miércoles, 4 de mayo de 2011

Ofensivo despilfarro en Senado


Sabido es que por la compra de los terrenos de la nueva sede del Senado de la República se pagaron 256 millones 247 mil 855 pesos y que el costo de la construcción que ya se les inundó fue de 2 mil 563 millones de pesos, cifras ofensivas para un país que cuenta en su haber con la mitad de su población hundida en la más indignante de las pobrezas y que tienen el ingrediente de que quienes ocupan los despachos y las curules son nada más y nada menos que sus representantes.
Para darnos una idea de hasta que grado ha llegado la corrupción en nuestro país, la cual ya abarca absolutamente todos los renglones, tenemos que el terreno en donde está el Senado era propiedad del dueño de los hoteles Meliá, una cadena que cuenta con estos inmuebles en muchos lugares del mundo y obviamente en México, conocidos por ser inversionistas de origen español y dados a realizar sus proyectos “cueste lo que cueste”.


De acuerdo a las autorizaciones de construcción en esa zona, sólo se podía realizar una edificación de 4 pisos y no de 11 como ya está hecha.

Y existen razones para ello ya que es un terreno con fallas geológicas que tienen una composición lodosa y, como se recordará, hubo una nueva reglamentación de construcción a partir de toda la cadena de derrumbes que tuvieron lugar el 29 de septiembre de 1985 cuando la capital de la República sufrió un mortal colapso por el terremoto registrado. A raíz de una entrevista a quien fungiera como corredora para la operación de compra-venta de los terrenos han empezado a surgir nombres.

Así, aparece Salvador Rocha Díaz, Diego Fernández de Cevallos, Enrique Jackson, en un primer sitio para ir hilvanando otro de esos fraudes, otra de esas adquisiciones con sobre precio, otra de esas autorizaciones surgidas de la corrupción que se saltan todas las medidas de seguridad, que ignoran las advertencias y que rellenan de billetes los bolsillos. Pero no solo se limitan los nombres a esos personajes de todos conocidos por su pasado, por su presente y por lo que ambicionaban para el futuro. Están otros y provienen de todos los partidos políticos. Ninguno de los que han ocupado la silla de control del Senado quedó libre de culpa. Unos por el terreno, otros por la construcción, algunos más por los permisos. El botín se repartió entre muchos y de todos los colores, de todos los partidos. Y pensar que son esos los hombres elegidos para hacer leyes. ¡Carajo!



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