miércoles, 23 de octubre de 2013

Misión Imposible, región cuatro. Segob, policía auxiliar. ¿A quién se culpará?. Otra cita a Wayne

Cansado de esperar a que Barack Obama se investigue y castigue a sí mismo por el espionaje detectado y denunciado en varios países, entre ellos México, Enrique Peña Nieto movió ayer dos piezas, una en Suiza y otra en el Distrito Federal.

Al secretario de relaciones económicas exteriores, José Antonio Meade, le hizo decir que Los Pinos no busca explicaciones, sino una investigación que ya habría sido prometida por el presidente de Estados Unidos. El canciller detalló que el paquete aspiracional mexicano incluye investigación oportuna, deslinde de responsabilidades y medidas correctivas expeditas. Tan ambiciosos planteamientos permitieron al ex secretario de Hacienda presumir que México es el único gobierno que ha exigido y al que le ha sido comprometida una investigación (por si a los presidentes de Brasil y Francia se les ocurriera pensar que sus formas de protesta han sido mejores o más productivas que las del mexicano que sigue en leal espera de que le cumplan lo ofrecido).

Para demostrar que esas palabras no habrían de quedar en condición volátil, Meade dio a conocer una medida que ha de considerarse muy enérgica, casi amenazante: volverá a citar al embajador de Estados Unidos (ya antes lo había hecho, cuando se conoció el primer caso de fisgoneo de alturas, referido específicamente al candidato Peña Nieto y su equipo), pero no de inmediato, sino al regreso de Ginebra del propio titular de la SRE (es decir, con gran amabilidad se está avisando al embajador Anthony Wayne que se le citará dentro de poco, para que la noticia no lo vaya a tomar de sorpresa, o para evitarle el mal trago de enterarse a través de los medios de que un mexicano lo emplazaba desde tierras europeas). En sustancia, el secretario Meade le exigirá, tronante, centelleante, que se nos mantenga informados de cómo van las indagaciones obamistas (if).

El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, hubo de leer un comunicado con algunos puntos extraños. Dijo que Peña Nieto le había ordenado realizar una investigación que deberá determinar si existen evidencias o no sobre las versiones de espionaje. ¿Entrarán Bucareli y Los Pinos a las grandes ligas del espionaje internacional, en una Misión Imposible, para contrastar y verificar los dichos y actos de quienes en niveles estelares han participado de este magno enredo de difusión de archivos secretos de la máxima potencia mundial e incluso de forcejeos diplomáticos con Edward Snowden como actor principal? ¿O esa investigación para determinar si hay evidencias de altísimo espionaje es solamente una licencia de poesía burocrática para cumplir funciones de mera policía auxiliar distractora?

El ex gobernador de Hidalgo también husmeará la probabilidad de que hubiera participación de ciudadanos o funcionarios públicos de entonces, que intencionalmente o bien por omisión, negligencia o cualquier otro motivo, hayan desplegado conductas que hubiesen constituido algún tipo de violación a la privacidad de las comunicaciones del entonces gobierno federal, del ex presidente de la República, de los entonces funcionarios, así como del candidato Enrique Peña Nieto y su equipo de colaboradores.

¿Qué se busca o anuncia con esos párrafos confusos y complicados? ¿Traición a la patria por parte de ciudadanos o funcionarios públicos mexicanos que hubiesen ayudado a que los agentes y servicios gringos entraran a los sistemas de comunicación interna, presuntamente protegidos al máximo contra esas eventualidades? ¿Calificarían el propio Felipe Calderón Hinojosa, su secretario policiaco, Genaro García Luna, algunos o todos los secretarios de Gobernación que en el sexenio hubo (dos de ellos, muertos) y los jefes del Centro de Investigación y Seguridad Nacional? ¿Investigar y fincar responsabilidades a estadunidenses que hubiesen espiado o permitido espiar, entre ellos el jefe máximo del aparato gubernamental de EU? ¿O se buscará algún cibernético expiatorio al que se culpe de haber colaborado para fines intrusivos con los gringos sabidamente tan consentidos y con tantas puertas abiertas durante el periodo calderonista? Preguntas que responderán la policía cibernética y el Cisen, comisionados para realizar la tan cacareada e imprecisa investigación exhaustiva.

Y, sin embargo, el punto clave ya no está en el espionaje en sí. Lo enigmático y eventualmente peligroso para la administración de Peña Nieto sería que entre las decenas de miles de mensajes de texto (85 mil 500) cruzados entre teléfonos móviles de él mismo y nueve de sus colaboradores hubiera datos a publicar referentes a financiamiento irregular de campañas electorales, colaboración con grupos de delincuencia organizada o tratos o acuerdos oscuros con importantes grupos de poder fáctico. Esa posibilidad de difusión de material sucio ya no podrá ser controlada por ninguno de los gobiernos participantes, pues en todo caso forma parte del archivo que ha sido liberado por el citado Snowden y que según referencias recientes contiene información delicada respecto a hechos políticos de distintos países. En todo caso, a la administración peñista lo que le conviene en estas circunstancias es hacer ruido suficiente para tratar de contrarrestar un hipotético destape de datos que le sean lesivos.

Astillas

Un pajarito petrolero asegura a esta columna que el pasado domingo hubo un viaje familiar encabezado por un alto dirigente panista a instalaciones de Pemex. Según el reporte avícolamente encriptado, el helicóptero XA-HCB fue enviado a Villahermosa, Tabasco, para recoger al líder y a sus acompañantes, quienes llegaron al complejo Ku-Sierra, en la sonda de Campeche. Luego fueron a conocer una plataforma china, la Cosl Confidence, de donde regresaron a la capital tabasqueña a las 14:45. La visita fue supervisada por un enviado que viajó con anticipación, dijo ser funcionario de Petróleos Mexicanos y llegó también en helicóptero.

Y, mientras se analizan las cinco iniciativas de EPN en materia de derechos humanos, ¡hasta mañana!



Fuente: La Jornada| Julio Hernández López