En un balance sobre los comicios, el partido reconoce la exitosa estrategia del tabasqueño
Los métodos para escoger candidatos nos mantuvieron a salvo de conflictos internos mayores
Critican la aplicación interna de criterios burocráticos o erróneos en la asignación de recursos
Más que un lastre, Andrés Manuel López Obrador resultó la locomotora que lleva a las izquierdas a los patios del parlamento.
Así se reconoce por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) en su balance de los comicios del primero de julio, en el cual hace un reconocimiento expreso a la exitosa estrategia de campaña del tabasqueño, que se manifestó en una diferencia significativa entre los sufragios obtenidos por la Presidencia y los conseguidos por los candidatos a diputados y senadores.
La votación para diputados de representación proporcional obtenida por el sol azteca (es decir, sin contar a sus aliados) fue de unos 9 millones 200 mil votos, frente a los 15 millones 800 mil del aspirante presidencial.
Para los perredistas, los votos obtenidos por su candidato a Los Pinos son evidencia de la existencia de un electorado que rechaza los gobiernos de corte neoliberal con su cauda de injusticias, dolor y muertes.
Entre esos votantes, el PRD incluye a quienes rechazan la corrupción, la ineficiencia y las mentiras lo mismo del PRI que del PAN, y a quienes contaron con herramientas para sustraerse al influjo perversamente manipulador de las cadenas de televisión.
Un airecillo de autocrítica aparece cuando el balance perredista admite que hay ciudadanos que votaron por sus candidatos bajo reserva, pese a que identifican los problemas y vicios que históricamente cargan a cuestas los partidos políticos de la izquierda mexicana. El sol azteca reconoce y promete: con todos ellos adquirimos un compromiso y una deuda social que no podemos dejar de cumplir.
Los errores
El documento fue redactado por cuatro dirigentes partidistas, cada uno miembro de una corriente: Carlos Sotelo, Rafael Hernández Estrada, Margarita Guillaumín y René Bejarano.
De sus 16 páginas, poco más de una se dedica a los errores cometidos en el proceso comicial.
El primero es la ausencia de una estrategia conjunta de toda la coalición en las campañas de los candidatos a legisladores.
Señalan la falta de unidad en torno al objetivo común de ganar las elecciones, no sólo la presidencial. En el reparto de culpas, en este punto incluyen no sólo a los partidos coligados, sino también al Movimiento Regeneración Nacional.
Sin poner nombres o cifras, el recuento sigue con el desigual desempeño o la total ausencia de actividad proselitista por parte de algunos aspirantes, y con la aplicación de criterios burocráticos, erróneos u equívocos en la asignación de recursos.
A la deficiente unidad interna y la precaria cuando no ausente organicidad e institucionalidad partidaria se atribuyen las fallas en el necesario seguimiento y acumulación de evidencias y pruebas acerca de los ilícitos cometidos por los candidatos del PRI y el PVEM, así como en la creación y el registro de la estructura electoral.
A pesar de que una y otra vez cantaron una cobertura total, los perredistas atribuyen ahora a todos los partidos dificultades para tener representantes en la totalidad de las casillas. Mal de muchos en las cifras: el PRI cubrió 92 por ciento, el PAN 70 y nosotros 85 por ciento.
El avance y los aciertos
Con una redacción descuidada, el documento también analiza el desempeño electoral del PRD con y sin alianzas desde 1991. A partir de los cómputos de la elección de diputados de representación proporcional, concluye que la participación conjunta favorece a los partidos de izquierda:
En términos porcentuales, la votación de los tres partidos llegó a 16 puntos en 2000, mientras en 2006 y 2012 alcanzó 29 y 27 puntos, respectivamente.
En el documento también se dedica un espacio a los aciertos durante la contienda electoral. Primero, el consabido procedimiento para definir la candidatura presidencial. Luego, la coalición total con el Partido del Trabajo y el Movimiento Ciudadano.
Aunque consumieron meses y casi todas las energías de los dirigentes, los perredistas ensalzan los métodos utilizados por la Comisión Política Nacional (CPN) en el PRD, y por la coalición en su conjunto, en la definición de las candidaturas, mismas que, independientemente de su resultado concreto, lo cierto es que nos alejaron y mantuvieron a salvo de conflictos internos mayores.
En rigor, sin embargo, la CPN dejó de reunirse al menos desde principios de abril, porque Jesús Zambrano no la convocó, según la queja reiterada de líderes de otras corrientes.
En ese periodo, y hasta el cierre de los plazos legales, la cúpula de Nueva Izquierda hizo cambios en las listas de candidatos que no fueron consultados con la dirección nacional –la única facultada para efectuarlos– en su conjunto. A mitad del río hubo cambios para imponer a los favoritos de los chuchos en entidades como Guerrero, Guanajuato, Guerrero, Sonora y Yucatán.
Sin entrar a detalle de los procesos estatales y distritales, el texto sugiere una nueva categoría para denominar al enemigo en materia de votaciones: ya no comicios de Estado, sino elecciones sistémicas, porque enfrentamos a poderes fácticos y formales que concurrieron en un mismo objetivo, cerrar el paso de las izquierdas a la Presidencia e impedirles conquistar mayores espacios en el Congreso.
Para el PRD, los comicios recientes se caracterizaron por la existencia de una desigualdad majadera y absoluta. En este punto, se hace una enumeración de irregularidades que el sol azteca y el Movimiento Progresista han denunciado día tras día desde el primero de julio.
El fraude y el crecimiento
A pesar del fraude generalizado, que el balance considera un hecho comprobable e histórico, también ocurrió otro hecho no menos comprobable y real: el crecimiento electoral de las izquierdas, que les permitirá incidir en la toma de importantes decisiones en y desde las cámaras de Diputados y Senadores.
Para cerrar su balance, el PRD reitera su apoyo a la demanda de invalidación de la elección y se propone ser parte activa de la lucha contra la imposición fraudulenta de un presidente. Aclara que lo hará desde nuestros propios espacios y con nuestros propios recursos.
En paralelo, y sin esperar la resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), el sol azteca ofrece poner a consideración de otros actores políticos y sociales la agenda que defenderán sus legisladores, a la vez que promete mantener una férrea oposición a las mal llamadas reformas estructurales.
A pesar de que el documento se refiere al periodo que vence el 6 de septiembre para que califique la elección el TEPJF, el PRD no establece esa fecha como plazo fatal para terminar una lucha a la que dice sumarse, en contra de la imposición de Enrique Peña Nieto.
Fuente: La Jornada