El caso de la desaparición de 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, en Guerrero, ha indignado tanto a México que sus habitantes “anestesiados” desde años por la violencia masiva parecen haber despertado y, sea cual sea el resultado final de su búsqueda, “el gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto tendrá que prepararse para un probable tumulto social generalizado y la condena que provocará la confirmación de la muerte de los estudiantes”, plantea The New Yorker.
La prestigiada revista publica un análisis de Francisco Goldman, titulado “Crisis en México: ¿Podrían cuarenta y tres estudiantes ser la chispa que falta de una revolución?”, donde se expone que el país “ha sido tomado” por la historia de los 43 desaparecidos, donde muchos se niegan a creer lo peor hasta que ya no se pueda negar.
Mientras tanto, añade, tumbas ocultas y llenas de restos humanos siguen apareciendo en las empobrecidas montañas de Guerrero, por lo que un anuncio del gobierno mexicano podría darse en cualquier momento o incluso, especula, no llegar en absoluto.
El 26 de septiembre pasado, recuerda Goldman a los lectores de la revista que es considerada una de las más influyentes de Estados Unidos y del mundo, seis personas fueron asesinadas por policías municipales y otros hombres armados, entre ellas tres estudiantes de la escuela Normal de Ayotzinapa y 43 fueron “desaparecidos” en la ciudad de Iguala, en Guerrero.
Desde entonces, todos los días, en la Ciudad de México y en todo el país, hay marchas y otras acciones cívicas, la mayoría de ellas en paz. El autor cita que el miércoles pasado, los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN), universidad en la Ciudad de México, tomaron el control de las casetas de peaje en las carreteras que conducen a la ciudad y se permitió a los conductores de vehículos pasar sin pagar.
En Guerrero, añade, los manifestantes continúan incendiando los edificios del gobierno. Mañana, 31 de octubre, habrá una marcha en la Ciudad de México que coincide con el Día de los Muertos y se prepara una “mega marcha” para el 5 de noviembre, el día en que las universidades y colegios de México están planeando una huelga nacional. “Muchos en México se han preguntado por qué la falta de cuarenta y tres ha inspirado tal indignación en un país que ha estado anestesiado ante el crecimiento de la violencia masiva”, comenta Goldman, y la respuesta, expone, puede estar en el hartazgo por la violencia y la impunidad.
“En junio pasado, veintidós jóvenes fueron masacrados en un almacén del Estado de México por soldados que afirmaron que habían estado involucrados en un largo tiroteo.
Entre las víctimas había una niña de diecisiete años de edad, quien recibió un disparo en la cabeza. Su madre, cuando recuperó el cuerpo, dijo que una bota de un soldado era todavía visible en el rostro de su hija.
El caso no habría sido cubierto por los grupos de derechos humanos sino hasta que algunos informes de prensa salieron a la luz. Incluso entonces, la oficina del Procurador General [Jesús Murillo Karam] no estuvo de acuerdo en investigar el caso sino hasta que habían transcurrido tres meses más. Hace dos semanas, en la ciudad de Reynosa, un joven médico y su madre de nombre María del Rosario Fuentes Rubio fueron secuestrados. Ella había estado escribiendo para el sitio Valor Por Tamaulipas (donde la gente publica información y advertencias sobre las actividades narco locales) como un blogger anónimo, pero los narcos descubrieron su identidad.
Sus asesinos publicaron fotos de su cadáver en su cuenta de Twitter junto con un mensaje: ‘Cierra tus cuentas, no pongan a sus familias en situación de riesgo como lo hice yo, les pido perdón’”, relata. En el pasado, expone The New Yorker, “las autoridades del gobierno y muchos de los medios de comunicación cómplices se han basado en un libro de jugadas ya desgastadas: estigmatizar a las víctimas, presentarlas como responsables de su propio destino, o señalar las formas en que éstas realmente no eran.
Algunos han estado tratando de convencer a ‘los mexicanos comunes y corrientes’ de hacer lo mismo con los cuarenta y tres desaparecidos, pero las acusaciones e insinuaciones no resuenan. La mayoría de los estudiantes secuestrados estaban todavía en su adolescencia, en su primer semestre en la escuela, y provenían de las comunidades empobrecidas que la mayoría de los mexicanos puede identificar; por lo que no es creíble que puedan ser criminalizados como ‘guerrilleros’ o ‘narcos’”. Sobre los medios de comunicación, el periodista y escritor cita el caso de los recientes ataques cibernéticos y amenazas en persona, por teléfono, en correos personales y a través de las redes sociales contra periodistas del diario digital SinEmbargo, como parte de la descomposición institucional y social que padece el país, y como muestra de una cadena de impunidad que ha originado que 98 por ciento de los crímenes contra periodistas en México no hayan sido castigados.
Fuente: Sin Embargo| La Redacción