Tantas visitas enigmáticas de altos fun- cionarios estadunidenses, para firmar acuerdos y más acuerdos (aparte los arreglos no escritos, que son los más peligrosos), ponen nervioso hasta al sistema calderonista de traducción del inglés, como se vio en el caso de la secretaria de Seguridad Interior, Janet Napolitano, a la que una versión descuidada de los burócratas de Bucareli colocó largamente ayer en una primera versión estenográfica como presunta promotora explícita de incursiones asesinas contra Joaquín Guzmán, El Chapo, al mismo estilo violatorio de leyes y soberanía que comandos especiales gringos practicaron en Pakistán contra Osama bin Laden.
Error de interpretación o invocación calderonista (¿juay de Chapo?), pero la Napolitano fue exhibida como heraldo de invasiones ejemplares así fueran quirúrgicas y expeditas. México caracterizado como un gobierno al que ni siquiera debe avisarse cuando desde la Sala de Crisis de la Casa Blanca decidieran ordenar un ataque contra algún domicilio donde se escondiera el máximo jefe tolerado y consentido del narcotráfico mexicano.
La suerte del gran exportador nacional de productos estupefacientes sería la misma que la del organizador de los atentados contra las Torres Gemelas, según esa traducción mal hecha: Nos tomó 10 años atrapar a Osama bin Laden, lo encontramos y ya sabe usted lo que pasó, yo creo que lo mismo va a pasar con Guzmán. Lo único que estoy sugiriendo es que seamos persistentes cuando estamos cerca del mal, cuando Napolitano en realidad había dicho: tomó 10 años encontrar a Osama Bin Laden, y ustedes saben lo que ocurrió ahí. No estoy sugiriendo que lo mismo vaya a pasar con Guzmán, estoy sugiriendo que nosotros somos persistentes cuando se trata de personas que hacen el mal y que dañan, en nuestros dos países (la versión, ya corregida, fue asentada en http://bit.ly/wE9Kkk en la página de la SG).
Traducciones o intenciones aparte, lo cierto es que las visitas de ejecutivos de la Casa Blanca resultan impropias en el ríspido proceso electoral que se vive en México, cuando un desesperado ocupante de Los Pinos está demostrando que es capaz de lo que sea con tal de conservar el poder para su grupo. Aun cuando entregará el cargo (si no le queda de otra) en diciembre de este año, Calderón está haciendo tratos transexenales con el gobierno de Estados Unidos, el cual naturalmente buscará que continúe al mando la misma corriente entreguista que hace arreglos sobre yacimientos energéticos, control de migración, manejo aduanero, militarización y narcotráfico. La historia de nuestro país muestra en diversos momentos críticos a personajes sombríos que son capaces de empeñar o vender lo que sea necesario con tal de obtener el apoyo de la potencia vecina para sostenerse en el poder.
En ese contexto, la muy cantada pretensión felipista de aprehender al muy poderoso Chapo aparece como una maniobra con sentido electoral que pretendería mostrar al comandante Calderón como supuesto vengador exitoso, que con la cabellera del famoso exportador en la mano invitaría a los ciudadanos a votar por más guerra y más sangre en el siguiente sexenio. Dar ese paso oportunista sería entendido como grave traición en el imperio del jefe sinaloense que lleva dos sexenios como una especie de secretario sin cartera y, por tanto, generaría reacciones de gran violencia para las cuales Los Pinos necesita el respaldo de fuerzas superiores, como las estadunidenses, que, desde luego, cobran, y caro, por sus servicios de salvamento y apuntalamiento de servidumbres nativas.
Pasando a otra estampa del gran drama nacional, María García Reinoso estuvo desde el pasado viernes en espera de que el gobernador de Chihuahua, César Duarte Jáquez, y la procuradora federal de justicia, Marisela Morales, se presentaran a las afueras de las oficinas de la Fiscalía General del Estado, en Ciudad Juárez, donde públicamente están velando los restos de Jéssica Leticia Peña García, quien a los 15 años de edad había desaparecido desde mayo de 2010 del centro de la urbe fronteriza, adonde había ido a buscar trabajo.
Junto a la madre doliente, y el féretro blanco donde se aloja la osamenta de la hija, están familiares de otras mujeres desaparecidas y miembros de organizaciones civiles (como el Frente Plural Ciudadano) que han surgido para luchar contra el abandono, el burocratismo y la complicidad con la delincuencia con que suelen ser tratadas las denuncias, gestiones y exigencias correspondientes a 116 expedientes registrados formalmente desde 1993, aunque el Comité de Madres y Familiares con Hijas Desaparecidas considera que son alrededor de 200 los casos existentes.
Junto con los restos de Peña García fueron encontrados los de Andrea Guerrero Venzor y Lizbeth Avilés García, en el contexto de hallazgos múltiples realizados en el Valle de Juárez, cuyos resultados completos aún no han sido notificados a familiares. El desenlace de estos tres casos ha revivido en los familiares la historia de desatención institucionalizada que se tiene en aquella zona norteña respecto a mujeres en ausencia forzada. Por ello, demandaron que el gobernador Duarte Jáquez dé personalmente el pésame a las familias actualmente en duelo público pero, sobre todo, que se comprometa con firmeza a que haya justicia, castigando a los culpables hasta ahora ni siquiera identificados, y a que establezca, junto con las autoridades federales, fórmulas verdaderas de coordinación para atender con rapidez las denuncias de ese tipo, activar el protocolo de búsqueda inmediata denominado Alba y dar garantías de identificación confiable de los restos. Anoche, Duarte Jáquez se reunió con las madres en duelo, sin que a la hora de cerrar esta columna se conocieran los resultados.
Y, mientras Josefina Vázquez Mota se hace fotografiar a la mesa con Patricia Mercado y Cecilia Soto, que también fueron candidatas presidenciales, en argucias propagandísticas que también incluyeron un paseo de la panista por los anaqueles de un supermercado, toda una señora de su casa haciendo el mandado, ¡hasta mañana!
Fuente: La Jornada