miércoles, 31 de agosto de 2011

Otra década perdida. Países ricos al garete. CFE: salvaje atraco

Las vueltas que da la vida. Treinta años atrás, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe preveía dramáticas consecuencias si estallaba una crisis de deuda en la región. No transcurrió mucho tiempo para que esa advertencia se convirtiera en lacerante realidad: en 1982 México reventó por problemas de caja” (Silva Herzog dixit) y entró en suspensión de pagos, con lo que la onda expansiva alcanzó a buena parte de las naciones latinoamericanas. De allí, a la (primera) década perdida (la de los años 80).

Ahora, 30 años después de aquellos dramáticos acontecimientos que empobrecieron a millones de latinoamericanos –con los mexicanos a la vanguardia–, la misma Cepal retoma aquella advertencia y vuelve a encender los focos rojos ante la posibilidad de otra década perdida, aunque ahora los directamente afectados no serían los países tercermundistas, sino las mismísimas naciones desarrolladas. Antes los pobres, ahora los ricos, en el entendido de que si zozobran los primeros, a las segundas no les pasa mayor cosa, pero si la situación es a la inversa se hunden todos. Y en eso anda el planeta, por mucho que algunos timadores profesionales presuman “fortalezas” y “blindajes” de saliva.

Para el organismo regional es obvio que empeoran las condiciones en las economías industrializadas, de tal suerte que lo previsible para ellas es un horizonte de lento crecimiento en los próximos años, con un comportamiento notoriamente inferior a su potencial, elevado desempleo, alta liquidez, bajas tasas de interés y debilidad fiscal. Por si fuera poco, crece la presión por su elevada deuda pública, y, de no modificarse la tendencia, nada raro sería que se materializara una década perdida para ellas y para todos los demás.

El organismo especializado de la ONU divulgó ayer su nada alentador análisis Panorama de la inserción internacional de América Latina y el Caribe, en el que hace el recuento de daños: “a mediados de 2011 empeoran las condiciones de las economías industrializadas; a inicios del año, la inestabilidad en el norte de África, sumada a otros factores, provocó un aumento del precio de los combustibles; en marzo, los trágicos sucesos en Japón –terremoto, tsunami y catástrofe nuclear– afectaron las cadenas de suministro global en la industria; comenzado el segundo semestre, mientras se atenuaba el efecto de estos factores, se reavivaron las inquietudes por los temores de incumplimiento en Grecia, Irlanda y Portugal y las repercusiones en otras economías europeas de mayor tamaño; a finales de julio, las enormes dificultades para lograr un acuerdo legislativo sobre el límite de la deuda pública en Estados Unidos agregaron una nueva dosis de incertidumbre y volatilidad en los mercados financieros; la rebaja en la calificación de la deuda soberana de esa nación, hecho inédito en la historia, y las débiles tasas de crecimiento económico han acentuado la incertidumbre existente”.

Por si fuera poco, los niveles de volatilidad e incertidumbre retoman rangos preocupantes. “Luego del acuerdo en el Congreso estadunidense sobre el límite a la deuda pública y del segundo conjunto de medidas de apoyo a Grecia por parte de Europa y del Fondo Monetario Internacional, una marcada volatilidad se ha apropiado de las principales plazas bursátiles, con caídas parecidas a las ocurridas en importantes crisis financieras previas; otra causa de la volatilidad se relaciona con el estancamiento económico de la zona del euro en el segundo trimestre de 2011, inclusive en las economías principales (Alemania y Francia), lo que repercute en los precios internacionales de los productos básicos, que muestran importantes reducciones en plazos cortos, si bien aún continúan en niveles superiores a su tendencia de largo plazo, particularmente los minerales y metales”.
Los indicadores líderes muestran que la desaceleración en los países industrializados afecta a las principales economías en desarrollo, y las cifras de mediados de 2011 muestran que la desaceleración de los países industrializados tenderá a afectar a China y particularmente a India y Brasil. En la medida en que permanezcan estas tendencias, podría esperarse para 2012 un menor ritmo de incremento de las exportaciones a Europa y Estados Unidos, de modo que las economías con una mayor orientación exportadora hacia esos mercados (México, de manera preocupante) verán afectado el dinamismo de sus ventas externas. De la misma forma, un menor ritmo de crecimiento en las economías emergentes, sumado al escenario de debilitamiento en las economías centrales, se reflejaría en menores precios internacionales de los productos básicos, lo que afectaría los saldos comerciales y de la cuenta corriente de los países que los exportan.

Ante este ingrato panorama, la Cepal prevé “un periodo de crecimiento inferior al potencial, elevadas tasas de desempleo y amenazas financieras latentes, pues se tratará de equilibrios bastante inestables, en un contexto de mercados financieros alterados. La incapacidad de la dirigencia política de coordinar salidas fiables y sustentables para los dilemas fiscales y de deuda soberana agrega un componente de incertidumbre. Tal escenario limita el espacio político para acuerdos sustantivos en torno a la gobernanza del proceso de globalización. Un ambiente de turbulencias económicas y de desempleo elevado en las economías industrializadas resulta propicio para tentaciones”.

En síntesis, agárrense de donde puedan, mientras los autodenominados gobiernos (léase gerencias) no asuman que el modelito económico no da de sí.

Las rebanadas del pastel

La empresa de “clase mundial” atraca salvajemente a sus consumidores, por medio de infladísimos recibos que en el mejor de los casos sólo duplican los montos pagados antes del decretazo de octubre de 2009. La Jornada (Israel Rodríguez) informa que “desconfianza, sorpresa e indignación son algunas de las emociones encontradas que sienten miles de usuarios ante los cobros excesivos de la Comisión Federal de Electricidad. Esto propició que sólo en los últimos 90 días el número de quejas en contra de la autodenominada empresa de clase mundial interpuestas ante la Profeco se elevaran 28 por ciento con respecto a los tres meses precedentes”. En el caso concreto de este tecleador, el pago requerido por la CFE en su recibo más reciente resulta 479 por ciento superior al de igual periodo de 2010. Robo institucionalizado.




Fuente: La Jornada