
Jesús Ramírez, del equipo de redes sociales de López Obrador, se pregunta cuántos son de carne y hueso y compara la estrategia de inflar números en Twitter o Facebook con el uso de encuestas para crear una percepción favorable.
En la cuenta de López Obrador se contabilizaron menos perfiles sin fotografía ni tuits enviados; 92 de un promedio de 500. Necesitó dos años tres meses para sumar 247 mil suscritos.
Cazabots
Desesperado por ver el rezago, Jorge Álvarez Hoth, coordinador operativo del equipo de Creel, con sólo 64 mil seguidores, buscó explicaciones. Las encontró tanto en los robots como en el dinero inyectado en las campañas de sus competidores.
Para demostrarlo el ex subsecretario de Comunicaciones y Transportes enciende su iPad y contabiliza las cuentas fantasmas de Vázquez Mota. “¡Ve la cantidad de huevos! Ojalá hubiera un search (buscador) de huevos”, y luego invita: “abre cualquier huevo, manda cero tuits.
Ve a los seguidores de otros candidatos, como los de Enrique (Peña), y vas a encontrar lo mismo. Conclusión: están comprando seguidores. Los esfuerzos ordenados de gente que está muy arriba no son gratuitos. (Joaquín) López Dóriga tiene 800 mil, pero él tiene la exposición en televisión, que cuesta mucho dinero.
A partir de este hallazgo, la agencia encargada de las redes sociales de Creel creó los cazabots. Éstos se encargan de detectar perfiles en Twitter que envían los mismos mensajes en beneficio o en prejuicio de algún candidato.
“De repente, cuando el cazabot anuncia que se va a dormir, empiezan los bots a golpear”, comenta, y ejemplifica los debates del PAN, donde algunos contaban con ejércitos de 500 bots que decían ‘ganó’ tal candidato, aunque no haya sido así.
“No cabe duda –dice María Elena Meneses, estudiosa del tema–, los partidos políticos trasladan sus chicanerías del mundo offline al online”.