jueves, 17 de septiembre de 2015

El PRI fracturó al país en “dos Méxicos”: The Economist

The two Mexicos, la publicación de The Economist.

Nuestro país es, en realidad, dos Méxicos: uno en el que la gente tiene empleo y sus hijos son educados y donde las familias se van de vacaciones y toman vino y salen a comer. En el otro, las oportunidades se cierran y la pobreza va acompañada de una mala calidad en la salud, poca educación, apenas empleos y mucha economía informal.

‘The Economist’ se dio a la tarea de revisar estos ‘dos Méxicos’ en un reportaje que, como rara vez sucede, ocupa su portada y un amplio análisis en Leaders, la columna de casa.

El reportaje resalta cómo esta división entre pobreza y riqueza se puede ver también cómo un norte-sur, aunque no exclusivamente, pues también puede leerse como el México de las ciudades, donde hay infraestructura, y el otro México, el rural, abandonado y con grandes carencias.

Hoy mismo, a la par, otro medio británico habla de ese contraste: ‘The Financial Times’ reseña en un reportaje cómo el rezago en infraestructura llena de piedras el camino hacia la modernidad mexicana.

‘The Economist’ advierte que sí hay una reticencia cultural a la modernización; hay un México profundo que se opone a abandonar sus formas de vida. Pero también subraya que “muchos mexicanos siguen siendo personas de pequeñas empresas porque carecen de las habilidades, contactos o posibilidades para ser más emprendedores, o mejor pagados y con un mejor trato, pero con salarios más gravados. Las nociones románticas del ‘México profundo’ a menudo las venden grupos de interés que se benefician de este status quo, como los sindicatos y los jefes políticos anticuados con bases de poder en las comunidades campesinas”.

México vivió una larga época de Colonia o Virreinato, de 1521 a 1810. Luego vino un periodo de caudillos y después llegó el PRI, que gobernó entre 1929 y 2000 y regresó, tras perder 12 años el poder, en 2012.

PRI-acarreados

“En ‘¿Por qué las regiones fallan’, un seguimiento de ‘¿Por qué las naciones fallan –un libro que escribió con Daron Acemoglu–, James Robinson, de la Universidad de Harvard, analiza algunos de estos fallos y sesgos políticos y la forma en que afectan la zona sur de México, el más pobre y más desigual y menos urbanizado que el resto. En el México colonial, grupos indígenas fueron explotados para beneficiar a una pequeña élite; en los dos últimos tercios del siglo XX, el gobernante PRI controló un partido único de Estado que dejó el sur en manos de los barones locales, dice. (El sur) fue privado de fondos públicos y la infraestructura hasta el punto de que se hizo pobre, lo dejó pobre. ‘Sabemos hoy que el sur tiene sistemas jurídicos menos eficientes que son menos buenos en hacer cumplir las leyes y los estados del sur tienen los gobiernos que son más clientelistas y corruptos en la forma en que interactúan con los ciudadanos’, escribe Robinson. Contrasta esto con las instituciones más inclusivas, emergentes en otras partes del país”.

Quizás los más enterados de todo lo anterior sean los propios mexicanos, quienes pueden palpar un México donde, de los 112 millones 336 mil 538 ciudadanos censados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en 2010, actualmente hay 53.3 millones en situación de pobreza y 11.4 millones en pobreza extrema, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

‘The Economist’ reseña que “Gabriel Zaid, un escritor mexicano que primero se centró en los problemas de productividad de México en la década de 1970, dice que las fábricas de hoy en día no pueden proporcionar los empleos que necesitan los 55 millones de mexicanos menores de 25 años. La actividad comercial en pequeña escala, por el contrario, proporciona empleo abundante; sostiene que podrían aumentar la productividad de México con relativamente poca inversión”.

“Algunos enlazan esta reticencia cultural para modernizarse a la supervivencia tenaz del ‘México profundo’: la parte de la sociedad donde los vínculos culturales a la antigua civilización mesoamericana todavía se sienten fuertemente. David Robichaux, de la Universidad Iberoamericana, dice que esta parte de México no se limita a los 7 millones o menos hablantes de lenguas indígenas. Reconoce que decenas de millones mestizos comparten valores de la familia y de la comunidad que son tan importantes para ellos como las nociones de modernización y progreso, y a veces son hostiles a esas ideas y su aplicación. Estas personas no son todos pobres. Muchos operan pequeñas empresas, pero en lugar de reinvertir para mejorar la eficiencia de sus negocios, prefieren gastar en fiestas de pueblo y reuniones familiares”, agrega.

