jueves, 10 de mayo de 2012

En México 42% de las madres laboran fuera del hogar: Inegi

A la jornada laboral 97% de ellas suman el trabajo doméstico y el cuidado de los hijos

Desde hace más de medio siglo empezaron a salir de su casa para integrarse al mercado productivo

Son solteras 72.4%, 17.5% carecen de estudios y 28% se dedican al comercio

Sandra sale a las cinco de la mañana de su casa para ir a trabajar. A esa hora ya dejó el desayuno de sus hijos que más tarde irán a la escuela. Los acompaña la vecina que también tiene niños en el mismo plantel. Sólo así me voy medio tranquila, dice la mujer y subraya que no tengo de otra: si no trabajo no comemos.

Así vive esta mamá de 44 años, al día, como dice, y así es para muchas otras que constituyen 42 por ciento de las madres que trabajan en México. De este conjunto, 72.4 por ciento son solteras, señalan datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Sandra es madre soltera y entra también en la estadística de mujeres con hijos que carecen de instrucción escolar (17.5 por ciento), y forma parte del 28 por ciento que son comerciantes.

No, no es fácil, pero tampoco me quejo. Más bien, todos los días hago mi mejor esfuerzo para dar a mis hijos, por lo menos lo indispensable, dice Sandra mientras busca con la mirada el reloj en el andén del metro. Es que debo llegar a tiempo.

La actividad laboral también está presente en 46 por ciento de las madres de familia separadas, divorciadas y viudas, así como en 37.8 por ciento de quienes viven en pareja.

Pilar Muriedas, coordinadora de Territorios de Cultura para la Equidad, asociación civil, dice que ya no es como antes. Las mamás desde hace por lo menos cinco décadas empezaron a salir de su casa y ya no sólo cuidan a sus hijos y hacen la comida.

Algunas estudiaron bachillerato o son profesionistas –una cuarta parte según el Inegi–. El resto (75 por ciento) o no estudió o sólo alcanzó a llegar a secundaria. En cualquier caso, forman parte del mercado laboral, actividad que se suma al trabajo doméstico que realiza 97 por ciento del sector.

Se dice fácil, y tal vez por eso pasa desapercibido, lo mismo que la violencia contra las mujeres y más entre las que son madres, dice la activista, reconocida por su larga experiencia en la lucha por los derechos de la población femenina.

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) 2006, 47.4 por ciento de las mujeres unidas (casadas o en unión libre) mayores de 15 años y con hijos padeció algún tipo de violencia de su última pareja. La emocional fue la más frecuente (40 por ciento): insultos, amenazas, humillaciones, entre otras ofensas sicológicas o emocionales.

Le seguía la violencia económica (28.8 por ciento); física (21.4 por ciento): empujones, jalones, golpes, agresión con armas, entre otras, y la violencia sexual (8.7 por ciento).

Pero no todas se aguantan: entre las mujeres divorciadas, separadas o viudas, 62 por ciento sufrió algún tipo de violencia de su pareja, la mitad fue emocional y 45 por ciento económica.

Estas son las cifras que confirman la realidad: las mujeres con hijos viven situaciones complejas, con una carga que, aunque pesada, no sueltan. Nunca han contado con el apoyo del Estado y, al igual que desde la antigüedad, se les sigue viendo como únicas responsables del cuidado de los hijos, cualquiera que sea su circunstancia, apunta Muriedas.

Tenemos que condenar la maternidad impuesta: Muriedas

Y ahora se agrega el tema de la inseguridad pública, el cual preocupa a las madres por la incertidumbre de su integridad. No saben si van a regresar a sus casas y tampoco están seguras de que sus hijos están a salvo para cuando ellas llegan. Su mayor preocupación son sus hijos adolescentes.

“Cuando hablamos de la protección del Estado, es eso: que madres de familia, solteras o casadas tengan a su alcance los medios y la tranquilidad de que sus hijos están seguros; y no estar con pendiente de que afuera de las escuelas –y algunas veces dentro– están los vendedores de droga”, señala la activista.

De eso tampoco se habla, pero Sandra lo tiene claro: “Los funcionarios dicen que tenemos que cuidar de nuestros hijos, platicar con ellos, pero, ¿a qué hora? ¿Cómo le hago si me tengo que ir a trabajar y cuando llego estoy tan cansada y ocupada con la comida y la ropa del día siguiente? … Se nota que no saben de lo que hablan”.

Otro aspecto es el de los derechos sexuales y reproductivos, que aunque ya forman parte del discurso de los políticos y están plasmados en convenciones internacionales y programas de gobierno, no son todavía una realidad para la población femenina.

Los avances que existen en el Distrito Federal, donde hay más educación sexual, acceso a métodos anticonceptivos sin restricciones, e incluso a la interrupción legal del embarazo, no se replica en las entidades federativas, señala Muriedas cuya experiencia es vasta en el movimiento feminista y en el activismo por el ejercicio pleno de los derechos sexuales y reproductivos.

Falta, explica, revertir decisiones como las asumidas por 17 estados de la República que penalizan a las mujeres que deciden interrumpir su embarazo, sin tomar en cuenta que muchas de ellas ya son madres. Tenemos que condenar la maternidad impuesta. Ser mamá por obligación no es bueno ni para las mujeres ni para los hijos. Las consecuencias pueden ser graves: personas frustradas, niños y jóvenes que se saben no queridos y que a la primera oportunidad se van con quien sabe qué futuro, justo por la carencia de una protección social que lo evite.




Fuente: La Jornada