viernes, 27 de mayo de 2011

SME vende su propia agua purificada

En tanto se resuelve si el gobierno mexicano crea o no una nueva empresa que recontrate a los exempleados de la desaparecida Compañía de Luz y Fuerza, los agremiados del Sindicato Mexicano de Electricistas han decidido probar suerte y aventarse un clavado a un nuevo mercado, totalmente ajeno a su anterior actividad profesional: el de las bebidas purificadas.

Con el slogan publicitario “Agua ligera, de excelente calidad, que armoniza tu cuerpo por sus seis procesos de filtración adicionales a la OSMOSIS INVERSA”, el Agua SME puede adquirirse ya en la Ciudad de México a precios hasta 50% más baratos que los del resto de los competidores, a través de un sistema telefónico de pedidos (41-50-92-28), puntos de venta específicos, tales como las oficinas del SME y las de la cooperativa Pascual Boing, así como en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, además de que, de hecho, ya es consumida por alumnos de algunas primarias públicas de la capital mexicana y una privada, el Colegio 20 de Noviembre.

“Este ha resultado ser un buen negocio –afirma, sonriente, Guillermo Sánchez, electricista con 17 años de antigüedad y quien hoy coordina las operaciones en la planta purificadora, enclavada en la sede central del SME, ubicada en la colonia Tabacalera–; cuando arrancamos, en diciembre pasado, desconocíamos totalmente cuáles eran los procesos de tratamiento del agua, pero poco a poco hemos ido adquiriendo experiencia y, ahorita, ya estamos bien empapados.”

Con el agua hasta el cuello

En el acceso principal del SME, los sindicalistas, lo mismo jóvenes que viejos, yacen arrumbados en bancas, sillas e, incluso, el suelo. Pocos hablan entre sí, la mayoría aguarda a que las horas pasen sin abrir la boca, ahogados en una inactividad absoluta que, tal parece, resulta más llevadera aquí, entre sus camaradas, que en casa, donde los problemas por la falta de ingresos económicos se agravan con cada día que pasa sin un acuerdo con el gobierno federal.

A un costado, sin embargo, en un acceso para autos convertido en centro de tratamiento de aguas, ocho sindicalistas efundados en batas azules y verdes sellan botellas y les estampan el cintillo con el logotipo de su producto, que no es otro que el emblema del SME, un escudo con un puño al centro, del que emanan seis rayos eléctricos.

No se trata de instalaciones improvisadas, temporales o deficientes (prácticamente todo el equipo es nuevo), pero sus reducidas dimensiones contrastan con la antigua práctica de ostentación que caracterizaba a este sindicato, y que hace sólo tres años invirtió más de cien millones de pesos en un gimnasio que contó, incluso, con certificación de la NBA.

Lejos han quedado los tiempos de la abundancia, cuando el SME retenía 37% de los ingresos totales de Luz y Fuerza y a sus agremiados se les consideraba de los mejor pagados y con mayores prestaciones del país, que incluían apoyo para el pago de renta, transporte, abasto eléctrico gratuito, escuelas y útiles para sus hijos, préstamos personales con intereses simbólicos y hasta lavandería en caso de salir de sus puntos habituales de trabajo.

Hoy, sin embargo, afirma Arturo Acevedo, uno de los empleados impulsores de la planta purificadora, “hemos tenido que montar negocios de todo tipo para llevar un poco de dinero a nuestras casas y para mantener la resistencia: hay compañeros que pusieron talleres mecánicos, otros que venden comida en la calle y, aunque las pocas ganancias han sido reinvertidas, nosotros estamos buscando salir adelante con el agua.”

Para ello, aseguran, establecieron precios competitivos, que están a la vista del público, inscritos a mano en un cartel adosado a la puerta del local: botella de agua natural en presentación de medio litro, 3 pesos; de un litro, 4 pesos; de litro y medio, 5 pesos, y el garrafón de 20 litros, 12 pesos. Aguas de sabor (jamaica, limón, horchata, punch citrus y tamarindo): 5 pesos la botella de medio litro; la de litro, 8 pesos; y la de litro y medio 11 pesos.

“El costo se eleva con el agua de sabor debido a que los extractos que manejamos son naturales, de muy alta calidad –afirma, don Guillermo, un hombre fuerte, con un cráneo encasquetado por las canas–, además que no empleamos endulzantes químicos, sino azúcar refinada, lo que le da un sabor más agradable al agua y es menos dañino para el organismo.”