Además considera que el apego persistente a las granjas y empresas informales desaliñadas puede ser en parte una elección cultural.

“Seguramente es también, sin embargo, una consecuencia de los fallos anteriores. Muchos mexicanos siguen siendo personas de pequeñas empresas porque carecen de las habilidades, contactos o posibilidades para ser más emprendedores, o mejor pagados y con un mejor trato –pero con salarios más gravados–. Las nociones románticas del ‘México profundo’ a menudo las venden grupos de interés que se benefician de este status quo, como los sindicatos y los jefes políticos anticuados con bases de poder en las comunidades campesinas”.

‘The Economist’ recuerda que el presidente Enrique Peña Nieto reconoció en el discurso inaugural de su gobierno, hace tres años, que la mayor parte de la población mexicana aún vive en una tierra de “atraso y pobreza”. Dice que ese es el México de los ‘changarros’, los mercados informales, de los campesinos y las comunidades indígenas, así como de un “submundo vicioso”.

“Es (el México) donde la mitad de la población sigue siendo pobre, con base en cifras del gobierno, a pesar de la promesa del TLCAN, que entró en vigor en 1994. Sus habitantes pueden no pagar impuestos, pero extorsionadores, abogados, jueces y funcionarios a menudo les sacan dinero en efectivo”, refiere el medio.

También destaca que, “en 1994, el levantamiento indígena ‘zapatista’ de Chiapas, el estado más al sur, golpeó el brillo de la puesta en marcha del TLCAN y ayudó a desencadenar la crisis del peso de menos de un año después. En 2014 la masacre relacionada con las drogas de 43 estudiantes en el estado sureño de Guerrero golpeó la credibilidad del señor Peña, justo cuando él se deleitaba en la realización de 11 reformas económicas y políticas que habían comenzado a ganarle el reconocimiento internacional”, sostiene el artículo.

Luego menciona que es un error pensar que la división entre el México moderno y el resto del país es una diferencia entre el norte y el sur. “Como muestra San José Chiapa, la distancia entre éstos no sólo se mide en kilómetros; ésta se asigna en términos de formalidad e informalidad, de imperio de la ley y su ausencia, de la raza y de la cultura”, refiere.

El gobierno de México “ha fracasado singularmente para erradicar la pobreza en todo el país” a causa de la incorrecta aplicación de políticas pública específicas, publica ‘The Economist’ en su edición de esta semana dedicada “a los dos Méxicos”.

El reconocido semanario británico analiza además cómo la clase media mexicana prospera a lo largo del corredor industrial que va desde la frontera con Estados Unidos hasta la Ciudad de México, mientras que la mitad de la población “está atrapada en la pobreza”.

“A pesar de décadas de reformas –a veces poco entusiastas, a veces a toda máquina–, México falló en cerrar la brecha entre una minoría globalizada y una mayoría que vive en lo que Peña Nieto admitió como ‘atraso y pobreza’”, detalla.

Enseguida señala que “alrededor de la mitad de la población se mantiene atrapada en la pobreza; otra cuarto corre el riesgo de volver a caer en la miseria. La anarquía, la corrupción y los conflictos de intereses prevalecen entre la policía, los tribunales y los políticos que deberían cuidar a los marginados”.

Pero no es todo, pues “la dualidad de México muestra que conseguir una política macroeconómica adecuada es necesario para el éxito, pero no suficiente”.

Asimismo, puntualiza que las dificultades que aún enfrenta el país son como un cuento con una moraleja, y da tres lecciones para atender. “La primera lección, y más fácil de aprender, es la centralidad de la urbanización. Las ciudades ofrecen a las personas oportunidades de prosperar que no se pueden encontrar en el campo (…) Pero los crímenes violentos, relacionados con las drogas, acechan a los barrios desaliñados de México, donde viven los habitantes de la ciudad”, refiere.

Luego menciona la importancia de la infraestructura, debido a que “muchos de los fundamentos de la economía mexicana moderna fueron colocados hace un siglo, en forma de carreteras y ferrocarriles que atan su corazón industrial con sus puertos y la frontera norte”.

Una tercera lección de México, apunta el medio, es la necesidad de llevar la economía informal a la luz. “Las pequeñas empresas no registradas proporcionan empleo a la mayoría de la fuerza laboral, pero son rechazadas por los bancos y están ansiosas de permanecer por debajo del radar de la recaudación de impuestos. Esto mina la economía nacional. En la última década y media, mientras que la productividad de las empresas más importantes de México creció 5.8% al año, la de los más pequeños se sumió en 6.5%”.




Fuente: Proceso| La Redacción