Fue una exhibición cruda de golpismo electoral, un desfile de modas autoritarias, una muestra del catálogo sexenal por venir (que, en realidad, ya llegó), una confesión contundente de la alianza bipartidista nuevamente tejida, una descarnada forma de presionar a los magistrados del tribunal de por sí tan proclive a obedecer la línea en favor del peñanietismo, una obscena escenificación de complicidades fortificadas en Los Pinos que creyeron urgente cancelar a los ojos de los mexicanos cualquier esperanza en lo electoral, tanto en el ejercicio en las urnas como en las vías jurídicas de objeción y corrección posteriores.
El manotazo político fue dado con reloj político en mano: virtualmente a la misma hora en que recibía paquetes de impugnaciones el tribunal electoral federal, así borrado del mapa real sin guardar siquiera las formas, y a 18 horas de que el principal opositor a la imposición se apareciera ante la prensa para anunciar su plan de lucha y, supuestamente, nuevas pruebas contundentes del fraude tan mentado (anuncios que finalmente no se produjeron, posponiendo López Obrador la presentación de la hoja de ruta de combate para este viernes y dejando en suspenso los datos que renovarían escándalos, según eso relacionados con retiros bancarios multimillonarios del operador estelar del peñanietismo, el corregidor Videgaray).
A propósito de la conferencia lopezobradorista ha de decirse que fue a contracorriente de lo esperado. Más pruebas a acumular en un expediente jurídico que sólo con mucha buena voluntad puede suponerse que será atendido sin consigna y con sentido justiciero por el tribunal electoral federal. No es poca cosa señalar que el presunto presidente Peña habría obtenido su formal victoria echando mano del recurso delictivo de lavado de dinero. Es una acusación grave, al igual que la exigencia de que las autoridades correspondientes, las electorales y las gubernamentales, actúen en consecuencia o se acepten como cómplices susceptibles de denuncia penal.
El plan de lucha política no fue dado a conocer, pero diversas voces internas anuncian que se buscará difundir por el país los alegatos en busca de invalidación, explicarlos, levantar firmas de apoyo y seguir los senderos legales tanto nacional como interamericano. Batalla legal y movilización social acotada, con la esperanza puesta en lo que de manera pacífica hagan los jóvenes y otros segmentos sociales no partidistas ni obligados a respetar pactos de civilidad.
Dijo el presunto presidente Peña (PPP, aunque se aceptan propuestas para la tercera pe) que de reformas habló con el presunto presidente pinolero actual, el saliente Felipe que tan a gusto se ve en estos espectáculos de marrullería política sin tapujos. Lo que no pudo negociar el calderonismo porque lo obstruyó el peñanietismo en las cámaras, sobre todo la de diputados, podría realizarse ahora bajo acuerdo de los priístas, el panismo, los verdes y el gordillismo.
En el partido que se apresta a dejar el poder formal están por resolverse algunas incógnitas. Gustavo Madero ha sido presidente de fachada del comité nacional panista. Rompió la racha de imposiciones que había colocado en el liderazgo formal del PAN a verdaderos instrumentos de la voluntad de Los Pinos: Germán Martínez y César Nava, ahora devueltos a sus niveles políticos verdaderos. Pero por ello tuvo y tiene en contra a Felipe Calderón, que ahora dedica su tiempo a la intriga partidista, con la mira puesta en Madero, al que se pretende relevar en pocos meses para instalar a una pieza plena del calderonismo, que recoja la pedacería del jarrito reventado en estos comicios recién pasados y comience a construir la expectativa de vuelta familiar al poder, con la ya emplazada Margarita Zavala Gómez del ABC, perdón, del Campo, como precoz precandidata.
En ese reacomodo de cartas ha saltado una peculiar designación: la candidata presidencial de reducida fuerza política personal y sabida orientación al sacrificio (pieza de negociación con el peñanietismo), Josefina Vázquez Mota, ha aceptado ser la coordinadora de acción política del comité nacional panista, presuntamente por decisión del débil Madero, aunque todo apunta a que se trata de una decisión del intrigante FC. La excandidata ha hecho desfiguros varios: se rindió el domingo 1º cuando ni siquiera había comenzado la cuenta de protección (oficialmente, aún no había caído a la lona), luego pretendió asumirse como súbito fenómeno político que encabezaría un movimiento social que formarían sus millones de votantes y finalmente se fue de significativas vacaciones al extranjero.
La propia Chepina está interesada en presidir lo que queda del PAN, pero no sólo le es adversa la consideración generalizada de que ayudó con mucho a la derrota que de por sí le estaba predestinada desde Los Pinos, sino que además tiene enfrente la misma voracidad oscura de su verdugo a plazos, el antes citado Calderón, a quien algunos ven con clara disposición a encabezar personalmente el comité nacional panista. Claro está que de esa manera garantizaría buen cauce para la pretensión de hacer candidata presidencial a su esposa Margarita (proyecto movido por el frío cálculo político y no necesariamente por la calidez conyugal) y continuaría con la ruda tarea de imponer a sus cercanos en cargos importantes y posiciones plurinominales viables (como sucedió en esta ocasión: perdió Josefina, pero ganó Calderón con su familia y amigos instalados en las cámaras).
Sin embargo, habrá de verse si el signo de la muerte impuesto tan aplicadamente por FC en términos cualitativos y cuantitativos no le impedirá cualquier pretensión, al menos en el corto y mediano plazos, de desarrollar actividades políticas de manera abierta, como exige un liderazgo partidista, a menos que, como sucedió con la hermana Cocoa en Michoacán, los mítines y la grilla panista se realicen entre blindajes militares y policiacos, con más personal de custodia que asistentes a los actos panistas.
Y, mientras sigue el escándalo del HSBC, ¡hasta mañana, con el general Ángeles en espera de libertad!
Fuente: La Jornada