El sistema ya no encaja en el orbe, admite el fundador del encuentro en Davos
Davos. La elite económica reunida en la 42 edición del Foro Económico Mundial (FEM) discute la vigencia del modelo capitalista.
La impresión de que los negocios tendrán que desarrollarse de otra forma se impone incluso en el exclusivo encuentro de los capitalistas: Davos.
Del capitalismo de los años 80 y 90 se puede decir sin riesgo a ser denunciado que era explotador, perjudicial para el medio ambiente y que se ha desarrollado a costa del hemisferio sur, así como de futuras generaciones.
Ahora las críticas se hacen cada vez más fuertes y hasta la elite económica reunida en Davos debate abiertamente si el capitalismo del siglo XX puede seguir funcionando.
El propio fundador del FEM, Klaus Schwab, ha dicho que ese modelo está un poco envejecido. Incluso se podría decir que el sistema capitalista en su forma actual no encaja en el mundo de ahora, dijo quien reconoce cierta simpatía hacia los activistas de Ocupa Wall Street, que pasan frío en su campamento iglú, cerca del lugar donde se celebra el foro.
No obstante, no ha permitido que los representantes del movimiento intervengan en el foro.
La crítica al capitalismo está presente en Davos. Ha tenido efecto en el foro que durante 2011 decenas de miles de jóvenes desempleados del sur de Europa salieran a la calle a manifestarse y que los activistas hayan acampado junto a los rascacielos de los bancos.
De las promesas rotas del capitalismo habla la secretaria general de la Asociación Internacional de Sindicados, Sharan Burrow: ya antes el bienestar estaba tan desequilibradamente repartido como no sucedía desde los años 30. En muchas economías ya no entran los jóvenes trabajadores, lamentó.
El modelo económico se está socavando a sí mismo, afirmó. Los disturbios sociales que podrían emerger de eso no le van a gustar a nadie, advirtió la representante de 175 millones de trabajadores en todo el mundo.
Sin embargo, el presidente del consejo de dirección de la mayor empresa especialista en redes Alcatel-Lucent, Ben Verwaayen, tiene un punto de vista diferente. Afirma que en el mundo se encuentran todavía lugares en los que la gente anhela el capitalismo, porque (éste) ayuda a salir de la pobreza.
El problema no es entonces el concepto, sino cómo se lleva a la práctica. No sirve de nada despotricar contra las ambiciosas multinacionales, lo que se demanda son innovaciones, afirmó.
Desde el público, un joven egipcio interviene en el debate y pide que den a la gente joven plataformas desde las que se puedan crear trabajos.
Para uno de los capitalistas más acérrimos, David Rubinstein, no hay duda de que ese sistema precisa reformas.
El cofundador del Carlyle Group, del que forman parte los más grandes inversores financieros del planeta, hace un guiño a palabras de Winston Churchill, señalando que es la peor forma económica que existe, si no se tiene en cuenta todo lo demás.
Se pregunta quién en 1912 podía pronosticar cómo se iba a desarrollar el capitalismo del siglo XX. Ahora ya hemos pasado 12 por ciento del nuevo siglo, así que habría que confiar algo en el capitalismo, planteó.
Paguen impuestos y (al menos) el sueldo mínimo a sus empleados, pidió Burrow.
En las calles están los activistas, que el miércoles hicieron pasear perros imaginarios en la avenida principal de Davos, como una forma simbólica de atar a los consorcios.
Cuando los grandes consorcios en el extranjero violan las normas medioambientales se les debería pedir responsabilidades en su país, expuso Lorenz Kummer, miembro de la organización de ayuda al desarrollo Swissaid, y lamentó: política y economía están globalizadas desde hace tiempo. Sólo hay fronteras para el derecho.
Fuente: La Jornada