Que uno de cada cuatro mexicanos registre incapacidad de alimentarse adecuadamente (léase hambre) no parece un elemento que permita sustentar la idílica tesis gubernamental de que en el país nadie va a padecer ni a fallecer por falta de comida (Calderón dixit, qué otro). Más allá del fatuo discurso oficial, el problema tiende a agravarse, porque la proporción de connacionales en tan delicada circunstancia crece cotidianamente, producto de una realidad concreta: los precios de los alimentos se mantienen al alza, la producción nacional en descenso y el poder adquisitivo de la población permanentemente a la baja, una combinación explosiva.
La evaluación más reciente (Coneval, con datos al cierre de 2010) indica que 28 millones de mexicanos no tienen pleno acceso a la alimentación, y menos la tendrán sin empleo y con los precios de los alimentos a galope. Por ejemplo, en el primer bimestre del presente año la inflación oficial fue de 0.91 por ciento. En el mismo periodo, el precio de la tortilla se incrementó entre ocho (en tortillerías) y trece (en supermercados) veces más que el citado indicador. Pero no es el único caso, desde luego: de acuerdo con cifras del Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados, durante febrero de 2012 los precios promedio al mayoreo de diversos granos y oleaginosas de granos que se venden en la Central de Abasto de Iztapalapa, de la ciudad de México como la alubia chica, maíz blanco, garbanzo chico y frijol negro de importación reportaron un crecimiento de 58.62, 46.07, 33.71 y 31.05 por ciento anual, respectivamente; sin embargo, esta tendencia contrasta con el avance del salario mínimo.
Durante febrero, reporta el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados (CEFP), los precios al mayoreo de productos básicos dentro del mercado nacional continúan en niveles altos, debido a una menor disponibilidad de productos agrícolas ocasionada por el problema de la sequía que sigue afectando a diversos estados de la República Mexicana, la cual sigue restringiendo la superficie de siembra, disminuyendo el rendimiento por hectárea, aumentando el índice de siniestralidad y generando enormes pérdidas para los agricultores del país. Además, la importación de alimentos (todos ellos cotizados en dólares) se mantiene al alza. Las variaciones alcistas en los precios promedio de productos básicos se mantienen ante la incertidumbre y especulación de que el menor nivel de producción agrícola registrada durante el 2011 pueda reducir la oferta de alimentos.
En febrero de 2012, de acuerdo con información del Inegi, los precios de los alimentos y los correspondientes a la canasta básica siguen mostrando mayor crecimiento que la inflación general. Esta situación se confirma con el aumento de 5.85 por ciento anual de la canasta básica y 6.93 por ciento del índice de precios de los alimentos, cifras superiores al 3.87 por ciento anual que registró el índice inflacionario general. El mayor dinamismo del índice de precios de la canasta básica y el de los alimentos se refleja especialmente en productos como maíz y trigo, así como otros productos derivados (tortilla, masa y harina de maíz, pan bolillo, pan dulce, pastelillos y pasteles a granel, cereales preparados y pasta para sopa, entre otros). Con los resultados alcanzados durante el mes de febrero, se confirma que la volatilidad de los mercados internacionales y la incertidumbre de desabasto de productos básicos por las variaciones climatológicas extremosas ocurridas a lo largo de 2011 y lo que va de 2012 siguen presionando al alza el precio de los alimentos.
Por lo que toca a los precios al productor, el CEFP advierte que insumos agrícolas continúan a la baja debido a la posibilidad de una menor demanda de fertilizantes por la posible reducción en el ingreso de los agricultores a consecuencia de las pérdidas que tuvieron por las variaciones climatológicas ocurridas a lo largo de 2011. No obstante, de acuerdo con cifras del Inegi las variaciones del índice de precios de los insumos agrícolas continúan siendo elevadas, ya que para febrero pasado el índice respectivo creció 12.27 por ciento respecto a un año atrás, en tanto que el índice de los abonos y fertilizantes aumentó 9.49 por ciento anual.
Con respecto al índice de algunos combustibles derivados del petróleo como la gasolina y el diesel, el aumento fue de 11.54 y 10.73 por ciento anual, en ese orden. Estos incrementos podrían explicarse por los altos precios de la mezcla mexicana de exportación que durante el mes de febrero reportó un precio promedio de 110.70 dólares por barril, para un aumento de 22.26 por ciento anual, esta tendencia, podría continuar en los próximos meses en caso de persistir las perspectivas de un menor suministro de crudo debido a las tensiones geopolíticas que se viven en diversos países de Medio Oriente.
Por la parte del ingreso, los empleados agrícolas tampoco han visto una importante mejoría, subraya el CEFP. A finales de 2011, el 33.2 por ciento de ellos no recibía ingresos por su trabajo, 25.4 por ciento obtenía hasta un salario mínimo y 21.9 por ciento ganaba entre uno y dos salarios mínimos. Es decir, el 80.5 por ciento de los trabajadores agrícolas ganan de cero a dos salarios mínimos; por debajo de los obtenidos en otros sectores económicos. Comparando con el cuarto trimestre de 2006, se observa que las personas que ganaban de 0 a 2 salarios mínimos eran el 80.9 por ciento; es decir, en 5 años no ha habido avances en materia de ingreso agrícola.
Sumado a lo anterior, de acuerdo con el Inegi, el 95 por ciento de los trabajadores agrícolas no cuentan con acceso a instituciones de salud, comparado con el 95.3 por ciento que había a finales de 2006. Con lo que no se observa un avance en cobertura de salud. Esta situación coloca a los trabajadores del sector primario en situación de cero protección ante los cambios en los ciclos económicos. En suma, la situación de los trabajadores del campo no ha mejorado en los últimos años. En específico, sus bajos ingresos y su falta de protección social los ubica en una situación de alta vulnerabilidad ante choques económicos provocados por la actual sequía que ha golpeado a muchos estados. La situación económica que viven los trabajadores agrícolas pone de manifiesto la necesidad de impulsar políticas públicas de largo plazo que promuevan el crecimiento y desarrollo del sector agropecuario. De no hacerlo, la situación del sector primario continuará agravándose.
Las rebanadas del pastel
Pero no hay por qué preocuparse: el inquilino de Los Pinos ya dijo que nadie va a padecer ni a fallecer por falta de comida.
Fuente. La Jornada