viernes, 18 de octubre de 2013

Cae el rating de Laura Bozzo tras simulación en Guerrero

“No se preocupen, voy a matarlos con mi rating”, blofeó la conductora peruana Laura Bozzo el mismo día que 150 mil firmas del organismo Creamos México se presentaron para reclamarle a Televisa que quitara el talk show que se transmite de lunes a viernes en Canal 2, de las 15:00 a las 16:00 horas.

La presunción de Bozzo sólo encubrió lo que ya era una incomodidad al interior de Televisa: desde que Proceso dio a conocer el montaje de la conductora al viajar a Coyuca de Benítez para supuestamente ayudar a los daminificados, el rating ha ido disminuyendo.

De acuerdo con los datos obtenidos del reporte promedio diario de IBOPE, el 23 de septiembre, Bozzo tuvo 12.2 puntos de rating, el 26 de septiembre registró 13.1 puntos, el 1 y 2 de octubre se mantuvo en un rating promedio de 13.4 y 13.8 puntos, pero el 10 de octubre disminuyó a 11.9 puntos, y el martes 15 de octubre llegó a 9.9 puntos, una baja de más de 4 puntos (casi 2 millones de televidentes) que para la televisora significa una crisis.

Cuando inició su talk show, en enero de 2011, Bozzo llegó a tener hasta 18 puntos de rating, algo inédito para ese horario y para el Canal 2 de Televisa.

Se estabilizó en 16 y 18 puntos durante 2012, pero el escándalo y el agotamiento del modelo de la conductora que grita “¡Que pase el desgraciado!” ya mantiene a la Bozzo en una situación de alerta.

Ni siquiera su desafío a la periodista Carmen Aristegui, ni sus constantes peticiones para que la conductora de MVS le diera “derecho de audiencia” y su propio martirologio levantaron el rating de la peruana.

De acuerdo a la medición de IBOPE, el programa del martes 15 de octubre inició con un rating muy bajo de 7.6 y se elevó sólo al final con 13.2 puntos, con un share de 30.7 en promedio, es decir, el porcentaje de televisores encendidos en ese momento y sintonizando el programa.

Su competencia Ventaneando, en Canal 13, tiene un índice muy bajo: 4.8 puntos en promedio y 16.2 de share.




Fuente: Proceso| JENARO VILLAMIL