viernes, 27 de septiembre de 2013

Gobierno pasmado. Rezar a San Pedro. 3V, sonoro fracaso. La avidez de Eruviel

Ha encontrado Enrique Peña Nieto una esperanza en su organigrama. Ya que los informes técnicos sobre la desgracia hídrica por venir no fueron atendidos oportunamente, y de poco van sirviendo los recorridos selectivos de él y de los secretarios de su gabinete por tierras damnificadas, ha decidido recurrir a una instancia superior: San Pedro, al que le pidió ayer que cierre las compuertas para así poder trabajar sin tanto problema acuático. De las foxadas y los felipismos a la nueva producción sexenal de despropósitos.

Milpita política más que llovida, inundada, la del equipo gobernante. A falta de acciones más contundentes por realizar, Peña Nieto se dedicó a pasar revista a las instalaciones receptoras de donativos para damnificados en el Zócalo capitalino sustraído a manifestaciones populares de protesta y a mítines morenos pero gratamente cedido (por los gobiernos federal y capitalino) a la patrona Televisa para grabaciones de oportunidad con las que el poder de las pantallas aprovecha el impulso solidario de otros para asumirse como filantropía adjunta. Tan concentrado estaba el lic. EPN en esas meticulosas tareas que cuando acordó ya hacía tan mal tiempo en Michoacán que nuevamente canceló una visita programada a esa entidad a la que no ha acudido ni una sola vez desde que ocupa Los Pinos.

También le llovía al virtual vicepresidente Videgaray (3V) en su visita al Senado para una glosa del objeto burocrático no identificado (obni) que se ha dado en denominar Primer Informe Presidencial. En realidad, el angustiado virrey Luis dedicó sus mejores esfuerzos no a hablar de lo pasado sino del futuro inmediato. Es decir, de la propuesta fiscal (pomposamente llamada hacendaria) con la que el peñismo pretende sacar del bolsillo de las clases medias lo que no se atreve a quitar sino discursivamente a empresarios y grandes potentados, que son los verdaderos evasores fiscales.

Hasta ahora, 3V ha resultado un sonoro fracaso como secretario de Hacienda y presunto poder intelectual tras el trono del hombre que no recuerda tres libros que le hayan marcado. Se decía que Videgaray era dueño de una inteligencia tan brillante que compensaba el déficit de su compañero informal de fórmula tanto en la campaña como en el ejercicio del gobierno. Pero a la hora de la verdad, ambas partes han quedado en deuda.

Empeñado en sostener un subjercicio presupuestal que ha dañado a muchas empresas y proponente de un paquete de medidas económicas para 2014 que ha causado revuelo colindante con la insubordinación, incluso en segmentos sociopolíticos afines al priísmo, Videgaray ha generado además el milagro de que la mediocre conducción económica del calderonismo sea ahora reivindicada casi en éxtasis ni más ni menos que por el Héroe de la Supervivencia Gozosa con Seis Mil Pesos al Mes, el ahora senador Ernesto Cordero, quien le dijo al virrey Videgaray algo así como Estaríamos mejor/ con Felipe Calderón.

Cordero barajó datos diversos para mostrar que el peñismo ha echado a perder lo que recibió de la administración anterior. Sin pesos pesados para destacar en la discusión (aunque el panista Cordero tampoco tiene esa talla), la izquierda senatorial pasó a un tercer lugar en los alegatos que se centraron en el peculiar triunfalismo calderonista basado más bien en el contraste con la debacle de Videgaray, a quien luego defendieron con enjundia retórica algunos legisladores priístas, acusando al felipismo de haber dejado el país con graves rezagos económicos y sociales, entre muerte y desolación.

En el fragor discursivo, 3V aprovechó para dar a conocer una nueva oportunidad de negocios grupales (en la picaresca priísta se habla de algún gobernante que alababa esta fórmula público-privada: ¿Ciclones? ¡Millones!). Son tantos los daños y tan pocos los recursos disponibles para desastres naturales que ya se explora la posibilidad de pedir al Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional algunos préstamos por miles de millones de dólares para reconstrucciones. No sería el único endeudamiento, pues en el proyecto de presupuesto para el año entrante se considera un déficit que será cubierto también mediante contratación de deuda, en un rompimiento sonoro con la ortodoxia neoliberal sostenida durante 30 años por administraciones priístas y panistas. Por cierto, también anunció la suspensión de la campaña apabullante, totalitarista, de propaganda en medios electrónicos a favor de la reforma energética, para dedicar esos tiempos oficiales a la difusión de asuntos relacionados con la ayuda a damnificados.

En otra pista del gran circo, Eruviel Ávila, gobernador del estado de México, ha sido el gran beneficiario del escándalo que sostiene la figura ahora emblemática de Televisa, la llamada Señorita Laura. Urgido de levantar su imagen a como dé lugar, el mandatario que vive sujeto a las presiones de su paisano con mayor poder, el que despacha en Los Pinos, ha llegado al extremo de obligar a profesores y alumnos del sistema estatal de educación pública a ver su informe de gobierno y a hacer resúmenes de los grandes logros habidos. En esa avidez propagandística, facilitó a Bozzo el uso de un helicóptero para el montaje de su espectáculo, no en función de un traslado simple de periodistas a lugares de difícil acceso, sino para uso específico de la falsa rescatista relámpago y su equipo televisivo. Ávila debería responder por el uso de recursos públicos a favor de toda una producción televisiva particular.

Y, mientras el grupo Gin Media Business (que publica El gourmet, Open, Soy Grupero, Forward y cuya principal revista es Playboy México) ha denunciado que dos tráileres con víveres para damnificados no le fueron aceptados en centros de recepción debido a que allí consideraron indigno que la ayuda estuviera relacionada con la marca del conejito (al menos eso dio a conocer el grupo empresarial en boletín oficial, aunque sin precisar quiénes o dónde se negaron a aceptar los camiones con auxilio, en una generalización que de no ser aclarada parecerá más bien una maniobra propagandística), ¡feliz fin de semana!




Fuente: La Jornada| Julio Hernández López