Como agua entre las manos

Para mostrar el proceso de purificación empleado por el SME, quien por más de tres lustros se encargó de conducir vehículos pesados de Luz y Fuerza se calza un cubrebocas y comienza a caminar lentamente entre los tinacos de purificación.

“El líquido viene de Texcoco –detalla, lúdicamente–, ahí se encuentran los manantiales más cristalinos del Valle de México. Es traída en pipas y, desde que entra a la línea de descarga, recibe un proceso de sanitización, para luego recorrer seis filtros: uno que que capta todos los sedimentos que pudiera haber en el agua; otro que detiene el cloro que se encuentra mezclado con el líquido; viene después el filtro suavizador, que se encarga de dar ligereza al agua; pasa entonces al filtro pulidor, que quita las partículas de hasta cinco micras que pudieran permanecer en el agua; después se somete a luz ultravioleta y al filtro de gas ozono, que son bactericidas.

“Estos son –explica– los seis filtros que ocupan todas las plantas purificadoras de agua en México, pero nosotros añadimos uno más: la ósmosis inversa, que desaliniza el agua.”

De hecho, afirma el fundador de la planta de Agua SME, “el agua que generamos con estos procesos, particularmente el de ósmosis inversa, puede ser usada en para hospitales, para dializar a la gente, y también en tintorerías, aunque por el momento no ingresaremos a esos mercados, porque no contamos aún con la infraestructura necesaria para generar el volumen de agua demandado, y no quisiéramos quedarle mal a los clientes”.

Manos limpias

La idea de montar una planta para purificación, explica don Guillermo, surgió inicialmente para satisfacer la amplia demanda interna del sindicato, pero luego, con el apoyo de la dirección del sindicato y de los jubilados, el proyecto creció hasta adquirir las dimensiones de una empresa rentable.

“Contratamos una empresa para que instalara el instrumental y el equipo técnico –informa el coordinador de la planta–, y luego pagamos una asesoría independiente, para que nos capacitara en todo lo relacionado con los procesos de producción, además de que se cuenta con un químico que realiza los estudios físico-químico-bacteriológicos.”

En tanto, de forma paralela se inició el registro tanto de la marca como de las fórmulas, “proceso que actualmente está en trámite, lo que nos está permitiendo perfeccionar algunas fórmulas, porque queremos darle un sabor todavía mejor al agua, para lo cual estamos probando distintos endulzantes, priorizando los productos naturales, por encima de los artificiales”.

Cabe destacar que para el arranque de operaciones de esta planta, la delegación Cuauhtémoc sólo requirió al SME ingresar una declaración oficial de apertura del negocio, así como el alta ante la Secretaría de Salud del Distrito Federal, organismo encargado de verificar que se cumpla la Norma Oficial Mexicana 041 , que rige los procesos de análisis sanitario de las plantas purificadoras de todo el país.

Mientras dos jóvenes verifican el correcto sellado de las tapas, lo mismo de botellas pequeñas que de los garrafones de 20 litros, Don Guillermo explica los pasos que sigue cada embase, para garantizar la absoluta higiene.

“Las botellas desechables son descontaminadas, lo mismo que cada garrafón rellenable: se utiliza un producto especial bactericida para limpiar el interior, y un jabón especial para plásticos para la limpieza exterior. Además, todos los equipos reciben mantenimiento y limpieza total cada 15 días, además que la higiene personal y de los uniformes es permanente.”

El resultado, remata, “es un agua totalmente confiable para el consumo, saludable y más barata que la de las grandes marcas, y pronto ampliaremos nuestra línea de productos, para tener, al menos, diez sabores al alcance del público”.

–¿Y luego del éxito que han obtenido, aún le quedarían ganas de volver a las antiguas funciones que desempeñaba en Luz y Fuerza? –se pregunta a don Guillermo, poco antes de la despedida.

El obrero no piensa su respuesta ni un segundo.

–Por supuesto –clama con total convicción–, con el agua estamos saliendo adelante por ahora, y tal vez después otros compañeros puedan relevarnos; pero si estamos luchando no es para emprender un nuevo giro de manera definitiva, luchamos por la devolución de nuestros trabajos y esperemos que el próximo año, a más tardar, el gobierno y el Congreso hayan aceptado la creación de una nueva empresa, en la que podamos seguir dando el servicio de abasto eléctrico al Valle de México.

Antes de dar por concluido el recorrido por la planta, se brinda a la salud de los trabajadores con una botella cuyo contenido recuerda, ciertamente, al sabor de la jamaica…



Fuente: Animal Político