María Guadalupe González Zúñiga carga a su pequeña hija. Foto: Especial
“¡Señor presidente!, ¡señor presidente!”, clamó la mujer ese 8 de abril de 2014. En esa ocasión Guadalupe ya había logrado burlar la barrera humana y llegar a Enrique Peña Nieto para decirle: “Mi hija tiene una enfermedad, tiene escoliosis congénita”. En respuesta, Peña Nieto abrazó a la niña, le dio un beso y ofreció: “Estos son los casos que me gusta resolver”.
Peña se presentó en la localidad de Chilchota para dar continuidad a la Cruzada contra el Hambre en compañía de la entonces titular de Sedesol Rosario Robles, el entonces gobernador Fausto Vallejo y Alfredo Castillo, excomisionado para la seguridad en la entidad. Enseguida ordenó:
“Pídanle los datos a la señora y a la niña”, y una persona se acercó y entregó a la mujer una tarjeta blanca con un número celular anotado y continuó su camino.
Días después María Guadalupe González marcó al celular, el 44-33-305053, con lada de Morelia, que nada tenía que ver algún número de la Presidencia. Luego que explicó su caso, le respondieron: “Aquí no conocemos a ningún Peña Nieto ni es la Presidencia de la República”, y colgaron.
Lupita, como la conocen en esta comunidad de unos 260 habitantes enclavada en la sierra Chilchota, dice que no volvió a saber más de Peña ni de sus colaboradores.
Con el dolor reflejado en el rostro, comenta al reportero que por qué el presidente se burló así de ella. Todos vieron que la abrazó y el beso que le plantó. Hoy, a dos años de ese incidente, comparte: “Uno de ignorante, no sabía si ese celular era de la Presidencia, del propio Peña Nieto o de otra persona. Él personalmente dijo ‘atiéndanla para llevar a la niña a México, a que le hagan estudios y curarla’, sin costo alguno para la familia. Todavía recuerdo que dijo ‘estos son los casos que me gusta resolver’. Nomás se mofaron de mí”, deplora.
Incluso este corresponsal marcó seis veces a ese número y una grabadora responde que está fuera de servicio.
El engaño consiste en que normalmente las solicitudes de los presidentes las atiende gente del EMP o asesores cercanos a ellos, con teléfonos de la Ciudad de México y no del estado a donde acuden, porque el número ni siquiera es de una oficina del gobierno de Michoacán.
Ariana nació en Zamora y a los dos años “le salió una bola en la espaldita”, y ahí inició el calvario para sus padres. “Visitamos todos los hospitales del sistema de salud de México, nadie nos ayudó.
Ante la negativa de los nosocomios de gobierno, acudieron en agosto de este año al hospital Sagrado Corazón de Guadalajara, Jalisco, donde especialistas revisaron a la menor y le diagnosticaron “malformación congénita de pies y de su espalda, con xifosis torácica”, por lo que consideraron que era necesario someterla a una operación quirúrgica cuyo costo total es de 146 mil pesos, de acuerdo con la doctora Silvia Lerma Partida.
Con grandes esfuerzos la familia logró entregar 60 mil pesos el 8 de agosto pasado con el fin de que operen a Ariana el próximo lunes 3 de octubre en ese hospital. El problema es que les faltan 86 mil pesos que no tienen cómo pagar.
Incluso ya los contactaron de Atención Ciudadana del gobierno estatal, donde les advirtieron que por estar tratándose en un sanatorio particular, no les podían ayudar.
“Algunas personas me dijeron que por las redes sociales me podían ayudar, pero no creo”, confía Lupita, desilusionada.
“Huécato parece hospital. Hay enfermos de todo tipo, somos gente mucho muy pobre, usted observa calles de piedra, casas de madera, pareciera que al perro más flaco se le cargan más las pulgas”, abunda.
“En situación similar se encuentra Verónica Zúñiga González, jovencita que padece lupus, o Gilberto Mercado García, un joven futbolista que, de repente, ya no pudo ponerse de pie, sin fuerzas en las piernas, o su hija de él, de 10 años, que padece ataque epilépticos. También está el caso de joven de apellido González, enfermo de las tiroides, y así puedo mencionar más casos”…
Fuente: Proceso| FRANCISCO CASTELLANOS J.